En sólo 33 años María Eva Duarte de Perón transformó la historia. Una joven nacida en Los Toldos que con sumo coraje decidió torcer el destino en cada etapa de su vida.
De actriz a representante de los trabajadores del radioteatro; de compañera del Coronel Perón a ser la impulsora de la participación política femenina y la abanderada de los humildes; de Embajadora de la Paz a ser el puente entre el gobierno y el movimiento obrero organizado.

Hoy como ayer, el Museo Evita nos recibe con una de sus frases que sintetizan su convicción y los enormes desafíos que tuvo que enfrentar para hacerse un lugar en nuestra cultura política: “Me encontré ante dos caminos: uno de asfalto, el de esposa del Presidente, y otro de selva, pero que tenía el encanto de ser el que me ponía en contacto con el corazón del pueblo argentino, que vale cualquier sacrificio y cualquier esfuerzo”. María Eva Duarte de Perón eligió ser Evita. Decidió ser orgullosamente
peronista, encarnando los rasgos identitarios del movimiento político que lideró junto a Juan Domingo Perón. Trabajó incansablemente para incorporar definitivamente a las mujeres a la política, para que puedan votar y ser votadas. Presidió una institución innovadora en materia de ampliación de derechos como
la Fundación Eva Perón. Impulsó el reconocimiento de las personas mayores a nivel mundial. Colaboró activamente en la concreción de los derechos de los trabajadores y trabajadoras.

Pero por sobre todas las cosas, eligió ser Evita. 

Hoy como ayer, a 70 años de su paso a la inmortalidad, su nombre sigue siendo sinónimo de lealtad hacia un proyecto político y un país que nos incluya con dignidad.

El contacto permanente con públicos de todas las edades, nacionalidades e identidades durante 20 años en el Museo Evita, nos ha enseñado que su nombre sigue siendo inspiración para que enfrentemos los desafíos de nuestros tiempos.
En nuestras manos está sumarnos a la lucha por la igualdad. En nuestras manos está elegir ser Evita.