Regreso a Hope Gap (2020), de William Nicholson

Una película sobre el amor que se marchita, y las dificultades para insuflarle nueva vida. Grace y Edward están a punto de cumplir 29 años de matrimonio. Viven una vida tranquila pero rutinaria en Seaford, en el Reino Unido, con un hermoso paraje de costa y acantilados. Él es profesor de un colegio, ella trabaja en casa en una antología de poemas sobre el tema “Yo estuve antes ahí”, la idea es recoger bellos versos que atrapan situaciones anímicas que el ser humano tiende a vivir una y otra vez. Edward ha pedido al hijo único Jamie que venga a pasar con ellos el fin de semana, quiere aprovechar su presencia para comunicar a Grace que la deja: su vida en común no funciona, son muy diferentes, y además ha conocido a otra mujer.

William Nicholson escribe y dirige una historia de puesta en escena sencilla, muy humana y que es un regalo para sus actores, que bien podía ser una obra de teatro. De hecho quizá el guión más logrado del cineasta sea el escribió para Tierras de penumbra, que se basaba en su propia obra de teatro sobre la historia de amor de C.S. Lewis y Joy Gresham, y el modo en que afrontaron el dolor por la enfermedad de ella. Verdaderamente atrapa el sufrimiento que desgarra el corazón del trío protagonista principal, donde los reproches ácidos pueden recordar a otra película de mimbres comparables, la también notable En el estanque dorado.

Sobresale la construcción de los personajes, muy bien interpretados por Bill Nighy, Annette Bening y Josh O'Connor, este lanzado a la fama gracias a su príncipe de Gales en The Crown. Entendemos al silencioso Edward, que no sabe cómo dar gusto a su esposa, y que se refugia en sus clases y sus contribuciones a la Wikipedia, y al que conocer a otra mujer le de una posible salida a la infelicidad; a Grace, mujer brillante, que desea que los demás le expresen sus sentimientos, ella solo quiere que todos sean felices, y en la que pesa una religiosidad convertida en rutina –cómo su propia vida conyugal–, que en vez de ser liberadora le aprisiona; y al pobre hijo Jamie, que tiene sus propios problemas –le cuesta comunicar lo que tiene dentro tanto cómo a su padre, y ha salido de una relación sentimenal fallida–, al tiempo que sufre por la separación de sus padres, él está en tierra de nadie y no sabe cómo ayudar.

Nicholson lleva bien el desarrollo de su historia, y sabe poner un inteligente subtexto, ya sea con los diarios napoleónicos que fascinan a Edward –los soldados que dejaban a sus compañeros heridos, quitándoles la ropa, sin mirar atrás–, o con el Kyrie Eleison, Señor ten piedad, que escucha Grace en la iglesia. Incluso la ausencia-presencia de la nueva mujer que ha aparecido en escena perturbando al gris matrimonio se maneja creando una cierta intriga sobre cómo es, y qué ha visto Edward en ella.