Dentro de los géneros musicales más consumidos del siglo XX, el rock ocupa un lugar especial. No solo por las rupturas musicales que trajo consigo ni por los cuestionamientos desde el abordaje estético, sino por la trepidante evolución y posterior adaptación a diferentes espacios geográficos y lingüísticos. En Cuba tuvo diferentes etapas de fertilización que no estuvieron exentas de polémica e incomprensión, pero es indudable la profunda acogida con que el rock también se nos hizo nuestro.
Así lo asume, desde una óptica muy personal, el escritor Francisco López Sacha, a través de un libro cuyo nombre en sí mismo es una provocación formal: Prisionero del Rock and Roll (Ediciones Unión / Ediciones Icaic 2017). El autor, testimoniante directo de la generación que emerge bajo el fuego cruzado –musicalmente hablando– entre Elvis Presley y Benny Moré, nos adentra en diferentes visiones sobre el género a partir de su gestación como movimiento musical y social; pero, muy atinadamente no lo cercena como concepto de aquellos antecedentes y eventos cercanos que fluyeron en torno a él de manera directa.
Así, a medida que se suceden los capítulos, y tal vez simulando movimientos hipotéticos de una sinfonía literaria, Sacha parte de dos líneas fundamentales como tesis. La primera la focaliza en el ecosistema real e irrefutable sonoro del género, y la segunda en su recontextualización personal como adolescente protagonista.
Para Sacha, hablar de rock en etapa primigenia es también acercarse al twist, a antecedentes como el jazz, el ragtime, el swing y a todas las figuras importantes de cada etapa, a la vez que nos describe el sonido de una época pródiga en búsquedas y fusiones. Pero este viaje literario también es ideal para transgredir criterios; dinamitar, desde perspectivas muy personales, diversos mitos sobre el género, de teorizar sobre exclusiones de tipo musicales e introducirnos, de manera aparentemente inconexa, algunas valoraciones sobre el nacimiento del rock cubano.
Sacha nos comenta sobre autores disímiles y entreteje, con su maestría, paralelismos sobre grandes figuras y binomios autorales tales como Santana, Peter Frampton, Elton John / Bernie Taupin, Lennon / McCartney, pero no deja de lado a Formell, Silvio, Pablo o Adalberto, por las influencias del género en Cuba. No faltan aquí valoraciones críticas sobre bandas referenciales como los Rolling Stones y los Beatles, a la vez que, de manera audaz, fabula y cuestiona algunos arquetipos del rock y los relanza como posibles escenarios de un mundo alternativo.
Así nos plantea una supuesta disputa entre Paul Anka y McCartney, los puntos cercanos de Elvis y Benny Moré o la influencia de Santana para el rock nacional; sin duda un ejercicio lúdico y de aproximaciones ideales, pero ceñidas a hondos conocimientos del género, que logra sorprender y gratificar al más exigente lector.
Fuente: Granma
