James Stewart, el auténtico héroe americano

James Stewart, el auténtico héroe americano

Leyendas de Hollywood

Se mantuvo en la cima durante décadas, transitó sin problemas por géneros tan dispares como el suspense, la comedia o el western, fue uno de los actores preferidos de Capra y Hitchcock y el más querido por el público

James Stewart

James Stewart

No tenía visión de rayos X ni podía volar, no era especialmente fuerte, carecía de los poderes extraordinarios que caracterizan a los súper hombres. James Stewart era un tipo de lo más normal, pero se convirtió en el auténtico héroe americano gracias a su honradez, a su modestia y a su sonrisa. Luchó contra políticos corruptos y banqueros avaros, descubrió a asesinos y destapó tramas criminales armado solo con idealismo, buenos principios, una cierta ingenuidad y muchas ganas de vivir. Stewart se mantuvo en la cima durante décadas, transitó sin problemas por géneros tan dispares como el suspense, la comedia o el western, fue uno de los actores preferidos de Frank Capra y Alfred Hitchcock y, siempre, el más querido por el público.

Con Jean Arthur en 'Caballero sin espada'

Con Jean Arthur en 'Caballero sin espada'

Stewart no estaba llamado a ser actor. Su destino natural pasaba con heredar la ferretería de su padre en Indiana, pero se fue a la Universidad y estudió arquitectura. Cuando acabó la carrera, con excelente expediente, los Estados Unidos se habían sumergido en la Gran Depresión y el joven James no encontró trabajo. Así que cambió de tercio y se mudó a Nueva York con su buen amigo Henry Fonda a probar suerte en el teatro. Las tablas neoyorkinas no le reportaron grandes papeles ni le dieron demasiadas alegrías, pero Stewart había encontrado una  profesión en la que brillaría hasta los años setenta.

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Fonda saltó de Nueva York a Hollywood y no tardó en llamar a Stewart. La MGM lo contrató, pero no sabía qué hacer con él, era un tipo demasiado normal. Dio la casualidad de que Capra necesitaba a un tipo de lo más normal para protagonizar sus comedias rebosantes de optimismo destinadas a animar a un público sumido en la tristeza que había dejado la crisis económica. La colaboración entre director y actor empezó en 1938 con Vive como quieras donde Stewart era el hijo de un rico banquero que se enamora de la deliciosa Jean Arthur cuya alocada familia vive con despreocupación en un edificio que va a ser demolido por la especulación inmobiliaria. Al final, el joven James descubría que el dinero no da la felicidad y el público, que se puede disfrutar de la vida aunque la cartera esté medio vacía.

Cartel de 'Vive como quieras'

Cartel de 'Vive como quieras'

La película tuvo tanto éxito que director y actores repitieron en Caballero sin espada (1939). Stewart encarnaba en esta ocasión a un chico sencillo que gana una plaza de senador. Cuando llega a Washington descubre que no es oro todo lo que reluce, pero no se deja presionar y ayudado por Arthur, su inteligente asistente, frena la aprobación de una ley injusta con la técnica del filibusterismo parlamentario, o sea, hablando y hablando sin parar toda la noche, sin sentarse y sin descansar para ganar tiempo y conseguir pruebas para vencer a los malos.

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A esas alturas, James ya era uno de los actores más apreciados de Hollywood y otro de los grandes directores del momento, Ernst Lubitsch, le llamó para protagonizar una de sus inolvidables comedias, El bazar de las sorpresas (1940). El actor se convertía en el empleado de una tienda que se cartea con una chica a la que quiere enamorar sin saber que es su compañera de trabajo, Margaret Sullavan, a la que detesta y con la que se pelea constantemente. 

La Vanguardia

'La Vanguardia' ensalzaba la figura del actor en una crónica de 1944

Ese mismo año, Stewart se embarcó en todo un clásico, Historias de Filadelfia (George Cukor) donde era de nuevo un hombre normal, un periodista, que tiene que escribir la crónica de la segunda boda de la riquísima y mundana Tracy Lord (Katharine Hepburn). Al reportero le sonroja el ambiente en el que vive la chica y se burla un poco de ella, pero entre la pareja surge una inevitable química. Una noche, algo pasa entre ellos y la boda se va al traste, pero esa relación imposible no llega a consolidarse y la frívola, aunque encantadora, Tracy vuelve con su primer marido, Cary Grant. Stewart consiguió el único Oscar de su carrera por este inolvidable personaje.

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El actor entró en la década de los cuarenta convertido en toda una estrella. Una crónica publicada en la época por La Vanguardia lo describía como "uno de esos galanes que podríamos llamar ingenuos, que conquistó la popularidad sin acicalarse, sin hacer el don Juan y sin preocuparse. James Stewart no tiene pasado aventurero como muchos otros actores. Tampoco se pasea por Hollywood en un coche de los que cuestan una fortuna ni viste como un maniquí. El secreto de su simpatía consiste en que no finge, se muestra tal cual es". 

James Stewart fue piloto en las Fuerzas Aéreas de los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial

James Stewart fue piloto en las Fuerzas Aéreas de los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial

Su carrera sufrió un parón durante la Segunda Guerra Mundial porque se alistó como cabo de las Fuerzas Aéreas. Al terminar la contienda era coronel. Regresó condecorado a Hollywood donde le esperaban dos grandes acontecimientos, su boda y su película más recordada. Cary Cooper y su mujer, Veronica, le presentaron a Gloria Hatrick McLean, Stewart y Gloria se enamoraron, se casaron, tuvieron a sus gemelas, Judy y Kelly, y estuvieron juntos hasta la muerte de Gloria en 1994 conformando una de esas parejas unidas y duraderas tan poco habituales del Hollywood clásico.  

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En paralelo, reanudó su colaboración con Capra. En ¡Qué bello es vivir!, Stewart es de nuevo ese hombre normal, que vive en un pueblecito, tiene una familia a la que adora y se gana la vida honradamente con se pequeño negocio. Pero las cosas empiezan a ir mal y el día de Nochebuena se plantea suicidarse. Su ángel de la guarda aparece y le muestra cómo habría sido la vida de los que le rodean si él no hubiera nacido y el protagonista comprende que su existencia no ha sido inútil en absoluto. ¡Qué bello es vivir! es el gran clásico del cine navideño. Televisiones de todo el mundo la emiten cada 25 de diciembre.

En '¡Qué bello es vivir!

En '¡Qué bello es vivir!

La colaboración entre Capra y Stewart dejó un gran legado cinematográfico. La relación del actor con Alfred Hitchcock dio también grandes frutos. Arrancó con La soga (1948), grabada en un único plano secuencia, donde Stewart es un profesor que acude a una cena invitado por dos alumnos e ignorando que los anfitriones han matado a otro muchacho y que su cadáver está escondido en el arcón del comedor. 

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En La ventana indiscreta (Alfred Hitchcock, 1954) James Stewart es un fotógrafo que, tras romperse una pierna, se ve obligado a permanecer inmovilizado y enclaustrado en su casa durante un caluroso verano. El hombre se aburre y se dedica a mirar a los vecinos del patio interior de su piso hasta que se convence de que uno de ellos ha matado a su mujer. Stewart tiene una novia, Grace Kelly, que es modelo y parece algo frívola, pero cuando él le cuanta sus sospechas, la chica le ayuda a esclarecer el crimen. Aunque hoy está considerada como un clásico, La soga no acabó de funcionar en taquilla quizá por su tono teatral, pero La ventana indiscreta se convirtió en un filme  imprescindible desde su primera proyección. 

Crítica de 'La Vanguardia'

Crítica de 'La Vanguardia' de 'Vértigo' tras su paso por el Festival de San Sebastián

Así que Stewart y Hitchcock siguieron con un filme encantador, El hombre que sabía demasiado (1956), remake de una de las películas de la etapa inglesa del director. James era de nuevo un hombre normal, un médico estadounidense que viaja a Marruecos con su esposa, Doris Day, y su hijo. Las vacaciones se convierten en una pesadilla cuando el niño es secuestrado. La trama llevaba al matrimonio a Londres. Day cantaba Qué será será y el filme encantó al público.

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La cuarta colaboración del dúo Hitchcock-Stewart fue mucho más inquietante, reportó premios para ambos en el Festival de San Sebastián de 1958 y ahora es un clásico imprescindible. Vértigo (De entre los muertos) presenta a Stewart como un detective que padece acrofobia tras la muerte de su compañero. Ya retirado acepta un trabajo consistente en vigilar a la esposa de un conocido, Kim Novak. La sigue, la conoce y se enamora de ella, que muere de la misma manera que su compañero. Tiempo después, el desventurado detective se encuentra por casualidad con una mujer idéntica a su amada.

James Stewart en 'La ventana indiscreta', de Hitchcock

James Stewart en 'La ventana indiscreta', de Hitchcock

Además de ser uno de los reyes de la comedia y de haberse consagrado también como un gran actor el cine de suspense, Stewart fue una estrella de las películas del Oeste y protagonizó títulos como Flecha rota (Delmer Daves, 1950), Winchester 73 (Anthony Mann, 1950), El hombre de Laramie (Anthony Mann, 1955) o El hombre que mató a Liberty Valance (John Ford, 1962). Y también hizo algunas incursiones en el cine musical como Música y lágrimas (Anthony Mann, 1953), una biográfica de Glenn Miller a ritmo de jazz, que fue uno de los grandes éxitos de taquilla de los años 50.

James Stewart holding gun in a scene from the film  'Winchester '73', 1950. (Photo by Universal Pictures/Getty Images)

James Stewart en 'Winchester '73', 1950. (Photo by Universal Pictures/Getty Images)

Getty Images

Espació sus apariciones en la gran pantalla a partir de los años 70, pero a diferencia de otras grandes estrellas que cayeron en productos poco respetables de la serie B, Stewart mantuvo el porte que le había llevado a la cima en filmes corales como Aeropuerto 77 (Jerry Jameson, 1977), en westerns como El último pistolero (Don Siegel, 1976) o en el remake de El sueño eterno (Michael Winner, 1978) que contaba con Robert Mitchum en el papel de Philip Marlowe.

James Stewart y su esposa, Gloria Hatrick McLean

James Stewart y su esposa, Gloria Hatrick McLean

El actor se retiró de la vida pública tras la muerte de su esposa, ocurrida en 1994. Stewart se sumió en un estado de melancolía tras la pérdida de su pareja y falleció tres años después, en julio de 1997 a los 89 años. La crónica de La Vanguardia lo definió como el "símbolo de la América idealista", había sido incluso más que eso, el verdadero héroe americano, el chico que logró librar grandes batallas desde la más absoluta normalidad. 

'La Vanguardia' se hizo eco de la muerte del actor

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