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Hollywood en pequeñas dosis
Amante del teatro, el cine y la música. Excéntrica y enigmática. A esta actriz Hollywood no le convence y por eso prefiere la pequeña pantalla y el teatro. Con su papel en “Downton Abbey” se ha convertido en una de las caras más celebres de la televisión británica.
Elizabeth McGovern se crió en un ambiente donde la cultura y la buena formación tenían una gran importancia. Sus padres, profesores, y su hermana, novelista, le inculcaron una sensibilidad que ella expresó a través de la actuación. Mientras estudiaba en la universidad, participaba en el grupo de teatro. En una de sus representaciones, una agente de la escena se quedó impresionada con su papel y le aconsejó que estudiase arte dramático. Así, Elisabeth se fue a San Francisco a estudiar en el American Conservatory Theater y luego a Nueva York para terminar su formación en la prestigiosa Juilliard School.
Mientras estudiaba, recibió una oferta para actuar en Gente corriente de Robert Redford. Ella no dejó pasar la oportunidad e hizo bien. Pese a que su personaje era muy secundario, aceptar ese trabajo fue una buena forma de entrar en Hollywood: la película fue un completo éxito y recibió cuatro Oscar. Al año siguiente el checo Milos Forman la fichó como actriz de reparto para la adaptación cinematográfica de una novela de E.L. Doctorow, Ragtime. Gracias a esta obra fue nominada, con solo 20 años, al Oscar a mejor actriz secundaria. Pero este reconocimiento no se tradujo en un éxito inmediato.
Tuvieron que pasar cuatro años para volver a ver a McGovern en una cinta de calidad. Tardó mucho, pero volvió a lo grande, con un papel de peso en la clásica Érase una vez América. Ese mismo año, 1984, protagonizó Adiós a la inocencia, con Sean Penn (con el que estuvo comprometida) y Nicolas Cage. Parecía que su camino al estrellato se iba dibujando con estas obras, pero de nuevo su carrera en el cine seguía sin despegar. Y no era por falta de talento. Simplemente a esta actriz no le gustaba Hollywood y todo lo que lo rodeaba, y además tenía otras preocupaciones como la música y el teatro.
Por esta razón la carrera cinematográfica de Elizabeth se ha desarrollado de forma modesta y algo intermitente, sin hacer mucho ruido. Ha trabajado con directores como Steven Soderbergh (El rey de la colina), Jean-Jacques Annaud (Las alas del coraje) o Iain Softley (Las alas de la paloma), e incluso con la española María Ripoll (Lluvia en los zapatos). Sin muchos títulos relevantes, ni galardones, esta actriz parece haber renunciado a triunfar en el cine. Ya solo acepta papeles secundarios, como el que ha hecho para La dama de oro, la última película de su marido, Simon Curtis, con quien tiene dos hijas.
En los últimos años ha sido Cora, la inolvidable condesa de Grantham en la serie televisiva Downton Abbey, un papel por el que su popularidad se ha disparado y por el que fue nominada a mejor actriz en los Emmy 2011.