Mecenas y coleccionista

El barón Thyssen, una vida dedicada al arte

Hans Heinrich Thyssen fue un aristócrata dueño de un gran imperio industrial, coleccionista y filántropo, que eligió España como sede de su magnífica colección de arte. Heredada de su padre, el barón ampliaría la colección hasta convertirla en una de las más importantes del mundo.

Foto: Cordon Press

Heinrich von Thyssen-Bornemisza, considerado uno de los mayores coleccionistas y mecenas de arte del mundo, acabaría recalando en España junto con su magnífica colección de arte. Antes, varios países habían pugnado enconadamente por hacerse con este preciado trofeo. Conocido familiarmente como Heini, el barón Thyssen fue el heredero de una saga familiar que hizo de la afición al arte una forma de vida. Una pasión que le transmitió su padre y que el propio Heinrich Thyssen llegaría a superar con creces.

El arte y las mujeres

La fortuna de la familia Thyssen, una de las más importantes del siglo XX, la inició el abuelo de Heinrich, August, que se dedicó a la fabricación de acero para la floreciente industria de armamento anterior a la Primera Guerra Mundial. De hecho, el abuelo del barón fue el primero de la familia en empezar a interesarse por el arte, aunque la pintura no fuera lo que más le atrajese. Durante la Exposición Universal de París de 1900, August Thyssen conoció al escultor Auguste Rodin, al cual encargó siete estatuas de mármol (cuatro de ellas, hoy se hallan en poder de Carmen Cervera). A la muerte del abuelo August, sería su primogénito, Friedrich, quien se quedaría con el negocio de la industria pesada, mientras que su otro hijo, Heinrich (el padre del barón), se instaló en Hungría, Holanda y Suiza e invirtió en diversos sectores (el emperador le había concedido el título de barón en 1907).

La enorme fortuna de la familia Thyssen que heredó el barón fue una de las más importantes del pasado siglo XX. Su abuelo August Thyssen, sobre estas líneas, empezó a amasar una gran cantidad de dinero gracias a la industria de armamento anterior a la Primer Guerra Mundial.

La enorme fortuna de la familia Thyssen que heredó el barón fue una de las más importantes del pasado siglo XX. Su abuelo August Thyssen, sobre estas líneas, empezó a amasar una gran cantidad de dinero gracias a la industria de armamento anterior a la Primer Guerra Mundial.

Foto: CC

La fortuna de la familia Thyssen, una de las más importantes del siglo XX, la inició el abuelo de Heinrich, August, que se dedicó a la fabricación de acero para la floreciente industria de armamento anterior a la Primera Guerra Mundial.

Tras la muerte de su padre en 1947, el jovenHeinrich tomó las riendas de los negocios familiares y logró recuperar la colección que había empezado su abuelo años atrás. Su vida sentimental fue, sin embargo, un poco agitada. Su primera esposa sería la princesa Theresa Lippa, una mujer con mucho carácter, con la cual pasó cuatro años y que le fue infiel con su cuñado, el conde Ivy Batthány. Tras su divorcio, el barón Thyssen conoció a la modelo Nina Dyer. Su siguiente esposa fue una modelo británica llamada Fiona Campbell-Walte, cuyo matrimonio también terminó en fracaso. Su cuarta esposa sería la hija de un banquero brasileño llamada Denise Shorto. El matrimonio pronto hizo aguas, hasta que en su vida apareció la mujer que se convertiría en su gran amor: la españolaCarmen Cervera.

La vida amorosa del barón Heinrich Thyssen fue muy agitada. Llegó a casarse hasta cinco veces, la última con Carmen Cervera. En la imagen se le puede ver en 1956, a los 35 años, cuando contrajo matrimonio con la modelo británica Fiona Campbell-Walte.

La vida amorosa del barón Heinrich Thyssen fue muy agitada. Llegó a casarse hasta cinco veces, la última con Carmen Cervera. En la imagen se le puede ver en 1956, a los 35 años, cuando contrajo matrimonio con la modelo británica Fiona Campbell-Walte.

Foto: AP images

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Rescatando la herencia

Convertido en mecenas, la primera tarea que se autoimpuso Heinrich fue la de reunir la pinacoteca familiar repartida ente sus hermanos, la cual se propuso recomprar. Sus hermanos impugnaron el testamento del padre porque Heinrich pretendía crean una fundación con las 525 obras que hasta aquel momento había logrado conseguir y que estaban expuestas en la mansión familiar, Villa Favorita, en Lugano (Suiza). Los hermanos del barón preferían disponer libremente de su herencia y vender las obras al mejor postor. Pero para Heinrich la colección iba mucho más allá; además de poseer un valor sentimental, el barón conocía en profundidad los tesoros familiares y el valor que estos tenían.

Convertido en mecenas, la primera tarea de Heinrich fue la de reunir la pinacoteca familiar repartida ente sus hermanos. Estos impugnaron el testamento porque Heinrich pretendía crean una fundación.

En su afán por recuperar la colección completa y ver cumplido el sueño de su padre, la fundación de una pinacoteca accesible al público que recibiría el nombre de Thyssen-Bornemisza, el barón se sumergió en el mundo del coleccionismo de arte. Al final se hizo con obras maestras de artistas como Holbein y Caravaggio, Duccio, El Greco, Rubens, Goya, Van Gogh, Kandinsky, Picasso, Mondrian y Lucio Fontana, entre otros (a principios de la década de 1990, la colección de Heinrich Thyssen constaba de más de 800 cuadros y su gran envergadura hacía imposible su correcta exposición en Suiza). Preocupado por el riesgo de que en un futuro sus herederos quisieran venderla y dispersarla, en la década de 1980 el barón planeó ampliar la galería de Villa Favorita y blindarla jurídicamente mediante una fundación. El anteproyecto fue encargado al arquitecto escocés James Stirling, pero las dudas sobre la viabilidad económica de un gran museo en Lugano, y la respuesta no demasiado entusiasta de las autoridades del país, llevaron al barón a buscar una nueva localización para su proyecto fuera de Suiza.

Sobre estas líneas un sonriente baron Heinrich Thyssen posa para la fotografía frente a la obra de Marc Chagall "La casa gris" durante la inauguración de la exposición de su colección en el Museo de Arte de Múnich en agosto de 1988.

Sobre estas líneas un sonriente baron Heinrich Thyssen posa para la fotografía frente a la obra de Marc Chagall "La casa gris" durante la inauguración de la exposición de su colección en el Museo de Arte de Múnich en agosto de 1988.

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Destino final

A partir de ese momento comenzó una dura pugna entre distintas naciones para convertirse en sede de la valiosa colección de arte del barón Thyssen. Varios países negociaron con Heinrich Thyssen para que su colección viajara a sus respectivos museos: tanto el príncipe Carlos como la primera ministra británica Margaret Thatcher volaron hasta Suiza para hacer una jugosa oferta al barón, el presidente Mitterand hizo lo propio en favor de Francia, la Fundación Getty ofreció mucho dinero para que Estados Unidos se quedara con la colección, y, por su parte, el gobierno suizo intentó bloquear la exportación de las pinturas para que se quedaran en Lugano. Finalmente fue España quien obtuvo el "premio gordo" y se hizo con los derechos de exponer esta valiosísima colección de arte (según Sotheby's, está valorada en 2.000 millones de dólares), primero con un contrato de alquiler de cinco millones de dólares al año, y un año después por un precio de compra muy ajustado: 350 millones de dólares. Ya lo dijo el barón en una ocasión: "Si soy feliz aquí (en España) y todo sale bien, el arreglo será permanente".

Comenzó una dura pugna entre distintas naciones para convertirse en sede de la valiosa colección de arte del barón Thyssen. Varios países negociaron con Heinrich Thyssen para que su colección viajara a sus respectivos museos

De este modo, la colección de arte del barón Thyssen llegó a España, y 700 de sus obras componen la exposición permanente del Museo Thyssen-Bornemisza, en Madrid, ubicado en el palacio de Villahermosa, y de otra sede, el Monasterio de Pedralbes, en Barcelona, con 60 obras (hoy en día se exponen en el Museo Nacional de Arte de Cataluña). A pesar del que los esfuerzos del gobierno español para que la colección recalara finalmente en España dieron sus frutos, no todos estuvieron de acuerdo con la manera en que se habían llevado a cabo las negociaciones. El barón fue blanco de algunas críticas, como las vertidas por el escritor Francisco Umbral, quien, en una columna de opinión publicada en un periódico español, dijo: ''Esto no fue un acto de generosidad, es sólo un crudo trato comercial''.

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Algunas desavenencias

Un año después de vender su colección al Estado español, en la primavera de 1994 el barón Thyssen vio su salud muy mermada: tuvo que someterse a dos operaciones derivadas de algunos problemas cardíacos que llevaba arrastrando, y pocos meses después sufrió una grave apoplejía de la que ya no se recuperaría. Tras perder la movilidad de uno de sus brazos, Heinrich Thyssen tuvo que restringir sus apariciones públicas y su estado de ánimo se vio muy afectado por los sucesivos litigios familiares a los que tuvo que hacer frente a causa de la herencia, problemas que finalmente se resolvieron mediante un acuerdo, bautizado por los medios como "El Pacto de Basilea", que fue suscrito poco antes de su muerte en San Feliu de Guíxols (Girona) el 26 de abril del año 2000. Los restos de uno de los mecenas más importantes del siglo XX fueron trasladado al panteón familiar del castillo de Landsberg, situado en la cuenca del Ruhr, donde descansan para siempre.