Hogar (2020), de Franka Potente

Marv regresa a su pequeño pueblo tras pasar 17 años en la cárcel por matar a una mujer. Ahora, al llegar a su hogar no es bien recibido. Para los habitantes es simplemente un asesino al que no quieren ver. Ni siquiera su madre, gravemente enferma, parece sorportar su presencia.

Soprendente y sensible película escrita y dirigida por Franka Potente, una actriz que tuvo algunos años de gloria pero que perdió inesperadamente su estrella después de rodar El mito de Bourne, aunque siempre siguió haciendo cine. Ahora debuta como guionista y directora con Hogar, un duro drama que habla con entereza y autenticidad de perdón y redención en el marco de una pequeña y cerrada localidad de California.

El guión despliega poco a poco la vida rutinaria que Marv intenta recuperar tras casi veinte años de ausencia. Las situaciones que vemos, las airadas reacciones de los vecinos, su crueldad con Marv y la pasividad de éste ante el desprecio desprenden veracidad, al igual que el sinuoso y dubitativo acercamiento de la joven Delta hacia el recién llegado o las atenciones de Marv con su madre enferma. El espectador se pregunta por supuesto qué motivos llevaron al protagonista a hacer lo que hizo. Quizá los hubo (algo se apunta) pero Potente se muestra tajante y no da pistas, con lo que apuntala la idea de que en esta situación dan igual los porqués, las causas, las justificaciones. Ahora no se trata de eso, sino de asumir que los hombres cometen errores, pecan, hacen el mal. Sin embargo, lo pasado es pasado y toca decidir quiénes queremos ser en el futuro. Cuenta entonces el arrepentimiento, la expiación. Y el perdón es el perdón con todas sus consecuencias. El cura lo deja claro con dureza en la iglesia, aunque sus palabras, modales y gestos sean tan toscos y poco brillantes como los de sus feligreses.

Al contrario de lo que pueda pensarse por su trama, Hogar es una coproducción europea, proveniente de Alemania, Francia y Países Bajos. Rezuma aire independiente, con puesta en escena realista y aspecto desabrido y en este sentido es una película pequeña, con personajes humildes, perdedores, que malviven con mediocridad. Sin embargo, en ese ambiente se ofrecen momentos de gran belleza, de amor genuino, de una ternura que llega al espectador, aunque la directora siempre mantenga a raya el sentimentalismo. El reparto está muy bien, con una excelente Kathy Bates en el papel de la madre y un convincente y taciturno Jake McLaughlin como protagonista.