Nican in Tlaltipac. Aquí en la Tierra. Breve muestra de poesía náhuatl clásica
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Versiones del náhuatl clásico e introducción de Maximiliano Sauza Durán.
La poesía del náhuatl clásico es una de las grandes herencias inmateriales del Amoxtlalpan, la Tierra de los Libros, Mesoamérica. Es de las pocas que sobrevivieron (por medio de la tradición oral y luego por la introducción del alfabeto latino) a la Conquista y la Colonia. Presenta ella las esenciales preocupaciones humanas: el papel del hombre en el universo, la contemplación de la efímera existencia, la amistad, la guerra… In xóchitl, in cuícatl, le decían, “la flor, el canto”. Xochitlahtolli, “la palabra florida”, metáfora de la poesía. Con las siguientes traducciones (viejas palabras de otros tiempos y lengua ajena), busco darle nuevos sentidos a poemas ya revisados por grandes aztequistas como Ángel María Garibay y Miguel León-Portilla. Mi interés en estos poemas surgió a partir de una novela que escribo sobre la vida y tiempo de Nezahualcóyotl, el siglo XV —último de la civilización mesoamericana—. No conforme con las versiones que encontraba de la poética náhuatl (con las conjugaciones en “vosotros” o locuciones arabescas en boca de un tlacuilo mexica, como la expresión “ojalá”), me di a la tarea de crear mis propias versiones.
Durante el periodo Posclásico Tardío (siglos XIV-XVI), los reyes aztecas eran afamados no sólo por sus hazañas bélico-políticas sino también por su agudeza lírica y retórica. He aquí algunos de los cantos que sobrevivieron el infausto escrutinio del tiempo, algunos adjudicados a grandes reyes-poetas, como el propio Nezahualcóyotl de Tetzcoco o Tecayehuatzin de Huexotzinco; otros son pequeñas obras maestras anónimas. Todas me parecen representativas de los temas que menciono previamente, y pueden leerse, pues, como un avance de novela o como meras traducciones. Conservo la división versificada de Garibay encontrada en La literatura de los aztecas (Joaquín Mortiz, México, 1964) y La tinta negra y roja, de León-Portilla (Era, México, 2008), así como la ortografía antigua.
Al cantor
Libro de pinturas es tu corazón.
¡Cantas tú, cantor!,
tañes tu atabal, ¡oh cantor!
Dentro del aposento del estío
eres transparente.
Ilhuicpah cuicani
Amoxtlahcuillolli moyol.
Xoncuica, ticuicamitl,
titzotzoa mohuehueuh, ticuicani.
Xopancalihtic
titehuiltia.
El sueño de una palabra
¡Y amigos,
oigan
el sueño de una palabra!,
en la estación florida vivimos,
nos sosiega el jilote dorado,
el elote rojizo
se nos vuelve collar.
así se sabe
que son verdaderos
los corazones de nuestros amigos.
In itlatoltemictli
¡Auh tocnihuane
tla xoconcaquican
in itlatoltemictli!
xoxopantla technemitia
in teocuitlaxílotl technithuitia
tlauhquecholol elotl
teconcozcatia
In ticmati
ye on tlaneltatocato
iyyollo tocnihuan.
En la casa del escriba
En la casa del escriba
yo canto del libro las pinturas,
soy aquél que las despliega,
soy la preciosa guacamaya florida,
mucho es lo que hablo
dentro de la casa de las pinturas.
In tlacuilolcalli
In tlacuilolcalli
in noncuicaamoxtlapal,
noconzocouhtimani,
noxochialotzin,
nontlatetotica,
in tlahcuilocalitic.
Miro aquí una flor
Al fin lo sabe mi corazón:
escucho aquí un canto,
miro aquí una flor.
¡Que jamás se marchiten!
Nic itta in xóchitl
Quin oc ca tlamati noyollo:
yehua nic caqui in cuícatl,
nic itta in xóchitl:
maca in cuetlahuiya.
Nadie es real en la Tierra
El Dador de la Vida se mofa:
sólo un sueño perseguimos,
oh amigos,
nuestros corazones confían,
mas él sólo se mofa.
Celebremos conmovidos
dentro de la casa de las pinturas.
Nos sustenta el Dador de la Vida,
él sabe, el determina
cómo moriremos los hombres comunes.
¡Nadie, nadie, nadie
de veras mora con raíz aquí!
Ayac nelli in Tlaltipac
Ipalnemohuani moquequeloa,
zan temictli in tocotoa,
in tocniuh,
on tlalnetoca toyolo,
moquequeloa yehuatl.
Tla tomicnoahuican
calitec, tlacuilolpan.
Technemitia in Ipalnemohuani
ye quimate, ye conitoa
in ic timiqui timacehualtin.
¡Ayac, ayac, ayac
nel on tinemi nican!
Maximiliano Sauza Durán / Querétaro, Querétaro, 1993. Traductor, arqueólogo y maestro en Literatura Mexicana por la UV. Premio Latinoamericano de Primera Novela Sergio Galindo 2020 por Los dioses que huyeron. Tiene una traducción inédita de Memorias de Adriano, la novela emblemática de la francesa Marguerite Yourcenar.