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Franz Beckenbauer: el eterno Káiser

Franz Beckenbauer: el eterno Káiser

Franz Beckenbauer, leyenda del fútbol en Alemania, referencia de líbero, que como dijo una vez Cruyff: “era un jugador ofensivo que jugaba en la defensa”. Líder, capitán y ganador nato, responsable de éxitos del Bayern Múnich y Mannschaft en los setenta. 

Franz Beckenbauer

Franz Beckenbauer. Foto: cinemania.es

En la vida de cada ser humano hay puntos de inflexión, donde se toman decisiones trascendentes que marcan y definen el futuro. La existencia de un joven nacido en la Múnich posguerra no estuvo exenta de eso, aficionado a un deporte sin popularidad en Alemania pero con la firme convicción tras ver a los héroes locales en Berna lograr el Mundial de 1954, prometió algún día repetir la hazaña. Y lo logró. ¡Qué triste hubiese sido el fútbol de los años setenta sin Franz Beckenbauer! Vacía la historia del balompié sin este niño al cual su padre no apoyó en la decisión de jugar al fútbol.

Pero el destino le tenía preparada otra prueba. Aficionado desde siempre de TSV 1860 Múnich, el grande de Baviera en la época, disputó un torneo juvenil frente a ellos cerca de ser firmado. En una de las acciones del partido tras una entrada de Franz a un contrario con el partido caliente, el rival le propinó una abofeteada frente a todos. La cuota de vergüenza, que terminaría convirtiéndose en orgullo y años después en la mejor decisión de su vida. Esta acción le haría entender que no quería vestir la camiseta de un club con esos valores y finalmente acabaría en el Bayern Múnich, un equipo en crecimiento de la Segunda División y rival del que fue, amor y sueño de sus días.

De dos incidentes nació el hombre que dignificó el fútbol alemán, el Bayern de Múnich y especialmente, al defensor europeo. Innovando con la creación de la posición del líbero, en la cual un hombre de la primera línea está adelantado u atrasado no tiene responsabilidades de marcas y puede crear juego, conectar con el mediocampo, aportar en el repliegue defensivo, dar la salida con el balón y conducir, es decir, libertad en esta posición; el viejo continente jamás había visto a un defensor con tanta clase, elegancia, perfección y sin abusar del juego físico,además de eso, que tuviese la capacidad de armar el juego y dirigir el equipo. En un fútbol de balones largos, combates cuerpo a cuerpo y sin grandes destrezas técnicas, Franz Beckenbauer irrumpió y sólo supo cosechar éxitos, ganando todo lo que se cruzó en su camino.

Impulsado por la figura de su ídolo Fritz Walter, Beckenbauer comenzó desde muy joven siendo delantero centro cuando era cantera del SC Múnich. En 1965, con 20 años, es fichado por el Bayern Múnich y participa en el ascenso del equipo a la Primera División, mismo año en el cual es convocado por la Selección Nacional y más tarde viajaría a Inglaterra para disputar el Mundial. Alemania acabaría segunda pero él con 4 goles fue el tercero en la tabla de goleadores y el torneo sería la mejor ventana para el talento de quien un par de años luego sería denominado “Káiser”.

Gozando de una evidente calidad futbolística el título de “Emperador” vendría dado por un viaje que realizó a Austria en el cual se fotografió con un busto de un monarca. Para otros vino tras una falta a Reinhard Libuda el “Rey de Westfalia” y le denominarían así para crear la rivalidad; en cualquier caso le vino tal anillo al dedo gracias a sus dotes que a posteriori le convertirían en el capitán del Bayern Múnich y la Mannschaft.

Pese a ser originalmente un equipo de media tabla, los de Baviera cosecharon triunfos prontamente y plagados de jóvenes como Sepp Maier y Gerhard Müller, formaron “La Santísima Trinidad” del fútbol germano y cuatro Bundesliga (1969, 1972, 1973, 1974), 3 Copas de Europa (1974, 1975, 1976) y cuatro Copas de Alemania (1966, 1967, 1969 y 1971) catapultarían al Bayern como uno de los mejores a nivel mundial y al nuevo capitán, figura indiscutible.
Los setenta sería la época que lo dejó escrito en la historia del deporte global ya que además de obtener los títulos dichos, se llevaría a su vitrina personal dos Balones de Oro (1972, 1976) y alcanzaría la Eurocopa de 1972 después del Mundial de México en el que fueron eliminados en “El Partido del Siglo” contra Italia pero el Káiser quedaría grabado en las retinas como aquel que se rehusó a salir del campo, jugando con la clavícula rota y un cabestrillo en el brazo. Europa no había visto tanta tenacidad.

Más épico aún sería 1974, cuando el Franz niño que prometió ganar para su patria el trofeo Jules Rimet nuevamente, hiciera realidad aquella convicción y conduciendo el equipo a su hombro le ganó el título a Holanda y Johan Cruyff, el mago, que plasmaban fútbol total y rompieron estándares, dejaron a Brasil sin reválida y con personajes titulados campeones continentales, muchos del Bayern Múnich, lograron la hazaña y levantaron la Copa.

Franz Beckenbauer levantando la Copa del Mundo. Foto: Paul Ridge Blog

“Perdió Holanda, perdió el fútbol”, se dijo aquella vez, pues no. El deporte tomó vida en la figura de un hombre de 1.81 metros, que es ahora denominado Genio Universal del Fútbol Mundial según la IFFHS. No sólo como jugador ya que años después sería el director técnico que guió a Alemania a la final del Mundial de 1986 frente a la Argentina de Maradona y cuatro años después al tercer trofeo mundialista en Italia.

Campeón del mundo como jugador y técnico, fue también directivo. Presidente del Bayern, vicepresidente de la Federación Alemana y organizador del Mundial de 2006, ha sabido vencer en todas sus facetas y es un auténtico rockstar en su país por la gran popularidad y el aura de leyenda que ha alcanzado amén de sus logros deportivos e incluso a sus declaraciones siempre irreverentes que nunca pasan desapercibidas, justo como lo fueron su gran calidad técnica, su visión de juego, su inteligencia táctica, la salida exquisita con el balón, las anticipaciones, cortes y la amplia biblioteca ofensiva.

Elegante en todos sus movimientos se ha dicho de él que “puede jugar al fútbol vestido de esmoquin” y aún ser contundente, rápido, goleador, versátil y quizás su mejor característica personal: líder dentro y fuera de la cancha. Franz Beckenbauer será eternamente el gran capitán, el inmortal líbero: inventor e intérprete, quizás el mejor futbolista alemán hasta ahora o el mejor defensor. Presidente, técnico y futbolista.

Como dijo en 1974 cuando ganaron a la Naranja Mecánica: “Cruyff era mejor jugador, pero yo fui campeón del mundo”, sí Franz. Ganador nato, el eterno káiser.

Estudiante de Comunicación Social. Piloto de avión en la otra vida, futura periodista deportiva en esta. Twitter: @mariangel_ferre

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