Ese loco sentimiento (1997), de Carl Reiner

Dixon ha encontrado a Keith, el hombre de su vida, y planea casarse. Pese a ciertos reparos, invita a la boda a sus padres, que están divorciados. Acabarán aguando la fiesta, pero no por la escena de reproches que se podía temer, sino porque inician lo que parece una segunda luna de miel. Ello conlleva dejar plantados a sus actuales compañeros; y tal madeja de complicadas relaciones sentimentales puede dar al traste con la prometedora carrera política de Keith, flamante congresista defensor de los "valores familiares".

Pese a sus intentos de recuperar el tono clásico de las comedias de enredo, apostando por la típica "guerra de los sexos", el guión urdido por Leslie Dixon —autora de Sra. Doubtsfire— se desinfla enseguida. Los personajes de Bette Midler y Dennis Farina se llevan demasiado bien, con lo que sus supuestas desavenencias no resultan creíbles. Por otro lado, la paradoja que plantea el film —los divorciados se unen, los casados se separan—, teóricamente ingeniosa y transgresora, se vuelve contra la película al dar una visión del amor entre el hombre y la mujer poco romántica, nada atractiva. Los chistes que salpican el film, a menudo groseros, tienen bastante poca gracia.