Hajime Moriyasu, entrenador de Japón. REUTERS/Matthew Childs
Hajime Moriyasu, entrenador de Japón. REUTERS/Matthew Childs
/ MATTHEW CHILDS
Pedro Canelo

Lo reconoció el mismo Luis Enrique, técnico de España: con ese nivel de presión y de cobertura de espacios, cualquier equipo del mundo sufrirá contra Japón. La obra maestra táctica le pertenece a Hajime Moriyasu, entrenador nipón que ha predicado en sus dirigidos orden en cada línea y una actitud de jugarse la vida en cada balón. Moriyasu, más que nadie, sabe que solo con pecho caliente se puede cumplir el sueño japonés. Lo aprendió hace casi treinta años en el mismo lugar donde fue feliz ayer. Lo aprendió en Doha.

Uno de los peores dolores futbolísticos es quedar fuera del Mundial en los últimos metros recorridos. Lo sufrimos tanto el 13 de junio, en el repechaje ante Australia, y lo padeció Japón el 28 de octubre de 1993. A ese partido se lo recuerda como “la agonía de Doha”. Con el pase al Mundial Estados Unidos 94 en el bolsillo, el país del sol naciente alistaba el festejo para su primera clasificación mundialista. Le ganaba 2-1 a Iraq hasta que, en el minuto 88, Jaffar Omran Salman anotó el 2-2. En ese once japonés, el volante central era Moriyasu y el atacante estelar era Kazu Miura, el futbolista que inspiró a Yoichi Takahashi para el manga (que después se convirtió en anime) “Captain Tsubasa”, más conocido aquí como “Los Supercampeones”.

Las aventuras de Oliver Atom –Tsubasa en Japón– alimentaban el optimismo para un país que iniciaba un serio proceso para ganar la hegemonía total en el fútbol asiático (ya suman siete clasificaciones mundialistas consecutivas). Además, algunos capítulos de “Los Supercampeones” tenían la voluntad de reivindicar episodios dolorosos como el de Doha de 1993. En una de las intros del querido dibujo animado, aparece Japón superando a Iraq. Algo que no pudo lograr con Moriyasu y su amigo Kazu Miura (el primer Oliver).

Hay muchos símiles entre “Los Supercampeones” y el destino real del fútbol japonés. Tuvieron un futbolista talentoso como Miura que se formó desde los 15 años en Brasil, tuvieron un ex crack brasileño para impulsar su balompié (Zico), poco a poco fueron poblando las grandes ligas de Europa con jugadores nipones y cumplieron la difícil meta de imponerse en el campo a campeones mundiales como los germanos y los ibéricos. Lo que no estaba en el guion del anime, era que un estratega japonés iba a revolucionar el estilo con un 5-4-1 que empieza a asombrar al balompié internacional.

Gracias a su estudioso entrenador, la selección de Japón ya no necesitará de “Los Supercampeones” para imaginarse ganándoles a equipos como Alemania y España. Oliver Atom sonríe porque ya no será necesario como única referencia ganadora. El supercampeón noventero, por fin, puede guardar los chimpunes y descansar.

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