Uno de los periodos más controversiales de la historia mexicana es el Porfiriato, los 30 largos años en los que Porfirio Díaz estuvo al poder sin dar cabida a que otro gobernara y que derivó finalmente en la Revolución Mexicana, un conflicto armado que buscaba derrocar su mandato.
Existen muchos personajes que jugaron un papel importante en esta lucha armada, y entre ellos destaca Francisco I. Madero, considerado por muchos como la persona que inicio el movimiento y sin quien, probablemente, la revolución no se habría dado. O, cuando menos, habría tardado mucho más en formarse.
Antes de la lucha
Desde que nació en 1873, Francisco I. Madero fue una persona bien posicionada económicamente. Hijo de Francisco Madero y nieto de Evaristo Madero, la familia de hacendados había acumulado una enorme riqueza gracias a sus inversiones en algodón. Si no eran la familia más rica de México, sí estaban entre las más adineradas.
Gracias a ello, Madero pudo realizar sus estudios en el extranjero, primero en Estados Unidos y después en Francia, para así tomar el negocio familiar una vez que regresara a México, donde se casó con Doña Sara Pérez y siguió llevando un estilo de vida alto.
Fue cuando conoce a los hermanos Flores Magón que Madero empezó a tener acercamientos con la política al financiar su periódico ‘Regeneración’. Los hermanos habían fundado el periódico en 1900 con claras ideas en contra de Díaz, ocasionando su exilio.
A pesar de la ayuda económica por parte de Madero en 1901, el periódico fue censurado y retirado del país en 1904, pero sus ideas progresistas y antirreeleccionistas se quedaron con Madero quien jugaría un papel importante en la revolución más adelante.
Nace el Partido Nacional Antirreeleccionista
Decidido a realizar un cambio en la política mexicana, Madero fundó su propio partido en 1909 y empezó una gira alrededor del país para ganar adeptos y dar a conocer sus ideas sobre la no reelección y la sucesión presidencial.
Quizás fue por la presión de Madero o por el creciente descontento general del país, pero en 1910 Porfirio Díaz anunció que celebraría elecciones libres, convirtiendo a Madero en uno de los candidatos más populares casi de inmediato, pero las elecciones estarían manchadas por el presidente Díaz.
En un intento por arruinar los esfuerzos de Madero, Porfirio Díaz le arrestó bajo los cargos de conato de rebelión y ultraje a las autoridades. Sin embargo, Madero logró escapar a San Antonio, Texas, desde donde llamó a los mexicanos a las armas bajo el lema de “Sufragio efectivo. No reelección”.
La corta presidencia de Madero
Una vez pasadas las ‘elecciones’, el 20 de noviembre de 1910 estalló la revolución con el Plan de San Luis, y después de un año de peleas por todo el país, Díaz renunció a la presidencia en 1911, y Madero subió al poder.
Pero a pesar de la victoria, la pelea revolucionaria no paró hasta 1920, en gran parte porque siempre hubo alguna persona que no estaba de acuerdo con quién subía al poder para reemplazar al anterior mandatorio.
En el caso de Madero, el principal descontento fue por su gabinete porfirista. Era incoherente que, después de luchar por la destitución de Porfirio Díaz, hombres que formaron parte del anterior gabinete siguieran en el poder bajo la presidencia actual.
Es por ello que, entre otros factores como la influencia del gobierno estadounidense, en 1913 Madero es traicionado por Victoriano Huerta en lo que se conoce como la Decena Trágica, un conflicto armado del 9 al 19 de febrero, y por fin el 22 de febrero de ese año Madero es asesinado.
A pesar de que su tiempo en el poder fue corto, la influencia que tuvo Madero en el país aún prevalece hoy en día. Sin él, es muy probable que el movimiento revolucionario habría tardado un par de años más, o no hubiera ocurrido en absoluto, y por ello lo recordamos cada 20 de noviembre.
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