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Gustavo Matosas, el 'one hit wonder' que pudo ser DT de México

Gustavo Matosas pudo ser el entrenador de la selección, tal y como Hugo Sánchez tras su bicampeonato. Sus cambios lo han llevado al fracaso.
Foto: Mexsport

El mayor y único –aunque no menor- logro de Hugo Sánchez en su carrera como entrenador se dio en aquel mítico 2004. El bicampeonato de Pumas llegó en un instante turbio en el futbol mexicano donde contrastaba la solidez de resultados con Ricardo Lavolpe y la fragilidad mental que el argentino mostraba ante los cuestionamientos de la prensa.

Visto lo imposible que era tumbar al 'Bigotón' del cargo de técnico en la selección, se supo y se entendió que Hugo Sánchez sería, pasara lo que pasara, el entrenador de México en el camino rumbo a Sudáfrica 2010.

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Hugo se desinfló con Pumas, lo cesaron, tomó la decisión de hacerse nuevamente vigente entrenando a Necaxa, fracasó y cuando llegó el momento, la FMF lo llamó a rendir cuentas y a firmar su contrato con la selección mexicana. La historia la conocemos todos.

Ser bicampeón en México es algo sumamente complejo. No en balde, en la historia de torneos cortos, solo dos entrenadores lo han conseguido. El propio Hugo Sánchez y el argentino-uruguayo Gustavo Matosas.

El carácter indomable del entrenador sudamericano y su agradable propuesta de juego lo pusieron rápidamente en los cuernos de la luna. Su llegada a Querétaro y su injusto cese lo derribaron hasta la Liga de Ascenso donde consiguió subir al León a Primera, tarea casi imposible para muchos entrenadores, varios de alto calibre, que fueron contratados para conseguir dicho logro fracasando en el intento.

Foto: Notimex

Matosas tomó a jugadores desconocidos y en el olvido como Carlos Peña, Luis Montes o José Juan Vázquez, y los hizo sus principales valedores en el Ascenso del León y constantes visitantes de las convocatorias de la selección mexicana. De no ser por la lesión del 'Chapo', los tres hubieran estado en el Mundial de Brasil.

También, supo llenar correctamente los espacios de extranjeros con jugadores de nivel bajo o medio que acabaron haciéndose figuras. Entendió junto a la directiva que requería de un par de pilares para construir un modelo exitoso tanto fuera como dentro de la cancha. Ahí, Mauro Boselli, y sobre todo Rafael Márquez, se pusieron ese saco que ocuparon perfectamente.

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Tras aquel bicampeonato, la cuestión era muy clara. Gustavo Matosas tenía que ser el entrenador de la selección mexicana en algún momento. Al igual que Hugo, era cuestión de tiempo, tomar las decisiones correctas y ser regular.

Foto: Getty Images

Querido en Grupo Pachuca, el mismo que en algún instante de los últimos años lanzó a selección a un tal Javier Aguirre, León era el club ideal para que Matosas alargara la historia positiva del club y de él mismo. Su camino era la historia de un entrenador que se hacía querido y admirado en México por su trabajo, el cual iniciaba como un tipo de perfil bajo pero contrastante por su gran carácter.

Pero Gustavo eligió algo distinto. Tomó al América, y en el camino, se metió en una nave que consolida y te lleva al cielo, o simplemente te destruye. Eso significa ser el entrenador de las Águilas.

No gustaron las formas que manejó para llegar a la institución. Negociaciones con América cuando el equipo estaba en liguilla y cuando tenía entrenador. Uno que a la larga, se iría como campeón y siendo la víctima ideal del mundo futbolístico mexicano.

Así llegó el modelo Matosas. Sí, el modelo que engalanó como George Clooney o Brad Pitt la banca del América. Con sacos Giorgio Armani, cinturones Louis Vuitton y zapatos Salvatore Ferragamo, Matosas se encontró con una realidad distinta a la que vivió con León donde le daban todo y no le recriminaban nada.

Sabedor que el América es un equipo comprador, pero que había hecho sus compras fuertes seis meses antes de su llegada, a Matosas se le ocurrió exprimir un presupuesto que no tenía sentido gastar. Su trabajo en Liga fue mediocre, pero salvó las carnes con un título en Liga de Campeones devolviendo a las Águilas al Mundial de Clubes. A él lo llevaron para ganar títulos, y a seis meses de su arribo, lo había conseguido. Tiempo al tiempo, y seguro entregaría una estrella de Liga.

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Pero ahí, comenzó la actual versión de Gustavo. Las exigencias no lo colmaron, se sintió irrompible y se puso por encima, no solo del equipo, sino de la institución dueña del América. Sus renuncias previas a la 'Chelís' comenzaban a dejar dudas sobre la fortaleza mental del entrenador, las cuales lo desnudaron en el momento de su renuncia y posterior salida del equipo, una que fue sorpresiva para todos.

Si Matosas hubiera sido inteligente, quedarse seis meses más en el América le hubieran dado la selección nacional. La salida intempestiva de Miguel Herrera le dio a Gustavo ese instante que antes le dejábamos únicamente al tiempo.

Se fue a Uruguay y como era de esperarse, volvió rápido, haciéndolo con uno de los dos equipos más extraños de dirigir en México: los Rojinegros del Atlas.

Pero no le fue bien, como a 1347 entrenadores previos, fracasó con el Atlas. Trajo una millonaria apuesta que se quedará sin liguilla. Volvió a amagar con irse, renunció, le dijeron que no, y después que si. En el intermedio, se olvidaron de él para tomar la selección nacional y se diluyó un strike que parecía cantado en la previa.

Un par de años después, su bicampeonato está olvidándose. Su apuesta figura, lejos de los deportivo y cercana a la del modelaje profesional

Matosas es un entrenador joven que puede dar mucho aún. Pero si sus conductas se mantienen como hasta ahora, no pasará de ser un 'one hit wonder' que se una a la ruleta de entrenadores que viven del ayer y que acaban en el reciclaje extremo, o bien, en una mesa de análisis de futbol como comentarista deportivo de televisión privada.