Happily (2021), de BenDavid Grabinski

Tom y Janet son un matrimonio joven. Ambos llevan juntos catorce años y son completamente felices. Hacen el amor varias veces al día, tienen detalles constantes uno con otro, se perdonan los pequeños errores… Tan llamativa es esa felicidad, ese mundo de azúcar en el que viven, que resulta molesta para los demás, una pesadez que a duras penas es tolerada incluso por sus amigos más allegados. Pero las cosas pueden cambiar cuando un extraño persona se presenta en su casa, dispuesto a cambiar esa anomalía, para lo cual Tom y Janet deben inyectarse una sustancia y así llegar a ser como los demás

Una pena. El norteamericano BenDavid Grabinski debuta en el largometraje con una historia que comienza con enorme originalidad. Efectivamente, la premisa de que llevar una vida matrimonial feliz es una completa anomalía en nuestro tiempo tiene su punto y que unas fuerzas externas pretendan sofocar esa especie de “rebelión” contra lo establecido presenta una especie de situación terrorífica que tiene el atractivo propio de las distopías, de las sociedades opresoras que coartan incluso la libertad de ser felices. Tiene gracia la explicación de que a los protagonistas les falte la aquí llamada “ley del rendimiento decreciente”, por la que la percepción y el placer deben ir disipándose como un mecanismo de supervivencia…

Pero este enfoque de Happily, que introduce ideas antropológicas y sociales que podrían haber dado mucho mas de sí, acaba perdiendo fuerza poco a poco. El guión no logra introducir elementos que mantengan la expectativa, la historia va haciéndose pequeñita y el tono baila demasiado desde el terror inquietante al drama e incluso hasta la comedia. Se quedan además demasiados cabos sueltos, sobre todo en lo referente al visitante y sus intenciones. Al final, se apuntala la idea de que las cosas no son lo que parecen y que la gente oculta sus frustraciones y oscuridades, un discurso que por otra parte ya no resulta original.

Visualmente la película está bien, con una ambientación sugestiva, sonido denso de fondo, un aire misterioso que atrapa. Por otra parte, llama la atención que la felicidad para el director parece asentarse prácticamente en que el sexo funcione cuantas más veces mejor (algo constante en pantalla), que no haya infidelidades, etc. Es cierto que hay espacio para algo más, pero en general esta visión del matrimonio se antoja bastante limitada. De cualquier forma, se agradece un optimismo de fondo en Happily, que viene a decir que, incluso con problemas y errores personales, las parejas pueden ser felices, el amor es posible. Entre los actores destacan sin duda la risueña Kerry Bishé (Los Romanoff) como esposa y el más veterano Stephen Root en el papel del extraño visitante.