Dirección: Clint Eastwood
Reparto: Leonardo DiCaprio, Naomi Watts, Josh Lucas, Judi Dench, Jeffrey Donovan, Armie Hammer
Título en V.O: J. Edgar
Nacionalidad: USA Año: 2011 Fecha de estreno: 27-01-2012 Duración: 137 Género: Biopic, Drama Color o en B/N: Color Fotografía: Tom Stern
Sinopsis: J.Edgar Hoover llegó a ser el hombre más poderoso de Estados Unidos. Durante sus casi 50 años como director del FBI (Oficina Federal de Investigación), no hubo nada que le impidiera proteger a su país. Hoover sobrevivió a ocho presidentes y a tres guerras, luchando contra amenazas reales e inminentes y saltándose las reglas a menudo con el fin de mantener a salvo a sus compatriotas. Sus métodos eran tan despiadados como heroicos, siendo la admiración del mundo su premio más codiciado y a la vez el más difícil de alcanzar.J. Edgar explora la vida y las relaciones públicas y privadas de un hombre que podía distorsionar la verdad con la misma facilidad con la que la defendió durante una vida dedicada a su propia idea de la justicia, a menudo dominada por el lado más oscuro del poder.
Crítica
Con la complicidad del guionista Dustin Lance Black, que ya estuvo detrás de la notable Mi nombre es Harvey Milk (Gus Van Sant, 2008), Clint Eastwood parece haber tomado el camino más difícil a la hora de afrontar la figura de J. Edgar Hoover: en lugar de someter a uno de los iconos más odiados de la reciente historia americana a un juicio feroz e inapelable, el cineasta construye la ilusión de proporcionar al personaje (esquivo, opaco y con más esqueletos en el armario que un castillo de novela gótica) la posibilidad de formular su propia apología, de contar su hipotética versión de una historia que transcurre en las cloacas del poder.
El resultado es una película quizá antipática, pero también compleja, fascinante, llena de capas. La demoledora elipsis que pasa del aparente flirteo entre Hoover y Helen Gandy a la crepuscular realidad de sus roles futuros es tan solo uno de los eficaces golpes de efecto de una película que indaga en la torturada sexualidad del personaje de manera suficientemente explícita, pero esquiva con habilidad el morbo y acaba hablando de algo más profundo: la construcción de una identidad pública como pulso contra el mundo y contra uno mismo.