La belleza es un arma de doble filo. Iván Sánchez empezó su trayectoria profesional en la rama del modelaje, pero su porte pronto hizo de él un poderoso reclamo para la industria televisiva y para lo más granado de la producción cinematográfica patria, que no duda en recurrir a su elegancia a la hora de pasear proyectos (propios y ajenos) en los festivales más reputados del mundo. Todo ello, obviamente, sin descuidar la interpretación: a su nutrida carrera televisiva se suman películas meticulosamente escogidas. La última de ellas es Culpa mía, segunda entrega de la adaptación de la trilogía superventas Culpables, que ha conquistado a miles de lectores y espectadores. "Es una película con mucha acción y conflicto, fiestas, enfrentamientos entre adolescentes y bandas... Entre los hermanastros que se enamoran no hay consanguinidad, y la verdadera encrucijada la tiene la madre de ella, que viene de un pasado de violencia doméstica. Con su marido ya en la cárcel, conoce a mi personaje, rehace su vida con él y de repente aparece este romance entre sus hijos adolescentes, que amenaza la felicidad que tanto le ha costado alcanzar. Aunque entre los dos jóvenes no existan lazos de sangre, viven en la misma casa que sus padres, y socialmente es todo muy delicado". Se diría que no es tanto que los chicos hagan algo malo como que la sociedad lo ve así.
¿Confundimos la culpa con la vergüenza? ¿Hasta qué punto puede condicionarnos el qué dirán a la hora de seguir (o no) nuestros deseos? "La culpa cristiana es muy bestia y su sombra es muy alargada. Es complicado lidiar con ella, y siempre se ha tendido a callar. Hoy en día la gente está más dispuesta a abrirse, a confiar su intimidad o ir a un terapeuta, pero no hace tanto que eso te convertía en un bicho raro y no se hablaban los problemas en casa. Yo creo que la vergüenza habría que desterrarla. Deberían enseñárnoslo desde pequeños. La culpa sí puede valer, pero muchas veces uno se inculpa por el entorno y lo aprendido más que por uno mismo".
Su personaje en esta película le ha hecho reflexionar sobre los lazos familiares. "Él ha estado muy centrado en los negocios y ha sido condescendiente con su hijo: no le ha prestado atención y le sorprende ver dónde se ha metido. A veces los padres estamos tan fuera de casa que no prestamos a nuestros hijos el tiempo de calidad que les debemos". Sánchez celebra la flexibilidad y pluralidad que este título refleja: "Ahora estamos más abiertos a nuevas estructuras familiares, aunque es cierto que Madrid es una ciudad relativamente cosmopolita y me muevo en un entorno bastante abierto. No hay más que salir de las grandes ciudades para encontrarse con otra España, otra sociedad a la que le queda muchísimo por andar. La película viene a decir que la familia no tiene una única estructura, sino que hay muchas. Y quien piense lo contrario debería tener cuidado con el karma. Basta que niegues algo para que la vida te lo ponga de frente".
Para Miguel Bosé, a quien acaba de dar vida en la serie Bosé, sólo tiene buenas palabras. "Tengo la fortuna de conocer a Miguel desde hace más de 25 años. No somos íntimos, pero hemos tenido cierto contacto en la esfera privada. La serie se mete de lleno en toda su vida. Todo lo que tuvo la suerte o la desgracia de vivir: su entorno era muy privilegiado para ciertas cosas, pero también muy destructivo. Todo el mundo sabe que sus padres son dos monstruos en todos los sentidos. Miguel es un artista impresionante, tiene a sus espaldas muchísimas canciones y películas, se implicaba muchísimo en su trabajo y no se dejó llevar por la ola. La España de los 70 y los 80 aún era muy cerrada, y él rompió límites. Quizá la gente no es muy consciente de ello: últimamente se tiene otra imagen de él, que también es la que está dando él ahora. Él estaba muy contento con todo el material de rodaje que le enviábamos, lo que para mí fue un alivio: no es fácil interpretar a una persona tan conocida y que está viva. Digamos que hay muchos Migueles, es complicado abarcarlo todo".
Sobre su sostenida presencia televisiva, especialmente con su papel en Hospital Central, afirma que a veces, cuando el público te asocia a un personaje determinado, resulta más difícil que lleguen otro tipo de papeles. "Tendemos fácilmente a etiquetar, y hay gente que sale de ahí mejor y otra, peor. A algunos de mis compañeros les costó hasta 12 años. Otros actores, como Carmen Machi o Javier Cámara, sí han conseguido crearse una carrera al margen de personajes televisivos muy longevos y populares. Yo siempre digo que todo suele estar en uno mismo. Si sigues tu instinto y buscas los proyectos que quieres hacer, las cosas acaban sucediendo, aunque tengas que invertir tiempo o dinero". Él lo sabe bien: acaba de estar en Cannes, cuyo mercado cinematográfico es el más sólido y dinámico del mundo. "Presentamos allí la película Nueva Tierra, una realidad distópica en la naturaleza salvaje. Cannes, el festival por antonomasia, tanto en los estrenos para prensa como en el mercado. Ahí te das cuenta de la magnitud de la industria del cine. Es muy valioso constatar que, aparte del rodaje y la preproducción, hay muchísimo detrás: distribuidores, agentes de ventas... Te da una visión de 360 grados de la industria".
Dice el refrán que nunca es tarde, e Iván lo corrobora: acaba de estrenarse como escritor con Sueño, una novela que aborda el amor en las diferentes etapas de la vida. "Suelo tomar pequeñas notas de mis pensamientos y mis viajes, y Sueño nace de uno de esos escritos. Me venía a la cabeza una y otra vez y me dije: ‘Ponte a escribir’. Necesitaba dejar brotar ciertas cosas. Y el final es feliz, porque lo necesitaba así". El actor confiesa estar en un momento pletórico: "Tengo un trabajo que me encanta. Estoy muy bien con mi familia y en mi vida personal. He producido mi segunda película. Todo pinta bonito". Nos encantan los finales felices.
Grooming: Víctor Maresco (Cool Producciones). Producción: Beatriz Martínez Velasco. Asistente de fotografía: Marcos Jiménez.