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Fue Margot Robbie quien llamó a Greta Gerwig y le dijo: "Tengo a Barbie. ¿Querrías escribir el guion?" Y ella respondió que bueno, que no sabía, que lo pensaba… Y lo consultó con su pareja, el también director y guionista Noah Baumbach. Le contestó que era algo que a él le encantaría leer. Así que ella aceptó y añadió que lo iban a hacer los dos juntos. "¿Has firmado que vamos a escribir una película de Barbie?" Le dijo al llegar a casa. "Oh, sí, sí, lo vamos a hacer".
Y así empezó todo, según cuenta a FOTOGRAMAS desde su casa de Nueva York. Gerwig había escrito ya muchos guiones, algunos de ellos con el propio Baumbach, y dirigido 'Lady Bird' (2017) y 'Mujercitas' (2019), además de haber interpretado decenas de películas. Se apasionó tanto con su personal visión para 'Barbie' que después le pareció imposible que alguien que no fuera ella dirigiera este proyecto que contaba con Robbie como productora y protagonista, después de haber estado dando vueltas durante años.
Por primera vez no cuenta con sus dos actores fetiche, Saoirse Ronan y Timothée Chalamet, y sí con la propia Robbie y Ryan Gosling en el papel de Ken. Cuentan que este aceptó el rol enviando a la directora una foto del muñeco de su hija estampado en el suelo junto a un limón aplastado. "Su historia merece ser contada", le decía. Para entonces, Gerwig estaba ya manos a la obra.
Tanto en 'Lady Bird' como en 'Mujercitas' ponía la mirada sobre la adolescencia femenina, algo que tiene mucho que ver también con 'Barbie'. ¿Por qué le interesa tanto esta etapa de la vida?
"Me interesan sobre todo las conversaciones que se dan entre mujeres de distintas generaciones, entre tu madre o tu abuela, y tú. Los diálogos que mantiene en 'Mujercitas' la madre, interpretada por Laura Dern, y Jo son absolutamente transformadoras. A través de ellas vemos cómo van cambiando las cosas de una época a otra. Para mí 'Barbie' era, en el fondo, una historia de madres e hijas, porque la muñeca la inventó Ruth Handler para su hija Barbara. Veía a la niña jugando siempre con muñecos que parecían bebés y pensó que, en lugar de jugar a ser una madre, tal vez le gustaría jugar a ser una chica mayor. Esa dinámica de mujeres hablándose unas a otras a través del tiempo, de las generaciones y los lazos familiares la encuentro fascinante y es un terreno muy fértil para mis historias".
El humor juega un papel fundamental en su manera de abordar el personaje. ¿Cómo ha trabajado el tono de la comedia?
"Para mí era fundamental que la película fuera divertida. Cuando hablaba de ello con Margot (Robbie) y Ryan (Gosling) les decía que no quería que se rieran de los personajes e hicieran chistes sobre ellos mirándolos desde fuera. Pretendía que el humor surgiera de lo en serio que se toman a ellos mismos. Para mí, cuanto más serios estuvieran en sus papeles, más gracioso resultaba todo".
Margot Robbie es la protagonista y también la productora. ¿Qué papel ha jugado en el desarrollo de este proyecto?
"He deseado trabajar con ella durante mucho tiempo. Cuando nos conocimos me quedé enormemente impresionada. Ya pensaba que era una actriz realmente buena, pero hablando con ella descubrí que también es una productora y cineasta brillante. Me pareció extraordinaria, así que quería a toda costa colaborar juntas. Cuando me habló de este proyecto no sabía todavía en qué iba a consistir, pero cumplía ese deseo de trabajar con ella".
Todos sabemos quién es Barbie, pero nadie conoce cómo es, qué siente o cómo piensa. ¿Cómo trabajaron su personalidad y cuál iba a ser su evolución a la largo de la historia?
"Creo que para ella fue un reto como actriz porque al principio de la película vive básicamente en un mundo sin fricciones, no hay diferencia entre su interior y su entorno. Por no hablar de que hay mucha gente que tiene una idea sobre Barbie, no existe como alguien individual. Y de ahí, pasa a una especie de autoconciencia, de separación de sí misma. Es como cuando Adán y Eva de pronto se dan cuenta de que están desnudos y empiezan a pensar en largarse del jardín. He utilizado ese mecanismo, pero para la actriz es complicado, porque tiene que construir su propio camino. Al principio Barbie no quiere nada, está bien con todo lo que tiene alrededor, no tiene conflicto. Y no tengo ni idea de cómo ella lo encontró en su interior, pero en cuanto lo hizo, lo supimos. Margot hizo ese clic en su psicología y supo interpretarlo de una manera nada obvia".
En la película hay muchas Barbies, interpretadas por actrices como Emma Mackey o la cantante Dua Lipa. ¿Qué tienen todas ellas en común? ¿Es cuestión de físico o de actitud?
"Hicimos un casting muy minucioso de las Barbies y los Kens que aparecen en la película. Uno de los principales requisitos es que todos tenían que bailar porque, obviamente, en la película lo hacen. Pero también por cómo se mueven los bailarines, lo hacen distinto al resto de la gente. Aunque no estén bailando, parece haber siempre una intencionalidad en sus gestos y me pareció que había algo bello en eso. Lo pienso mucho cuando voy a ver un musical en el teatro, todo aquel que aparece en el plano es bailarín y se ve aunque no se muevan. Incluso si sólo tienen que coger un sombrero, lo hacen con una expresividad enorme en todo su cuerpo. Y esa era la cualidad, algo surrealista y exagerada, que buscaba en todas ellas".
La ropa de esa muñeca era un sueño para las niñas de los 90…
"Las indicaciones que di al equipo de vestuario fueron que quería que cada Barbie y cada Ken se sintiera como cuando te pones un outfit que te hace sentir maravillosa. Siempre hay un vestido, o algo, que te hace caminar como si te fueran dando un empujoncito en cada paso. Es curioso porque es algo superficial, simplemente es ropa, pero te hace sonreír también internamente y te cubre de una especie de brillo que te hace sentir fabulosa. Quería que las Barbies llevaran algo, ya fueran unos pendientes o un esmalte de uñas, que las hiciera sentir así en cada escena. Es externo, pero cambia también la meteorología interna".
Escribió el guion con Noah Baumbach. ¿Cómo fue ese proceso? ¿Compartieron siempre la misma visión sobre el personaje?
"La verdad es que siempre me ha encantado colaborar con Noah y llevábamos mucho tiempo sin hacer juntos algo desde el principio. Honestamente, lo hemos pasado de maravilla. De alguna manera funciona como cuando escribes una canción, aunque en realidad no lo he hecho nunca. Pero creo que imagino cómo funcionan dos músicos cuando componen juntos, sé qué se siente. Te encuentras soñando el mismo sueño mientras escribes y una vez que empiezas la película incorporas a los actores, al diseñador de producción, al de vestuario o al director de fotografía, y los embarcas a todos en ese sueño. Empiezas a imaginar la misma cosa juntos. Consiste en incluir a más gente en la misma idea compartida y empezamos a escuchar juntos la misma canción. Creo que esa es la mejor manera de describirlo".
Hablando de música, ¿cómo ha elegido la de esta película?
"Dios mío, la música ha sido todo un viaje diario, principalmente porque no soy música, así que no dejo de agradecer el trabajo extraordinario que han hecho quienes han trabajado conmigo. Cuando yo era pequeña las bandas sonoras eran algo muy importante. Recuerdo ir a la tienda de discos Tower Records a buscar bandas sonoras y las canciones de las películas han ocupado un lugar fundamental en mi cabeza. Así que quería recuperar esa idea de las bandas sonoras de los 90. Explicaba a los músicos lo que buscaba y luego volvían con unos temas increíbles. A través de ellos he tenido esa experiencia vicaria, porque yo soy absolutamente incapaz de hacer eso".
Esta es su tercera película como directora, tras 'Lady Bird' y 'Mujercitas'. ¿Qué conexión encuentra entre las tres? ¿Reconoce un ‘Estilo Greta Gerwig’?
"Sí hay un vínculo, y aunque son películas aparentemente muy diferentes, es cierto que están muy conectadas. Hay algo en su núcleo muy similar y me interesa mucho que sea así. Sé que suena como un enunciado demasiado amplio, pero me interesa la humanidad. Me interesan las personas y la forma en que las mujeres, como seres humanos, son importantes cinematográficamente. Quiero seguir enfocándome en las cosas que me interesan y despiertan mi curiosidad. Así que, inevitablemente, acaban teniendo conexión".
Empezó a escribir el guion hace cuatro años. ¿Qué ha sido lo más difícil de sacar adelante de este proyecto tan largo?
"La verdad es que todo, pero en un sentido bonito. Cada cosa, por pequeña que fuera, se ha tenido que trabajar muchísimo y me he encontrado constantemente ante el ‘cómo’. ¿Cómo vamos a hacer esto, cómo vamos a hacer lo otro, cómo vamos a construir este mundo increíble? Tuvimos que hacer todas esas miniaturas y cada cosa que se ve en pantalla es el resultado de horas y horas de reuniones para llegar a imaginar cómo hacerlo. Por poner un ejemplo, hablábamos de si en Barbie Land había agua. Primero sí, luego no, y al final, aparece una escultura de una ola. Cosas así. O cómo íbamos a hacer la curva de los pies de Barbie. Me preguntaban si lo iba a hacer con efectos digitales y dije que de ninguna manera, que era terrible. Pero pensábamos después en cómo quedaría si lo hacía de esa manera, y así andábamos. Todo, absolutamente, ha tenido que ser discutido, entendido e interpretado, así que todo ha sido complicado, pero por eso mismo ha resultado un placer".
¿Qué reflexión o sensación le gustaría provocar en el público?
"Cuando salgan del cine quiero que se hayan reído y que hayan tenido ganas de llorar. Pero quiero, sobre todo, que sientan que valen mucho, que son suficiente, y que no tienen que luchar por merecer ese reconocimiento, porque lo tienen ya en su interior. Eso es con lo que quiero que se vayan".
Laura es crítica de cine y periodista cultural. La primera vez que fue al cine vio ‘E.T. el extraterrestre’, y eso no se olvida nunca. Ha escrito sobre teatro, música, arte, fotografía, arquitectura y gastronomía en ‘Elle’ y ‘Harper’s Bazaar’. En ‘Fotogramas’ se especializa en lo que podríamos llamar ‘cine de autor’, aunque toca todos los palos.
Estudió Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid y se especializó en el conflicto en Irlanda del Norte en la Queen University of Belfast. Lo que le llevó a verse ‘Agenda Oculta’ (Ken Loach, 1990), ‘En el nombre del padre’ (Jim Sheridan, 1997), ‘Bloody Sunday’ (Paul Greengrass, 2002) y todas las películas que tuvieran que ver con el IRA.
Viajó a Cuba para estudiar en la EICTV (Escuela Internacional de Cine y Televisión) de San Antonio de los Baños, donde vio mucho cine latinoamericano y bebió demasiados mojitos. También rodó un documental en la isla lleno de personajes maravillosos. Uno de sus primeros trabajos fue en el canal de televisión ‘Cineclassics’, donde coescribió el documental ‘El cine durante la Guerra Civil Española’.
Adora ‘El imperio del sol’ (Steven Spielberg, 1987), ‘Drácula de Bram Stoker’ (Francis Ford Coppola, 1992), ‘Thelma & Louise’ (Ridley Scott, 1992) y ‘La edad de la inocencia’ (Martin Scorsese, 1993). Pero, en general, siente predilección por las películas pequeñas que cuentan historias en las que nadie se fijaría si se las cruzara por la calle. Le gusta ese cine que vive más allá de los márgenes del entretenimiento.
Ha coescrito el libro ‘Cine y Moda’ (Ed. Pigmalion Edypro) y a lo largo de su carrera ha entrevistado a intérpretes y cineastas como Helen Mirren, Al Pacino, Jessica Chastain, Isabelle Huppert, Juliette Binoche, Julianne Moore, Hirokazu Koreeda, Sam Mendes, Jonathan Glazer, Margot Robbie, Ryan Gosling, Jude Law o Hugh Jackman.
