El escuadrón suicida - Análisis

Ñam Ñam

Crítica de El Escuadrón Suicida, un plato de Guardianes de la Galaxia al punto de Deadpool

La DC del cine sigue buscando su camino, su tono, su enfoque. El descalabro de Justice League dio lugar a una crisis de identidad que dura hasta hoy. Mientras tanto, las cabezas pensantes de los despachos de la Warner continúan siguiendo con la mirada a sus vecinos de Marvel, y la postura es tan forzada que ya deben estar al borde de la tortícolis. Tras el paso de Joss Whedon, ahora le toca el turno a otro baluarte de la competencia. James Gunn llega dispuesto a repetir la jugada de Guardianes de la Galaxia; un elenco de personajes desconocidos a los que reforzar, tanto dentro como fuera de la pantalla, gracias a sus dinámicas de grupo. ¿La diferencia? En esta ocasión ha habido manga ancha en lo referente a la calificación por edades. El Escuadrón Suicida ha obtenido una grado R en Estados Unidos, y ha hecho de eso su principal baza. Una seña de identidad que explota (como ya hiciera en su momento Deadpool) para abrazar con fuerza el gore, el lenguaje soez y las referencias sexuales, para convertir a esta panda de villanos olvidados en un grupo de atractivos macarras que han de enfrentar una de las mejores amenazas que han pasado por el universo DC.

Un reboot que se debe a su naturaleza macarra


De entrada, El Escuadrón Suicida representa una de las maniobras más extrañas que se recuerdan en los últimos años. La película que firmó David Ayer fue ejecutada y enterrada en tiempo récord, los responsables de la franquicia hicieron como si nunca hubiera existido y le dieron la batuta a una cara de reconocido prestigio. La apuesta, visto lo visto, ha salido bien. Lo que en principio se presentó como un reboot, puede llegar a sembrar dudas en más de uno, pues junto a Margot Robbie en el papel de Harley Queen, también repiten Joel Kinnaman (Coronel Rick Flag), Viola Davis (Amanda Waller) y Jai Courtney (Capitán Bumerang). Las nuevas caras, que comienzan por Idris Elba como Bloodsport, continúan con John Cena (Peacemaker), Sylvester Stallone (Nanaue o King Shark), Nathan Fillion (T.D.K), Joel Kinnaman (David Dastmalchian (Polka-Dot man), Daniela Melchior (Ratonera 2), Mayling Ng (Mongal) y la aparición de todo un latin lover como Juan Diego Botto, entre otros tantos.

La trama arranca con Savant, un villano interpretado por Michael Rooker y utilizado para explicar, de forma rápida y eficaz, en qué consiste esto del Escuadrón Suicida: una célula secreta de intervención, utilizada por el gobierno de los Estados Unidos de América, que se sirve de presos dotados con capacidades sobrehumanas para llevar a cabo misiones encubiertas. Antes de que nos demos cuenta, estaremos inmersos en una de estas, y en apenas uno minutos quedará claro el tono de la película. Una primera toma de contacto que sirve para situar el listón de la violencia y el humor que nos van a acompañar durante las siguientes dos horas. La misión, pese a lo clásico de su planteamiento inicial, juega con la sorpresa de forma habilidosa y sabe mantener al espectador atento a lo que ha de acontecer. No todos los giros son previsibles y, además, cuando sí lo resultan, se ven respaldados por el tono festivo que gobierna la narración. Claramente, resulta más importante atreverse a poner según qué cosas en pantalla, que el cómo llegar a ellas, y Gunn las pone.

El grupo protagonista funciona de maravilla, demostrando que cuanto más disfuncional sea la "familia" tratada por Gunn, mejor se mueve.

Grandes inversiones de metraje en la construcción de gags y un tiburón


El director hace gala de la economía narrativa que ya nos mostró en la primera entrega de Guardianes, reservando más espacio para la construcción de gags que para el trasfondo de los personajes, algo que no solo celebro, sino que además le invito a realizar con más fuerza aún. Y es que ahí es dónde, a mi parecer, reside la fuerza de esta película, en su abandono al absurdo, en su capacidad para desmembrar personajes sin hacernos arquear una ceja, y en su habilidad para ser explícita en su ultraviolencia a la par que colorista, alegre y juvenil. La película tiene la extraña capacidad de blanquear el humor negro, de desdramatizar todo lo sucedido en pantalla, de tenderle una mano al espectador para que disfrute de la sangre y la brutalidad de los asesinatos banales. Nanaue, el tiburón parlante interpretado por Sylvester Stallone, es la cristalización de ese espíritu, un personaje deliciosamente idiota que supone uno los grandes aciertos de la película, junto a su gran amenaza final.

Para rematar la jugada, la trama se reserva dos ingredientes clave, en primer lugar juega la carta de la crítica fácil, algo que siempre suele entrar bien, y en segundo está su gran villano, que nos regala algunos de los momentos más comiqueros que hemos visto en el cine de DC. Tanto la inclusión de Starro (un antagonista de La Liga de la Justicia muy de los años 60) como su representación resultan todo un acierto. Lejos de los intentos de grandilocuencia de Steppenwolf, Ares u Orm Marius, Starro supone el despojo de los complejos que durante tanto tiempo han asolado a este universo cinematográfico. Colorido, absurdo, pseudo cómico y hasta ridículo, una maniobra que vienen a reafirmar el tono irreverente de toda la película, una gamberrada de cara a todos aquellos que confunden el tomarse en serio las adaptaciones del cómic con la oscuridad, el drama de manual y la introspección de baratillo.

Margot Robbie repite en su papel de Harley Queen entregando una versión, algo más comedida del personaje, que protagoniza sus mejores escenas de acción hasta la fecha.

Starro le pone la guinda a esta nueva versión


Con ese colofón final, es fácil salir entusiasmado de la proyección y obviar todo aquello que quizá no llegó a funcionar en ese primer visionado. Detalles como los apuntes sobre las motivaciones de cada uno de los protagonistas, que siguen pareciendo intentos desesperados por justificar sus acciones en dos frases; lo previsible, anecdótico e innecesario de la evolución del personaje de Idris Elba; o sus intentos por apelar a lo emocional cuando, quizá, no era el momento ni el lugar teniendo en cuenta el tono general de la película. Elementos que parecen seguir atando a la película, señalando que James Gunn ha podido desatarse en comparación con lo realizado en Guardianes de la Galaxia, pero que sigue constreñido por los cánones de las grandes superproducciones. Aquellos que nos dicen que el protagonista debe tener buen fondo, o que las malas acciones de sus compañeros deben estar justificadas por el daño que el mundo les inflingió. Nanaue, Starro e incluso el personaje interpretado por Juan Diego Botto, escapan a todo eso, lo absurdo de su concepción les otorga ese poder, no están sujetos a dichas restricciones y, por eso, creo que funcionan tan bien.

La película no escatima en personajes, dotando a muchos de ellos de un gran carisma con apenas unos minutos en pantalla.

Para ir concluyendo podemos decir que, finalmente, a DC le salió bien la maniobra. A El Escuadrón Suicida de James Gunn le basta con el prólogo para conseguir que el público se olvide de la película de David Ayer. No veo la obra maestra que muchos están ensalzando, pero sí una película entretenida, eficaz e irreverente respecto al Hollywood del superhéroe. Un ejercicio de personalidad que pone la diversión macarra por encima de casi todo, y que abraza la idiotez para hacer de ella una bandera que ondear al ritmo de Johnny Cash, The Fratellis o Pixies. Solo me queda emular al gran King Shark para terminar y entonar la frase de la película: "ñam ñam".

En este artículo

El escuadrón suicida

DC Studios | 6 de agosto de 2021

Crítica de El Escuadrón Suicida, un plato de Guardianes de la Galaxia al punto de Deadpool

7
Bueno
DC acierta con la contratación de James Gunn, y este les entrega un ejercicio de personalidad, una película irreverente, gamberra y macarra que utiliza el gag y el gore como carta de presentación. Un abrazo a la idiotez y el absurdo, libre de complejos, al que únicamente le reprocho su apego por el blanqueo de los villanos protagonistas. Cumple con su principal función: divertir al público adulto.
El escuadrón suicida
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