Hypnotic (2023), de Robert Rodriguez

El detective Danny Rourke ha tenido que acudir a sesiones de terapia después de que su hijita desapareciera cuando jugaba en un parque, y no se sepa nada de su paradero. De vuelta al servicio, toma parte muy activa en evitar el atraco a un banco espectacularmente orquestado, y que resulta estar relacionado con el secuestro de la pequeña. Las indagaciones le llevan hasta la vidente Diana Cruz, que le desvelará la existencia de una siniestra y ultrasecreta organización gubernamental, formada por personas con increíbles superpoderes mentales capaces de crear constructos y doblegar voluntades, conocidos como los hipnóticos.

Después de entregar un buen puñado de películas de acción fantástica y familiar, Robert Rodriguez no renuncia al espectáculo adrenalítico, pero con el coguionista Max Borenstein ha decidido pergeñar una cinta que emula las de Christopher Nolan, y muy particularmente a Origen, con la idea de que nada es lo que parece, que la realidad que nos circunda puede ser virtual, y que hacen falta “detonantes” –el equivalente a los tótems del film de Nolan–, para recordar lo que se ha olvidado. Pero el texano se pierde en el laberinto de una trama bastante obtusa, en que los momentos de “explicación” lastran la narración terriblemente.

En fin, a Ben Affleck se le da genial lo de poner cara de perdido, Alice Braga es una actriz muy competente, aunque las diversas caras de su personajes despistan bastante, y a William Fichtner le viene al pelo ser un villano frío. Y como la acción es vistosa, siempre queda eso; de todos modos, la contrapartida de sentirte como espectador, incómodo y despistado todo el tiempo, hace que la experiencia de ver el film resulte bastante irritante. Y eso que la cinta apenas sobrepasa la hora y media de metraje.