"Estar�a m�s tranquilo en Mestalla, ante 60.000 forofos chillando, que en la casa de la democracia". As� confes� sentirse Guus Hiddink al pisar por primera vez las Cortes Valencianas. Aunque ha visitado Valencia muchas veces despu�s de dejar el banquillo de Mestalla, esta ocasi�n era especial. El parlamento valenciano le otorgaba su distinci�n por la lucha contra el racismo, la xenofobia y los delitos de odio, el Premio Guillem Agull�, por un hecho ocurrido hace 30 a�os.
El 9 de febrero de 1992 cuando pis� el c�sped durante el calentamiento previo del Valencia-Albacete en Mestalla, vio en la grada una bandera con simbolog�a nazi colgada en la valla que entonces separada c�sped y gradas, justo delante de una zona ocupada por una pe�a manchega. El holand�s, visiblemente enfadado, pidi� al club que la quitaran e incluso amenaz�, con el apoyo de sus jugadores, con no saltar al campo hasta que aquella bandera roja con la esv�stica en el centro desapareciera.
Hiddink logr� lo que hasta ese momento no hab�an podido conseguir ni la reci�n nacida Ley del Deporte, que prohib�a las pancartas incitadoras a la violencia, ni las denuncias policiales. Su gesto, al que acompa�� alg�n otro -como pedir que no se proyectaran en los marcadores v�deos en los que aparec�an alusiones a la pel�cula Rambo- se convirtieron en los primeros s�mbolos contra el fascismo en el deporte y el primer rechazo manifiesto a la entrada de grupos ultras en el f�tbol.
Es ese gesto de febrero del 92 el que llev� a las Cortes a premiarlo "por valiente y extraordinario", pionero y que dio la vuelta al mundo. "No pude callarme", reconoci� el entrenador, m�s nervioso al recibir el galard�n de manos del presidente de las Cortes, Enric Morera, "en la banda de un estadio". "Estoy un poco asustado, pero para mi esposa y para m� es un orgullo", asegur�.
Hiddink naci� en 1944 en Arnhem, una localidad holandesa frontera con Alemania que entonces estaba ocupada, y su familia tom� parte activa en la resistencia, acogi� a jud�os perseguidos y a aviadores brit�nicos y estadounidense que saltaban en paraca�das cuando sus aviones hab�an sido derribados en la frontera. Las consecuencias de la guerra s� las vivi� y las recuerda, tanto como el significado que encierran los s�mbolos que orden� retirar.
Por eso, el holand�s entren� al Valencia entre 1991 y 1994 pidi� a la sociedad estar "muy atentos a las fuerzas que pueden violar la democracia". "Tenemos que luchar contra la intolerancia y celebrar la palabra libre", asegur� el t�cnico, que ha aprovechado sus d�as en Valencia para disfrutar de una de sus pasiones, jugar al golf en el campo de El Saler, y reunirse con parte de quieres fueron sus jugadores. Dos de ellos, Fernando Giner y Robert Fern�ndez, le acompa�aron en el acto, en el que el representante institucional del Valencia fue el tambi�n ex jugador Miguel Tendillo.
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