Giovanni Santi en el Palazzo Ducale de Urbino

Urbino, Italia

La ciudad italiana de Urbino siempre ha sido llamada cuna del Renacimiento. Es una verdad incontestable, puesto que ahí el poderoso duque Federico da Montefeltro construyó un palacio no con fines defensivos sino para albergar una corte que acogió a humanistas como Giovanni Santi, de quien se ha inaugurado una exposición en el museo actualmente instalado en dicho palacio. Pintor de obra principalmente religiosa, fue maestro de un taller en el que dio sus primeros pasos como aprendiz un niño prodigio del que era padre: Rafael Sanzio.

Por: Sergio Herrero

Pasó a la historia con su nombre de pila, Raffaello. Heredó el apellido de su padre Giovanni Santi transformado en Sanzio, e igualmente transformó el talento heredado para la pintura aumentándolo y exprimiéndolo al máximo durante su breve vida (37 años). También conocido como Rafael de Urbino, creció allí rodeado de arte en el taller de su padre, aunque quedó huérfano con solo 11 años.

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Hacia el final de la década de 1480, el padre de Rafaello, entró al servicio de los duques de Urbino, Guidobaldo da Montefeltro y su esposa Elisabetta Gonzaga, en calidad de pintor y poeta áulico.

Si bien parece que terminó precozmente su formación en la cercana Umbría, de la mano de Pietro Perugino, y desarrolló su obra principalmente en el Vaticano, no dejó de visitar asiduamente su ciudad natal. Se dice que los pintores renacentistas pintaban en sus cuadros fondos de paisajes imaginarios, idealizados en una naturaleza ordenada con la armonía que caracteriza la época: en el caso de Rafael, entre otros, encontramos esa tranquila proporción en las colinas que conforman el territorio de la región de Le Marche (Las Marcas) y que a buen seguro quedaron grabadas en su retina al observarlas desde las murallas que aún hoy delimitan Urbino.

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Madonna col Bambino, fresco en una pared de la Casa Natale de Raffaello, atribuida a Giovanni Santi pero con la duda que pue pudiera haberla pintado precozmente Rafael. Al lado, piedra en la que se molían los colores en el taller de Giovanni Santi.

En esta localidad aún puede visitarse esa casa natal y taller de pintura donde Giovanni Santi ejerció como maestro, con unas estancias que parecen detenidas en el tiempo, como arquitectónicamente ha ocurrido con toda la ciudad. Pero Urbino es una población viva, con miles de estudiantes universitarios que llenan sus facultades fundadas también a principios del Cinquecento —una muestra más de su temprano humanismo renacentista— y decenas de artistas contemporáneos que dinamizan la que han dado en llamar Via dell’arte, recuperando el espíritu de convivencia artística que debió de haber en el Renacimiento con la proliferación de talleres y estudios fruto del mecenazgo del duque de Montefeltro.

Fernando Botero - Despues de Piero della Francesca
El Duque de Montefeltro pintado por el colombiano Fernando Botero

Por destacar algunos nombres, fueron compañeros de Giovanni Santi los pintores de la corte Paolo Ucello, Luca Signorelli o Timoteo Viti, y por allí pasaron también Luca della Robbia, Piero della Francesca o Melozzo da Forlì. Hay cuadros de todos ellos y de pintores como Tiziano, o de los españoles José de Rivera y sobre todo de Berruguete, además por supuesto de los dos Sanzio, en la Galleria Nazionale delle Marche. Y entre ellos, un cuadro anónimo, atribuido a muchos de los artistas de la corte urbinate: la Città ideale. Se trata de una perspectiva arquitectónica central de una ciudad (donde no aparecen personas y apenas asoma la naturaleza al fondo). Las proporciones, la simetría y el estilo de los edificios, de clara inspiración clásica, lo convierte en uno de los cuadros de referencia del Renacimiento.

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La Città Ideale

La Città Ideale que se exhibe en Urbino (c. 1480) es una de las 3 versiones de la misma idea clásica, distintas pero de formato similar, siguiendo el concepto Copia et varietas muy común en el arte renacentista. Las otras dos se conservan en Berlín y Baltimore.

La Galleria Nazionale delle Marche está distribuida en las dos plantas principales del Palazzo Ducale, donde los cuadros están rodeados por la arquitectura de la misma época en que fueron concebidos, y acompañados de impresionantes chimeneas en casi todas las estancias. Dos de ellas destacan por su peculiaridad: la que alberga la alcoba de madera pintada del duque de Montefeltro y la que configura su pequeño studiolo, una maravilla en taracea llena de símbolos y compartimentos secretos. Situada junto a una espléndida capillita de estuco igualmente recoleta —construida un siglo después—, esta joya de marquetería, junto a las puertas más cercanas a esta estancia, reafirman el espíritu humanista con que fue concebido el lugar: los motivos que se incrustan en la madera reproducen principalmente libros e instrumentos musicales de la época (como el organetto o el laúd), y por encima del panelado se sitúa una doble fila con retratos pintados por Berruguete y Justo de Gante que representan a grandes sabios de la historia.

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Detalle del Studiolo de Federico da Montefeltro en el Palazzo Ducale de Urbino.

La visita a este impresionante palazzo se completa con la planta inferior donde quedan restos de las caballerizas, cocinas (nevera incluida) y los baños, ideados al modo de las termas romanas, que nos dan la medida de la forma en que vivía este hombre culto e interesado por diferentes disciplinas, esencia de la figura del humanista del Renacimiento que fue y a su vez promovió Federico da Montefeltro.

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Cartel con la imagen de la musa Clío para la exposición Giovanni Santi: «Desde entonces… me entregué al admirable arte de pintura».

En este Palazzo Ducale, en torno al cual se desarrolló la vida de Giovanni Santi, se ha organizado una exposición temporal (hasta el 17 de marzo) con sus creaciones. La muestra supone la reordenación de algunas piezas que ya habitaban en el palacio, en su mayoría religiosas, principalmente retablos, cuyos colores y líneas definidas, restaurados para esta ocasión, evidencian el influjo inculcado en la obra de su hijo Rafael. Es el caso de Virgen con niño en trono con San Juan Bautista, San Francisco, San Jerónimo y San Sebastián, conocida como Pala Buffi.

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Pala Buffi de la Galleria Nazionale delle Marche, Urbino

Giovanni Santi, como humanista que fue, también se dedicó a la escritura, y compuso un poema épico de más de 22.000 versos, que conocemos con el nombre de Crónicas rimadas. Escrito en honor al casamiento de Guidobaldo da Montefeltro, elogia las hazañas de su padre Federico, pero aprovecha para volcar un análisis sobre la pintura de sus coetáneos en el apartado conocido como Discurso de la Pintura. El libro se exhibe mostrando alguna de las ricas ilustraciones que también salieron de su mano.

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Página de la Cronaca rimata de Giovanni Santi ilustrada por el propio autor.

Giovanni Santi “Da poi … me dette alla mirabil arte de pictura” sobre todo supone el regreso de Las musas a su ubicación original después de 4 siglos en la Galleria Corsini de Florencia. Se trata de una serie completa de 8 pinturas que se crearon para el templete del Palazzo de Urbino que da a la gran fachada. En Las musas parece que también intervino Timoteo Viti: uno de los cuadros representa a Apolo, dios de la música, tocando su viola, y en el resto las personificaciones divinizadas de las artes le siguen con diferentes instrumentos, algunos característicos de sus representaciones en la iconografía clásica, y otros adaptados a la época, como la musa Polimnia que sustituye su lira por un organetto. Esta exaltación de la música superando las artes liberales para convertirse en una disciplina que atraviesa el resto de las artes podría estar incluso respondiendo a indicaciones especificadas en el encargo directo del duque de Montefeltro, en cuyo studiolo, como hemos visto, la música tomaba igual importancia.

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Tres de las musas representadas por Giovanni Santi: Polimnia, musa de los cantos sagrados; Melpomene, musa de la tragedia, y Erató, musa de la poesía lírica amorosa.

Algunas piezas de la exposición vienen de lugares tan dispares como la National Gallery de Londres (Virgen con el Niño, 1488) o el Museo Pushkin de Moscú (Virgen con el Niño y dos ángeles), pero también de los Museos Vaticanos o de pueblos cercanos de la misma provincia de Pésaro y Urbino, como es el caso de los retablos Pala Oliva, proveniente de la iglesia del Convento de Montefiorentino (Frontino), o Pala Gradara, desde la Pinacoteca Comunale de Gradara.

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Frescos de la Capilla Tiranni en la iglesia de San Doménico (Cagli). Se cree que el modelo que sirvió a Giovanni Santi para el ángel situado a la izquierda de la Virgen fue su hijo Rafael.

Otras obras de Giovanni Santi no se han podido trasladar desde su localización, pero afortunadamente se encuentran en un par de poblaciones alrededor: Cagli, en cuya iglesia de San Domenico hay dos frescos que realzan la Capilla Tiranni, la Sacra Conversación y la Resurrección, y Fano, donde pueden verse Virgen con niño y los santos Helena, Zacarías, Sebastián y Roque (Museo Archeologico e Pinacoteca Civica del Palazzo Malatestiano) y Visitazione (Chiesa di Santa Maria Nuova).

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Las características Torricini de la fachada del Palazzo Ducale de Urbino.

El devenir de alguno de sus cuadros ha hecho que viajen mucho, pero Giovanni Santi apenas se movió de la región de Le Marche desde su nacimiento en Colbordolo, a escasos 20 kilómetros de Urbino. Quienes no lleguen a tiempo para ver esta muestra, aquí han tenido noticia de la localización de algunas obras suyas, además de las que se encuentran en el propio Palazzo Ducale de Urbino, donde preparan ya una exposición a finales de año sobre Rafael con motivo del 500 aniversario de su muerte: una excusa perfecta para seguir la pista a ambos pintores marquesanos y descubrir una región desconocida de Italia que tiene mucho más que ofrecer, y de la que seguiremos hablando con la misma pasión que transmiten sus habitantes.

Más información: www.gallerianazionalemarche.it