Fonsi Nieto: "Estuve muchos años sin ver las motos en la tele"

Fonsi Nieto es una celebridad dentro del Mundial de motociclismo. Y eso que, aunque lo rozase en 2002 en 250cc, nunca fue campeón del mundo. Ese año terminó como subcampeón, por detrás de Marco Melandri, en el curso en el que logró la primera de las cinco victorias que tiene en su palmarés. Pero Fonsi era más. Era un Nieto, sobrino del icono Ángel (en realidad se llama González Nieto), y empezó a brillar en unos años pasionales, todavía con los motores de dos tiempos, cuando a los pilotos españoles les costaba ganar. Y era una celebridad también fuera de los circuitos.

Nieto, desencantado con el campeonato, probó en SBK, y luego regresó para probar fortuna con las Moto2, aunque una durísima lesión le terminó retirando en 2011. Un accidente en Indianápolis con muchas vicisitudes hospitalarias (pasó una quincena de veces por el quirófano) y del que salió con un pie destrozado. Esto le alejó del paddock, y desarrollar una carrera profesional en la música, hasta que su cuerpo le volvió a pedir acción, y comenzó en 2017 a trabajar como coach primero y director deportivo de la escudería Prima Pramac de MotoGP, donde en este pasado 2023 pudo vivir de primera mano la pelea por el título de Jorge Martín.

Sólo cuando entro en Phillip Island, que es un circuito que me encanta. Lo demás lo veo y digo '¡Uf!, quita, quita…'. Ya tengo yo bastante con mi X2 (NdR: la moto eléctrica biplaza de Ducati que se usa para dar vueltas a los circuitos a los invitados VIP de la marca) , que me lo paso fenomenal. Yo ya me pegué todos los palos que me tenía que pegar en su día.

Mira, eso lo hablaba un día con Doohan en una cena. Se lo dije: 'Te acuerdas todos los días por la mañana cuando te levantas de la cama que has sido piloto'. No se olvida. Además, todos.

Sí, pero también te digo que yo pillé una época con una televisión en abierto, con Telefónica, con Repsol, como dices tú, en la que hacía falta buscar un héroe. Ahora, cuando ya han pasado muchos años, me doy cuenta de que eso me perjudicó, había demasiada ansia por que se hicieran bien las cosas porque no había otros. Yo recuerdo la primera carrera que gané en Jerez, que no sé cuántos años se llevaba sin que se ganase, desde Garriga, creo. Y fue demasiado boom en demasiado corto tiempo. A mí me saturó también personalmente.

Sí, sí. Yo a Jorge (Martín) muchas veces se lo digo: 'Tío, no hagas esto, no la cagues como la cagué yo'. Esa es mi frase.

Sí. En el año de Melandri, digiriéndolo con los años, sí. Se puede decir que sí, que estuvo ahí muy disputado. En el año de Poggiali no teníamos nada que hacer, no podíamos, ni Toni (Elías) ni yo, era un año en el que no nos iban a dejar.

Y demasiada diferencia del primer grupo al segundo. A nivel pilotaje y de material. Éramos cinco tíos los que estábamos ahí, seis. Estaba Kato, Harada, Melandri, Rolfo, Porto y luego salía alguno de repente, un De Puniet, McWilliams. El año en el que llegó Poggiali fue una diferencia abismal. Y yo ahí perdí toda la ilusión. Que por eso me fui a SBK, y recuperé un poco la ilusión y las ganas. Pero aquel año me marcó mucho, el 2003.

Todavía me sigue parando la gente por la calle con esta carrera. Alucinas. Esa carrera se le ha quedado grabada a la gente. Y es lo que te digo, teníamos la suerte pero también la presión de que era una televisión en abierto. Se veía en La1. Lo veían millones de personas. Son momentos. No es que yo haya hecho algo diferente a los demás, o algo especial, es que teníamos una televisión en abierto, y no estaban ganando españoles. Luego empezamos Sete (Gibernau) y yo a estar un poco delante, y la presión fue brutal, para mí, y para Sete. Y luego tener un Telefónica detrás con las campañas que hacían de anuncios de televisión, era difícil de gestionar.

También si te fijas casi todos los deportistas, que no sean futbolistas, que tienen que estar en donde tienen que estar, no suelen vivir en Madrid. Estaban en sitios más tranquilos. Y el estar en Madrid te lo hace más complicado, estás mucho más expuesto, mucho más al foco, te hacen ir a más eventos, un montón de cosas que, al final, cuando tienes contratos con marcas, tienes que hacerlo.

Ahí la importante es la familia y el entorno. ¿Cuántos deportistas hemos visto que el entorno les ha ayudado a ser lo que son, o les ha perjudicado y se han quedado por el camino? Ya no sólo por ellos, por el entorno también. Creo que rodearte de la gente adecuada es súper importante, y yo tenía la suerte de que en aquella época también estaba mi tío, y eso me ayudó mucho. Y mi gente, mi hermana, que esa es la gente que al final hace que puedas estar más tranquilo.

Sí, es divertido. Le hubiera gustado vivir esta situación, esto ya te lo digo yo, seguro. La hubiera disfrutado y seguiría dándonos consejos, con la edad que tendría ahora. Es bonito. Este año nos hicimos una foto Pablo y yo en el podio, que las tres motos eran nuestras. Mola mucho eso.

Sí, la verdad es que para mí la música siempre fue una terapia, porque cuando tuve el accidente y me tuve que retirar fue muy difícil de asimilar, porque yo quería seguir corriendo. Y cuando te tienes que retirar por una lesión es duro. Y enseguida encontré un camino que me gustaba, me divertía, me motivaba, me quitaba de la cabeza las motos. Yo estuve muchos años sin verlas en la tele. Me producía un poco de rabia emocional, porque yo habría querido seguir corriendo. En Moto2 empezaba a ir rápido y el año siguiente yo estaba convencido de que íbamos a pelear por los cinco primeros del campeonato, o los tres primeros. Y para mí fue una terapia muy buena. Y luego pasó lo de mi tío Ángel, y cuando murió me vinieron las ganas de volver al Mundial. Me senté con Paolo Campinoti (propietario de Prima Pramac) y lo cerramos en un minuto. 'Paolo, que quiero volver. Pues ya está'.

Sí, sí, seguro. Aquello fue muy heavy. Lo que pasa es que las personas tendemos a olvidar las cosas feas y malas que te han pasado, gracias a Dios. Me acuerdo todos los días, obviamente, porque tengo un pie que lo tengo de milagro, y se siguió complicando con los años, con la infección, luego me lo tuve que fijar. Me preguntabas antes si me daba envidia cuando veía a los pilotos en moto: pues ahora mismo, no.

Ya con 45 años maduras. El Mundial al final es cada vez más duro, porque son más carreras. Y eso quizás sea lo que más cuesta arriba se te hace cuando tienes niños. Pero una vez que estás ahí en las carreras es todo pasión, todo ganas, ilusión. Los que estamos haciendo el Mundial de motos lo hacemos por pasión, es un deporte con el que tienes que nacer en la sangre. Y cuando te atrapa y lo coges ya es para toda la vida.