Erik(a) Schinegger, el hombre que fue campeón del mundo de esquí alpino femenino - Libertad Digital
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Erik(a) Schinegger, el hombre que fue campeón del mundo de esquí alpino femenino

Tras ganar el oro en descenso femenino, se descubrió que Schinegger era en realidad un hombre. Pero no fue un tramposo, sino una víctima...

Tras ganar el oro en descenso femenino, se descubrió que Schinegger era en realidad un hombre. Pero no fue un tramposo, sino una víctima...
La austríaca Erika Schinegger (en el centro) en una imagen del Campeonato Mundial de Esquí Alpino de 1966. | Wikipedia

Campeonato Mundial de Esquí Alpino de 1966 en Portillo, Chile. El único que se ha celebrado en el hemisferio sur hasta la fecha, por cierto. Un nombre sobresale por encima de todos: Erika Schinegger. Con tan solo 18 años se proclama campeona del mundo en la prueba de descenso femenino.

Años después, un hombre llamado Erik Schinegger le entrega aquella misma medalla de oro a la que fuera segunda en la prueba, la francesa Marielle Goitschel. ¿Qué ha pasado? Lo cuenta el propio Erik (o Erika) en su libro Mein Sieg über mich. Der Mann, der Weltmeisterin wurde ("Mi triunfo sobre mí mismo: el hombre que se convirtió en campeona del mundo femenino).

Una enfermedad entonces desconocida

El 19 de junio de 1948 nacía en el pequeño pueblo austriaco de Agsdorf, en Carintia, un niño que presentaba una malformación orgánica en sus genitales. Nació con sus cromosomas XY, pero sus testículos y su pene, al haberse formado dentro de su cuerpo, no eran visibles. La comadrona, al comprobar sus genitales, afirmó que como no se trataba de un niño no podía ser otra cosa que una niña.

En realidad, padecía lo que años más tarde sería conocido como ‘falso hermafroditismo’ o ‘intersexualidad’ (nada que ver con la transexualidad) que consiste en tener los genitales de un sexo pero la constitución genética del otro.

Así que Erika creció como una niña. No sin problemas. Siempre sintió que algo no estaba bien, y a medida que comenzó a crecer sintió temor por verse atraída por las mujeres en un pequeño pueblo católico. Fue en el deporte, en el esquí, donde encontró refugio, donde sintió por fin que pertenecía a algún lugar.

Desde el principio se destacaba frente a todas sus compañeras o rivales, consiguiendo importantes victorias locales y nacionales. Su gran oportunidad llegó en el Mundial de Portillo, donde conquistó la medalla de oro en la prueba de descenso.

Schinegger se convirtió en todo un icono en Austria, donde los mejores esquiadores reciben grandes reconocimientos. Se le preparó un paseo triunfal por todo el país, y fue motivo de orgullo para los austriacos, que la veían con opciones de repetir e incluso mejorar resultados en los Juegos de Invierno de Grenoble.

Pero en 1967, después de un entrenamiento, le realizaron un test médico rutinario. El COI, ante el temor de que atletas masculinos del Bloque del Este compitieran como mujeres, había incluido una prueba de género. Y los resultados del mismo determinaron que, efectivamente, Schinegger tenía cromosomas XY y órganos masculinos internos. Era, por tanto, un hombre biológico. Y fue descalificado.

La noticia cayó como un jarro de agua fría en Austria y en el mundo del esquí, pero por supuesto mucho más en la propia Erika y su entorno. Los doctores le dieron dos alternativas: recibir una terapia hormonal para continuar su vida como mujer, y así poder seguir compitiendo; o bien operarse para desarrollar los órganos sexuales que se habían creado en su interior. Contra los deseos de sus padres y de la federación austriaca de esquí, y tras un tortuoso proceso personal, Schinegger optó por la segunda opción, comenzando así su nueva vida como un hombre, como Erik.

No obstante, la federación internacional de esquí concluyó que no se trataba de un ‘tramposo’, a diferencia de otros casos que podrían tildarse de similares. Schinegger era más bien una víctima, que había cosechado aquellas victorias desde el desconocimiento. Por eso mismo nunca se le retiró el campeonato del mundo, aunque sí se decidió otorgar también la medalla de oro a la segunda clasificada en el Mundial, la francesa Marielle Goitschel. El propio Schinegger fue quien entregó la medalla de oro a su sucesora.

Erik Schinegger se casó en 1973 con una mujer llamada Renata, y en 1978 tuvo una hija, Claire. Montó una importante escuela de esquí en la estacion de Feldkirchen, en Carintia. por la que cada año pasan multitud de niños. Y quizá ahí radique el mayor de los triunfos conseguidos por Schinegger: que pese a todo lo sufrido, haya conseguido mantenerse en su ciudad natal y construir ahí la escuela infantil de esquí más importante del país.

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