Rayo Vallecano - Real Madrid: El Rayo fulmina el liderato

Rayo Vallecano - Real Madrid

El Rayo fulmina el liderato

Liga 2022-23 / Jornada 13

El Madrid pierde en Vallecas su primer partido liguero en un duelo trepidante

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Ancelotti: «Las sensaciones con Benzema no son buenas»

Álvaro García celebra su gol EFE
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Jornada 13

Rayo
Rayo

Dimitrievski, Iván Balliu, Fran García, Óscar V., Lejeune, Catena, Isi Palazón (Chavarría, min. 88), Óscar Trejo (Unai López, min. 71), Camello (Falcao, min. 88), Comesaña (Pathé Ciss, min. 79), Álvaro G. (Salvi, min. 88)

3
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Real Madrid
Real Madrid

Courtois, Militão, Alaba, Valverde, Rodrygo, Asensio, Vinícius Jr., Carvajal (L. Vázquez, min. 85), Modric (Mariano, min. 79), Tchouaméni (Camavinga, min. 69), Mendy (Nacho, min. 85)

Goles

1-0 Comesaña (4'), 1-1 Modric (36'), 1-2 Militão (40'), 2-2 Álvaro G. (43'), 3-2 Óscar Trejo (66')

  • Árbitro: Juan Martínez Munuera
  • Alejandro Catena (1'), Vinícius José Paixão de Oliveira Júnior (10'), Óscar Trejo (47'), Luka Modric (59'), Dani Carvajal (64'), Rodrygo Silva de Goes (69'), Iván Balliu (86'), Pep Chavarría (90'), Lucas Vázquez (98')

En la primera jugada del partido, Vinicius se fue directo al área, como acostumbra, y con su regate obtuvo la amarilla de Catena. Primera falta, primera tarjeta. Vinicius sonreía de felicidad, pero ni el criterio ni el partido serían ya así. Serían exactamente lo opuesto.

El Rayo fue desde el instante siguiente un vendaval casero de presión y velocidad, de orden y compostura. Y marcó muy pronto. Una jugada rapidísima de los García, de Álvaro a Fran, que centró para el remate zurdo y de primeras de Comesaña. Un golazo colectivo fabricado por la banda izquierda del Rayo, la mejor todo el partido.

El Rayo era dueño y señor: dueño de la pelota y señor del campo y la presión, con el Madrid acogotado. Tardó casi veinte minutos en intentar una jugada de varios toques. El centro del campo hacía aguas, se veía superado por un ritmo superior.

La única salida madridista era Vinicius, sobre el que se ensayó un nuevo recurso defensivo con la total permisividad arbitral: Balliu, superado en la carrera, le arreó un cate por detrás y a dos manos que lo tumbó, rodando banda abajo. Aun pedían amarilla para el brasileño, al que poco después, en un dos contra uno, tiraron del rectángulo con un empujón (de Isi, en la ayuda) como quien echa a un forastero demasiado gracioso del bar del pueblo. Ni palabra del árbitro, ni palabra del VAR. Hay con Vinicius una especie de reto colectivo liguero, que va desde la prensa hasta el último lateral derecho, y que parece contar con el visto bueno arbitral, para que no brille, no drible más, no sonría tanto. Es el mejor jugador de la Liga, el ganador de la Champions, el titular con Brasil y le van persiguiendo por el campo como si fuera un facineroso y un problema del campeonato. Es lo nunca visto. ¿Acaso iban los laterales dándole capones impunes a Messi?

Como el Madrid era Vinicius, y bastante tenía Vinicius, Ancelotti empezó a mover las piezas en el centro del campo, como si Vallecas exigiera una escala nueva, que de hecho la exigía: recomponer o compactar o escalar el mediocampo o su estructura. No sabemos si es por la mayor velocidad o es por el menor tamaño o por las dos cosas, pero Vallecas exigía alterar la ecuación 'xaviana' del espacio-tiempo. Ancelotti permutó. Lo primero, a Valverde con Asensio, que devuelto al extremo entró en el área, ganó pelota y posición y fue derribado por el defensa de forma clara. Como la claridad no era evidente al árbitro, el VAR se lo tuvo que indicar tras varios minutos para la certificación. Un poco más y llaman a un notario. Munuera pitó y Modric marcó venciendo a Dimitrievski con una serenidad pasmosa. Como interiorizando en su ritmo el panenka, como panenquizándose todo él. Es muy difícil ver que un lanzamiento de penalti da paz. Modric dio paz al lanzar.

Ancelotti cambió más cosas ante el colapso en la media; centró a Modric y puso donde Kroos a Tchouaméni, perdido y con problemas en el cortísimo plazo que imponía la presión rayista.

Más recompuesto el Madrid, llegó un córner que supuso el 1-2. Militao se zafó de la marca y con el sitio ganado esperó quieto el balón, y en esa posición, con escorzo pasmoso se elevó hacia atrás y remató con un giro de cabeza con el que recogió la pelota como si lo hiciera con una cesta de pelotari. Fue un golazo sorprendente.

El resultado era agua fría para el rayismo, hasta injusto quizás, y antes del descanso lo remedió Álvaro García, rematando una jugada colectiva en la que la defensa blanca fue como un mirador agradable por el que se fue paseando el Rayo hasta llegar al zurdo, que remató con fuerza venciendo las manos de Courtois, y vengándose, porque al principio del partido le había frustrado un gol con una parada de categoría Champions.

Justo antes y después del descanso, el Madrid tuvo dos contras peligrosas que fallaron Vinicius y Rodrygo. Parecía dejar espacios el Rayo, pero fue espejismo, y siguió atacando apasionadamente por las dos bandas. Era un partido para alegrar un lunes, un espectáculo de ritmo, un toma y daca que tenía su zona de mayor claridad y peligro en la izquierda rayista de Fran García.

Llevado por el pathos, Iraola fue expulsado. Nada cambió. Su equipo estaba bien formado.

Cuando no era Fran era Álvaro, que en una rápida contra superó a Carvajal forzándole a unas manos ya pitables y asumidas. El penalti (Trejo) lo paró Courtois. Pero se repitió por adelantar sus pasos el portero y Trejo no falló.

Ancelotti sacó a Tchouaméni, con problemas hasta para encontrar el banquillo (no olvidará Vallecas) y Camavinga pasó a mover el equipo. El Madrid estaba tan mal como en la primera parte, si no peor, porque ya no aparecía Vinicius. La labor del equipo tendría que ser hacerle llegar un balón, al menos uno. Cuando lo tuvo por fin, fracasó. El más entonado era Asensio (el que lucha por el Mundial, curiosamente) y entró Mariano por Modric, declaración de impotencia más que de esperanza. Se colgaron balones con un vuelo muy poco decidido ante un Rayo siempre firme. El Madrid se puso a apretar en el descuento. Un poco tarde esta vez. Su derrota es también victoria del Rayo, que se mostró aguerrido y valiente. Una pequeña gran máquina de fútbol ante un Madrid que no estuvo del todo, como si no hubiera acertado con el calzado, los neumáticos o la justa determinación.

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