4 días (2020), de Rodrigo García

Deb recibe la visita de su hija, Molly, en estado deplorable, tras diez años de adicción a la heroína y otras drogas. Le ha mentido tantas veces y le ha robado tanto que se resiste a alojarla en casa, de hecho cambió la cerradura para evitar que se presentara de improviso. La muchacha no se va, pasa la noche en la escalinata, por lo que al final su madre acepta cuidarla si acude a un centro de rehabilitación, que la admite durante tres días. Al salir, la lleva a visitar a un doctor, que quiere probar un remedio que puede funcionar, una inyección mensual de naltrexona, que bloquea el efecto de los opioides, pero para ponérsela la joven debe permanecer limpia durante cuatro jornadas más. ¿Podrá resistir con ayuda de Deb?

Rodrigo García inició su singladura con Cosas que diría con sólo mirarla y Nueve vidas, compuestas por cortos que relataban historias cotidianas de mujeres. Tras varios años rodando sobre todo capítulos televisivos, recupera el tono de aquellas dos cintas, y a Glenn Close, presente en ambas, aunque esta vez rueda una única historia, basada en un drama real. La actriz repite por segunda vez en un año su papel de madre de drogadicta tras Hillbilly, una elegía rural, pero realiza un trabajo magistral, sin la caracterización un tanto ridícula que lucía en aquélla, aunque le hayan colocado una peluca un tanto extraña; sobre todo deja claro que resulta imposible renunciar al amor hacia los hijos, no importa lo que haya ocurrido. Sorprende más –porque se sale de sus papeles habituales– una transformada Mila Kunis, como Molly, pues se trata de un personaje muy complejo, pero logra expresar su desesperación, autodesprecio y degradación, pero también que se trata de una manipuladora. Pese a que tienen una presencia mucho menor, no desmerecen Stephen Root, el segundo marido de Deb, y Joshua Leonard, ex esposo de Molly.

García retrata con sensibilidad la esperanza que mantiene una madre que ha sido muchas veces defraudada, y pese a que deja claro el infierno por el que pasan los adictos, mantiene un tono positivo. Abundan los momentos conmovedores, como cuando acuden a ver a Molly sus hijos, lo que permite que el espectador vislumbre la vida normal que se ha perdido, o el que señala el cariño que le demuestra a la muchacha una esteticista local que le aplica con amor un masaje facial. El film también critica que algunos médicos han abusado a la hora de recetar analgésicos opioides, o no han tenido mucho cuidado a la hora de hacerlo, lo que provocó la tragedia de Molly cuando era adolescente.