'Horace and Pete': la sitcom según Louis C.K.
El genio al desnudo

‘Horace and Pete’: la sitcom según Louis C.K.

Louis C.K. se despoja de sus complejos como autor con una serie que nadie esperaba, un espectro opuesto al relato idílico costumbrista de esas míticas sitcoms de los 70 que termina derivando en una realidad cruda y amarga.
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Hace unes meses, Louis Székely, al que todos conocemos como Louis C.K., nos sorprendió con el estreno de Horace and Pete, su nueva serie: la historia de un bar familiar de Brooklyn que solamente podíamos ver a través de su propia página web. Una jugada que, con nocturnidad y alevosía, pilló en bragas al mundo de la crítica televisiva, las redes sociales y a todos los fans de Louis C.K. que le siguen el rastro. Y es que, en la cúspide de su éxito, actuando en films de Hollywood, recogiendo premios por Louie y, sobre todo, con una cadena (FX) como aliada, dispuesta a producirle lo que quiera y cuando quiera, ¿por qué se molesta en gastarse su dinero en una jugada así el culo inquieto de C.K.? –¿puedo llamarle C.K., verdad? Lo haré a partir de ahora de todas formas–. La respuesta más inmediata y seguramente la más certera: porque sí, porque quiere y puede. ¿Hacen falta más preguntas y más respuestas? Seguramente no, pero allá voy.

Situémonos: C.K. escribe una serie dramática de diez episodios sobre los restos de una familia disfuncional propietaria de un bar centenario que se resiste a morir en el gentrificado Brooklyn actual. El protagonista, Horace, un perdedor de manual, insatisfecho y sin apenas lazos con su familia más cercana, hereda el bar de su padre y pese a que su hermana lo quiere vender, prefiere dejar su trabajo y tratar de sacar adelante el deficitario bar junto a su otro hermano, Pete. Este último sufre una enfermedad mental desde hace décadas mientras que a la hermana, Sylvia, le acaban de diagnosticar cáncer y la venta del local le ayudaría a pagar el tratamiento. Horace, pese a los traumas que ese bar representa, se resiste a abandonarlo por una extraña y masoquista sensación de querer cumplir con un deber autoimpuesto y seguir con la tradición familiar. Encima de todo esto, tiene que soportar a su malhablado y algo senil tío, a los parroquianos del bar y entre otras cosas, tratar de recuperar la relación con su única hija. ¿Suena súper divertido y muy apropiado para un monologuista de éxito, verdad?

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«C.K. prefiere producir y distribuir él mismo y así cargarse el “abc” de la industria audiovisual, se ahorra todos los problemas que conlleva lidiar con los ejecutivos y el marketing, y a nosotros nos ahorra ver una serie alterada en mayor o menor grado»

Primer bocado de realidad, que responde a una de nuestras preguntas: Aunque C.K. tenga mucho éxito y el respaldo de la cadena FX, un producto así es muy difícil de sacar adelante en una televisión comercial. Probablemente acabaría perdiendo la mayoría de sus esencias más genuinas y C.K. lo sabe. Prefiere tirar por la vía directa, producir y distribuir él mismo y así cargarse el “abc” de la industria audiovisual de toda la vida. De esta forma se ahorra todos los problemas que conlleva lidiar con los ejecutivos y el marketing y a nosotros nos ahorra ver una serie alterada en mayor o menor grado. Horace and Pete es tal cual se nos muestra, un producto de proximidad –¿existe el Km0 digital?– sin apenas manipulación o alteración, para los más puristas y entregados seriéfilos o, si me apuráis, “CKefilos”. Tenemos frente a nosotros diez capítulos, cada uno de ellos comprados directamente al productor por unos 5 pavos durante las diez semanas de tan peculiar emisión. No hay intermediarios, ni prejuicios, ni críticas previas ni spoilers masivos. Honestidad directa de un creador que, despojado de muchos de sus complejos decide ponerse a prueba y nos ofrece su experimento narrativo de primera mano. Ojo, porque tal experimento sólo podría funcionar con esta complicidad y diálogo directo entre creador y espectador.

 

Lo que esconde Horace and Pete

Pero, más allá de esta idiosincrasia, ¿qué supone Horace And Pete? ¿Qué nos depara esta extraña y chocante serie? Si bien hay que reconocer que sentarte delante de un episodio o incluso de toda la serie entera, requiere de cierta predisposición y, creo, un conocimiento previo así como apreciación hacia el bueno de C.K., lo cierto es que de esta experiencia uno se lleva una recompensa satisfactoria. Dicho de otra forma, si eres neófito en C.K., Horace And Pete quizá no es la mejor serie para desvirgarte. Mejor empezar con sus monólogos y espectáculos para HBO en paralelo a la genial Louie. Quizá ver luego sus trabajos anteriores como su primera y muy surrealista película Tomorrow Night. La ruta para llegar hasta Horace and Pete la decidís vosotros, faltaría más, pero las autoridades seriéfilas os recomiendan ésta para así degustarla y digerirla de la mejor manera. Al fin y al cabo, Roma no se construyó en un día.

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«‘Horace and Pete’ es una obra transparente con la que casi podemos visualizar a un ilusionando C.K. como realizador y guionista, conectando con su pasado de estudiante de cine»

Dicho esto, lo que sucede a continuación es todo recompensa y estímulo para el espectador. Por una parte, es gratificante descubrir a un nuevo C.K. No tanto por su faceta como intérprete –tiene un rango bastante limitado, todo sea dicho– sino por dejarnos ver su “yo artístico” más desacomplejado y atrevido. Horace and Pete es una obra transparente con la que casi podemos visualizar a un ilusionando C.K. como realizador y guionista, conectando con su pasado de estudiante de cine, casi con los ojos vidriosos ante una fase de autorrealización personal y artística. Sabiendo que está cumpliendo un sueño desde una posición privilegiada, sin obligaciones. Disfrutando de cada segundo de su secreto proyecto así como de sus espectaculares compañeros de aventura –de estos hablaremos más adelante–. Tenemos pues a un C.K. como creador y dialoguista más abierto en canal de lo que suele hacer en sus monólogos y más desnudo si cabe que en aquel final de la cuarta temporada de Louie.

Horace and Pete con su aspecto de obra de teatro grabada en cuatro decorados de cartón-piedra como aquellos míticos Estudio 1 de la TVE en blanco y negro y su estética decididamente decadente, funciona además como un reverso oscuro y tenebroso de grandes referentes de la sitcom familiar americana. Es inevitable pensar en otro mítico pub irlandés, hogar de tantas historia, encuentros y desencuentros al lado de una jarra de cerveza o una mesa de billar, Cheers. Ese romántico bar clásico del centro de Boston que enamoró a las familias de medio mundo durante una década con sus entrañables parroquianos de clase obrera y los encantos de un Ted Danson capaz de camelarse a cualquiera, forma sobre todo un marco referencial estético genial para abordar Horace and Pete.

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«Construye un espectro opuesto al relato idílico y nostálgico con el que recuerda esas míticas ‘sitcoms’ y crea un nuevo contrarrelato en el que el costumbrismo positivo y progresista con el que creció ha ido derivando en una realidad cruda y amarga»

También lo forman, tanto en un plano discursivo como estético, las exitosas sitcoms familiares como Todo en familia y Los Jefferson que creó Norman Lear en los 70, una década de la que siempre ha bebido –y mucho– C.K. Estas series y otras de la factoría de Lear que plagaron la televisión de esa década cambiaron los modelos de comedia familiar, girando su mirada hacia la clase trabajadora, con problemas mundanos y dinámicas más cercanas a un público en rebeldía. La puesta en escena teatral que tenían y esa estética vídeo que utilizaban -fueron de las primeras series en dejar el celuloide- sin duda le sirven de referente a C.K. pero sobre todo es en el contraste entre ambas ficciones donde se encuentra lo interesante. Con Horace and Pete construye un espectro opuesto al relato idílico y nostálgico con el que recuerda esas míticas sitcoms y crea un nuevo contrarrelato en el que el costumbrismo positivo y progresista con el que creció ha ido derivando en una realidad cruda y amarga. Parece decirnos: “Esa década, esas familias quizá no eran tan geniales. Y aquí tenemos a Horace and Pete para demostrar lo jodida que es la vida y cómo todos nosotros, padres, hijos, hermanos, tíos y cuñados hemos destrozado el mundo que tenemos y el que dejamos. Y ahora hemos de lidiar con esto”.

 

Un elenco espectacular y Paul Simon

El último aspecto a tratar es seguramente el que haga aún más magnífica la serie de la que estamos hablando: el impresionante elenco de actores que se apuntaron a la travesura de C.K. con guinda musical incluida: El tema principal compuesto expresamente por Paul Simon, quien incluso llega a realizar un cameo. Esta elección tampoco es casual. Como tampoco lo es el uso de “America” de Simon and Garfunkel en el episodio final. Ambas elecciones vuelven a hacer resonar en nuestra memoria la década de los 70 y su importancia en el discurso del humorista.

«El tema principal compuesto expresamente por Paul Simon, quien incluso llega a realizar un cameo»

Volviendo a los intérpretes, en el papel de sus hermanos, C.K. cuenta con Edie Falco y Steve Buscemi. Los tres forman una tríada peculiar en la que brotan los momentos más dramáticos. La actuación de Falco resulta sobrecogedoramente natural, dejándonos ver a la enorme actriz teatral que es más allá de sus dos icónicos papeles en televisión. El gran Buscemi por su parte borda al tímido Pete, un outsider dentro de la familia, marcado por el estigma de la enfermedad mental. Buscemi transmite la lucha interna entre la cordura y la locura de su personaje.

Falco y Buscemi de todas formas parecen insuficientes para C.K. A ellos se les une un mito de la televisión como el gran Alan Alda interpretando al tío de los protagonistas. Un papel que por cierto, C.K. ofreció primero a Joe Pesci, quien lo rechazó para no interrumpir su preciada jubilación. Alda deja de lado su impoluta imagen de americano encantador y perfecto y cambia de registro en beneficio de los diálogos de C.K. Metido ahora en la piel del racista, engreído y antipático tío que regentaba el bar antes, su personaje guarda más de un secreto familiar importante y representa el vestigio final del patriarcado que intenta destapar la serie como cínico, falso, cruel y destructivo. Como complemento genial de Alda y lo que representa –¡y por si fuera poco¡– tenemos ni más ni menos que a Jessica Lange. Al igual que el resto de sus compañeros de reparto, Lange muestra sus tablas en el escenario y apuesta por la contención frente a sus recientes éxitos como diva en American Horror Story.

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«A destacar también el elenco de monologuistas y actores cómicos de la confianza de C.K. que pueblan la barra del bar con sus distintas reflexiones»

Por Horace and Pete también aparecen esporádicamente intérpretes como Rebecca Hall, Burt Young, Aidy Bryant, Tom Noonan o Reg E. Cathey. A destacar también el elenco de monologuistas y actores cómicos de la confianza de C.K. que pueblan la barra del bar con sus distintas reflexiones, algunas hilarantes y otras amargas. Gente como Steven Wright, Kurt Metzger, Nick Di Paolo, Colin Quinn o Amy Sedaris entre muchos otros, cameo del alcalde de Nueva York incluido. Mención a parte para Laurie Metcalf, veterana a la que muchos recordamos con cariño en Roseanne. Metcalf interpreta a la ex mujer de C.K. en uno de los episodios más fascinantes a la par que incómodos de ver. Un episodio compuesto únicamente por una larga conversación alrededor de una mesa entre el personaje de C.K. y el de Metcalf. Nada más. La simplicidad de la puesta en escena y la actuación sin fisuras ni alardes de Metcalf como una mujer descompuesta revelando sus deseos más íntimos y sus sentimientos más sinceros a su ex marido hasta llegar al clímax dramático de la conversación ponen la piel de gallina y te descolocan como espectador. Episodios como este y las interpretaciones que consigue de sus actores son el ejemplo perfecto de lo que ha conseguido hacer C.K. con su querido proyecto. Si el futuro nos depara más temporadas de Horace and Pete o de otros proyectos secretos como éste, nadie lo sabe, ni él mismo. Lo que sí es seguro es que esperaremos con impaciencia a que Louis C.K. –vuelvo a llamarlo por su nombre artístico completo– nos sorprenda de nuevo, cómo y cuándo quiera.

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