Immaculate (2024), de Michael Mohan

La joven novicia estadounidense Cecilia ha pedido que la acepten en un convento italiano para hacer ahí sus votos perpetuos, y cuidar de las monjas ancianas, con demencias seniles o enfermedades graves; le atrae la benemérita obra que lleva a cabo el animoso padre Sal Tedeschi. Pero va a descubrir que la vida de dedicación a Dios que esperaba no está por ninguna parte. Como le dice una de sus compañeras, para estar ahí hay que ser una zumbada o estar huyendo de algo. Pero aún hay más, porque se encuentra con extraños ritos y una siniestra conspiración, al tiempo que ella se queda embarazada sin concurso de varón.

No es lo mismo una película de horror, que un horror de película. La situación aquí es la segunda. Porque toda la trama que propone el guión del desconocido Andrew Lobel, convertido en imágenes por el no mucho más popular Michael Mohan es un completo disparate, sin ningún esfuerzo por hacer la cosa mínimamente verosímil. Estamos acostumbrados a la falta de respeto a los católicos a la hora de utilizar la imaginería y la liturgia religiosa con intenciones folclóricas, pero al menos en otros filmes esto se pone al servicio de un guión más o menos consistente. Aquí, de eso nada, monada (y lo de monada no va con segundas, Sydney Sweeney, protagonista y productora del film).

A lo largo del metraje vemos personajes con extrañas máscaras rojas, torturas, momentos de violencia inaudita, partos, suicidios, ¡que no falte de “ná”! Ello para plantear una trama loca de ingeniería genética, de espera del Salvador (ah, ¿pero no vino ya? ¿Y por qué la hermana Cecilia es tan importante, una especie de Virgen María bis?), en que matar no parece que sea pecado, ni la tortura, ni nada, en que rezar importa poquito... El sublime ridículo de la película lleva a mostrar a las monjas bañándose vestidas pudorosamente con túnicas, que, eso sí, se transparentan, para mostrar sus pechos; qué sutil.

Por supuesto hay un tremendo planteamiento de dominio patriarcal, un obispo, ese curita científico al que interpreta un español, Álvaro Morte, aunque para compensar hay una madre superiora marimacho que no se queda corta. Mientras que la mayoría de las mujeres del film, monjas, son tontas, a las que les parece la mar de milagroso y chulo que una de ellas se quede embarazada. En fin, no merece la pena dedicar una línea más a una película tan estúpida.