Críticas de Imitación a la vida (1959) - FilmAffinity
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Imitación a la vida

Drama Lora Meredith (Lana Turner), una actriz viuda en paro, vive con su hija adolescente (Sandra Dee) en Nueva York. Un día, conoce por casualidad a Annie, una mujer negra (Juanita Moore) a la que contrata como sirvienta. Ese mismo día conoce también a Steve (John Gavin), un fotógrafo que se enamora de ella. (FILMAFFINITY)
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Críticas 36
Críticas ordenadas por utilidad
21 de noviembre de 2010
89 de 96 usuarios han encontrado esta crítica útil
El título español, “Imitación a la vida”, choca al oído. Parece decir “Invitación a la vida”. Y no es eso exactamente, aunque se parece.
La canción interpretada por Earl Grant mientras se presentan los créditos dice que una vida sin amor no es una verdadera vida: es una imitación de la vida.

Este sencillo mensaje es el núcleo del film.
Los personajes que lo encarnan se conocen por azar en la multitudinaria playa neoyorquina de Coney Island.
Lora ha perdido a su hija Terry entre la muchedumbre de bañistas. Anne y su hija Sarah Jane la han encontrado y juegan con ella. Steve, un joven fotógrafo en prácticas, se interesa por ellas y pide permiso para retratarlas.

Las relaciones que ligan a los cinco personajes durante las siguientes décadas, sus altibajos, tiranteces, pasiones e intermitencias, son el campo donde Sirk desarrolla el título: un muestrario de situaciones definidas por la insuficiencia del amor, su aplazamiento, su enfriamiento entre temores…

Lora, la actriz viuda, considera más importante su carrera.
Su hija Terry padece como alejamiento esas prioridades.
La ilimitada abnegación de Anne, la madre negra, no es correspondida.
Sarah Jane, la hija mulata, siente sólo rencor, por la discriminación racial.
Steve, el leal enamorado, debe aguardar una incierta posibilidad futura.

El material sería el de un folletón, un culebrón, una historia de virtuosos principescos y villanos taimados, simple y maniquea, pero Sirk, cineasta de formación europea y clásica (danés huido del nazismo), lo ennoblece con humanidad y matices. Se buscan las emociones elevadas, como el intenso momento en que Mahalia Jackson canta íntegro el gospel “Trouble of the world”. Gracias a la elegante fotografía de Russell Metty, la fuerza simbólica del color define los ambientes: los tonos pastel, el hogar confortable y el mundo ordenado; los encendidos y saturados rojos, los cabarets y los bajos fondos (un tratamiento que hizo escuela y tuvo seguidores, Fassbinder entre otros). Las motivaciones de los personajes se muestran y justifican, con una comprensión amplia que evita el juicio moral y consigue profundidad a la hora de trazar sus perfiles. No es que sean ambiguos, no va por ahí el arte de Sirk, sino que se debaten entre dudas y contradicciones muy dramáticas, expuestos al error y a la desgracia, no como castigo de la maldad sino como consecuencia del defecto básico: la incapacidad de amar a quienes cuentan en la vida de uno, lo que convierte a ésta en una vida inauténtica. En una imitación.
Archilupo
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5 de junio de 2007
66 de 75 usuarios han encontrado esta crítica útil
Último film de Douglas Sirk, que en 1959 regresa a Alemania, donde se dedica a la dirección teatral y a la enseñanza. Se basa en la novela "Imitation Of The Life" (1933), de Fannie Hurst, de la que es la segunda adaptación al cine. Se rueda en Hollywood, Sunset Boulevard (Hollywood), Aquarius Theatre (LA) y LA (CA). Nominado a 2 Oscar (actriz reparto), gana un Globo de oro (actriz reparto:Susan Kohner). Producido por Ross Hunter para la Universal, se estrena el 17-IV-1959 (NYC).

La acción tiene lugar en NYC en dos tiempos (1947 y 1958), separados por 10 años. Douglas Sirk (Detlev Sierk) ya había decidido dejar los EEUU cuando acepta la realización de la obra, en la que ve una oportunidad de hacer un análisis crítico de la sociedad americana del momento. La película es un melodrama, cuidado y estilizado, que exagera los aspectos menos verosímiles del relato, exalta sentimientos comunes (amor, odio, egolatría, dominación, etc.) y roza el folletín, sin caer en él gracias a la seriedad, altura y elegancia de la dirección. Pese a centrar la atención en 4 mujeres, no se ajusta a lo que se conoce como "película de mujeres", subgénero al el film que supera en trascendencia, profundidad y visión general de los temas que trata.

Sirk explora, con afanes de objetidvidad y desde la distancia, la sociedad americana de finales de los 50, en la que identifica síntomas de inseguridades, represiones y violencia. Halla, además, bolsas de pobreza extrema (personas sin techo), nuevas formas de explotación de los débiles (trato doméstico esclavista de afroamericanos), racismo agresivo (el novio que se ensaña a golpes con la novia cuando averigua que es mulata), corrupción y abusos generalizados en importantes grupos sociales (mundo del espectáculo), una cultura que sobrevalora el éxito económico, la fama y el materialismo, el destino de perdedores que se reserva a las personas que anteponen los sentimientos y la honradez a la ambición, la hipocresía de la doble moral, la intolerancia de la diferencia, etc. La vida sin afecto, cariño, generosidad, honradez y amor a los demás y de los demás, puede ser un sucedáneo de la vida o una vana imitación de la misma, pero no es vida. El realizador sitúa en el trasfondo del relato una visión amarga y crítica de la realidad, que es la que le lleva a abandonar los EEUU para regresar al país natal, donde permanece alejado del éxito, la fama y la fortuna.

La música, de Frank Skinner, con aportaciones de Henri Mancini (no acreditado), envuelve la narración en melodías (13 temas) de gran nivel. Destaca "Succes Montage", que en sucesivos planos sonoros describe el ascenso gradual de la protagonista en 1948/57. Mahalia Jackson canta el espiritual negro "Trouble Of The World" en el que posiblemente es el momento más emotivo del film. La fotografía, del gran Russell Metty, crea composiciones de gran fuerza plástica, que engrandecen la obra y le confieren excelencia. Las interpretaciones femeninas son notables.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Miquel
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25 de junio de 2006
55 de 70 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante un verdadero portento de película. Es una película que habla de la vida misma, de esas curiosas y desconcertantes vueltas que da la vida. Aquí se habla del racismo, de los fracasos y los triunfos, de la ambición, del amor, de la amistad, de la aceptación de uno mismo, de la juventud... es toda una meditación de la condición humana. Todas las interpretaciones son portentosas y todas muy en su nivel. Pero de toda la película me gustaría destacar un tema que está más presente incluso que el del racismo, y es el de la madre, la maternidad encarnada en el papel de Juanita Moore. Yo creo que es todo un homenaje a lo que es y significa una madre, ese primer regalo que nos da Dios al nacer, el amor de una madre. Es un personaje que personifica muy bien ese amor que solo una madre es capaz de dar, una mujer que ama y que sufre con el desprecio de su hija, pero sin embargo una madre nunca deja de creer y de esperar por un hijo. Los últimos veinte minutos de esta película son la cosa mas hermosa y emocionante que jamás se ha rodado en el cine, la escena en la que aparece la desconsolada hija deja sin aliento. Si tuviera que dedicar una película a mi madre, sin duda le recomendaría esta. Cuando uno ve esta película piensa inmediatamente en su madre y se da cuenta en seguida de que no hay nada tan grande en este mundo como el amor y el cariño de una madre. Un homenaje a una madre, esto es esta película.
Oscar
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16 de febrero de 2010
30 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
La última película de Sirk fue el paradigma insuperable del melodrama, la culminación absoluta a una filmografía grandiosa, de un estilo y elegancias para captar emociones, sublimes. "Imitación a la vida" es la obra maestra del melodrama de los 50, dónde la cursilería posible se hace sublime arte, dónde el sentido expresivo y dramático del color del autor de "Escrito sobre el viento", alcanza cotas formidables, dónde la enajenación sentimental/emocional y las frustraciones personales presentes en el cine de Sirk se hacen inolvidables, dónde la plasticidad alcanza su más alta categoría. Secuencias como la del entierro de la formidable mujer y actriz Juanita Moore son de lo más emocionante, vívido y sublime que ha visto cualquiera; el trato que se hace del problema racial como telón de fondo para un feroz y majestuoso análisis de la condición humana resulta irrepetible. Es un film perfecto, una joya imperecedera con la que llorar no es un acto ridículo sino la posibilidad de limpiar nuestros cansados ojos de cine inerte con cine que zarandea, arrasa, te vive y te revive.
kafka
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16 de julio de 2009
31 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé cuántas veces he manifestado que considero al guión como la pieza clave de la película, y aunque aún lo creo, no dejan de aparecer películas donde la calidad del guión es cuanto menos secundaria sin por ello perjudicar a la película. Claro que cuando pasa esto, detrás de la cámara hay cuanto menos, un director del calibre del alemán Douglas Sirk.

“Imitación a la vida” es una historia melosa, casi folletinesca donde es difícil clavar el diente; pero cuando existe un ritmo narrativo tan extraordinario como el de Sirk, cuando observamos una planificación de escenas tan equilibrada, una fotografía tan portentosa y unas actuaciones tan loables, muy malo debe ser la historia para que no disfrutes con la película.

El rey del melodrama ejerce aquí sus cualidades dotando a los personajes de unos ricos matices. Poco a poco, la película entra en una progresión dramática medida con diapasón hasta un estallido al que es imposible resistirse.

Con esta película, Lana Turner se convirtió en precursora al aceptar un tanto por ciento en la recaudación de la película en lugar de un cheque por los servicios prestados. Lora Meredith (Lana Turner) es a una mujer de carácter fuerte y con excesivas ambiciones. Es un personaje alejado de los típicos papeles que Hollywood solía dar a las mujeres pero que eran habituales en los estudios donde Sirk rodaba. No es un papel de diva, no es un personaje de única moral. De hecho, ningún personaje de “Imitación a la vida” esta exento de caer quisquilloso, desagradable o inadaptado para el público. No hay personaje modelo y eso es lo que convierte a esta película en algo maravilloso. Incluso la inolvidable Annie interpretada por Juanita Moore (inconmensurable en su papel) comete el error de ser excesivamente tolerante y sacrificada.

Al final, cada personaje se da cuenta de que en lugar de vivir la vida han cometido el error de soñar, jugar y pensar en vivir la vida; y lo que han obtenido al cabo del tiempo es una imitación de la vida.
Chagolate con churros
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