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Hay suertes en el aire más allá de Barbenheimer y no, no nos referimos a que dé la sorpresa Pobres criaturas ganando el Oscar. Más allá de quién obtenga el Oscar 2024 a Mejor Película, de si Robert Downey Jr. gana con Oppenheimer la estatuilla a Mejor Actor de Reparto o si el Ken de Ryan Gosling le arrebata el Oscar o de lo que suceda en las categorías principales, la noche del domingo nos depara otro duelo en la sección a Mejor Cortometraje. Es un verdadero David contra Goliat por más que nos cueste imaginar a Wes Anderson como un rudo gigante capaz de aterrorizar ni siquiera una casa de muñecas. Hablamos, claro, de La maravillosa historia de Henry Sugar y la que parece su única rival en la carrera al Oscar: El después, un cortometraje del debutante Misan Harriman.
Ambas películas están en Netflix y apenas te van a quitar media hora. No nos culpes si al acabar deseas que duraran más. De La maravillosa historia de Henry Sugar ya hablamos en su momento, uno de los cuatro cuentos de Roald Dahl que Wes Anderson ha adaptado para Netflix. Wes Anderson, Roald Dahl: poco hay que añadir (bueno sí, que aquí tienes los mejores libros para adultos de Roald Dahl). Así que hablemos de El después.
Son 18 minutos que te volarán la cabeza: directos al corazón. Ya llegará El después, el relato de un duelo desde la cabina de un Uber, pero para ello tiene que pasar “El antes” y comienza como un sueño: un padre con su hija, la hora dorada en Londres, el sol resplandece a contraluz, suena música de piano. El padre (David Oyelowo), vestido de ejecutivo, va a retrasar una reunión para acudir a la función de su hija -monísima, el sol corona sus rizos, baila con la torpeza infantil que hace caer la baba a los papás en el auditorio de un cole- y aparece la madre: la familia perfecta. Y entonces: la pesadilla, el trauma, El después: el protagonista se deja crecer la barba y conduce un Uber.
Hay muchos estilos de barba, pero digamos que la de David Oyelowo es una barba postraumática, de duelo. El duelo sigue teniendo el sol que amanece entre los edificios de la City de Londres para caer sobre la nuca atormentada de Oyelowo sentado en el capó del coche. Sigue la música de teclado y el tono de ensueño, ahora de pérdida, del Antes, pero de inmediato la película encuentra su acierto, su razón de ser, la honda de David para vencer a Wes “Goliat” Anderson: irrumpe la realidad de un conductor de Uber. Y entonces se apaga el sol, se detiene el piano y comienzan a entrar y salir clientes con sus problemas, alegrías y silencios cotidianos y a veces ridículos. De pleno en El después hay momentos, los mejores momentos, que rozan a otra candidata al Oscar en Mejor Película Internacional, la película que podría quitarle la estatuilla a La sociedad de la nieve: Perfect Days.
Lo que sigue, el después del después, entra en territorio del spoiler. Baste decir que incluye a una niñita espigada parecida a la hija del protagonista, con la cara más larga y unos progenitores que nadie querría en su coche. Y sobre todo, los efectos terapéuticos de la luz y el teclado antes de que suene Let It All Go de Birdy y Rhodes y salten los créditos.
¿Puede la película de un director debutante derrotar la mejor entrega de los cuatro cortometrajes de Wes Anderson? No sería la primera vez que sucediera algo parecido. Sin ir más lejos el pasado año dos desconocidos directores irlandeses derrotaron el cuento de Navidad de Disney Plus, firmado por Alice Rohrwacher y producida por Alfonso Cuaron. ¿O compensará la Academia la total (e injusta) ausencia de Asteroid City en las nominaciones premiando a Wes Anderson mediante su cortometraje?
Pase lo que pase, y preferiblemente Antes, no te pierdas esta otra joya de Netflix, no vaya a dar la sorpresa: El después.
