La fascinante vida de Barbara Loden, la actriz y directora de culto eclipsada por su marido Elia Kazan

La escritora francesa Nathalie Léger recupera la figura de Barbara Loden, actriz y realizadora independiente cuya brillante carrera profesional estuvo eclipsada por su matrimonio con Elia Kazan.
Barbara Loden alrededor de 1952.
Barbara Loden alrededor de 1952.©Rue des Archives/RDA / Cordon Press

Una tarde de verano, mientras la escritora Nathalie Léger se encontraba en casa de unos amigos, alguien comenzó a revisar la colección de DVD de los anfitriones. De entre toda la pila, solo un título llamó la atención del curioso: “¡Oh, Wanda!”. Intrigada, Léger preguntó acerca de su argumento. “Es la historia de una mujer sola”, le respondió uno de los amigos. “Para nada. Se trata del viaje por carretera de una pareja”, repuso otro. “Es sobre una mujer que encuentra su libertad”, afirmó un tercero, cuya interpretación no tardó en ser enmendada: “Oh, no, no. Es sobre una mujer que carece de esperanza”. “En lo que todos coincidían era en que era una obra maestra, así que decidimos verla”, recuerda Léger, que quedó totalmente impactada: “Aquella noche me hubiera gustado estar sola viendo la película y desde ese momento supe que escribiría sobre ella”.

“Ella” es Barbara Loden, actriz estadounidense formada en el Actors Studio, que compaginó su labor como intérprete con la escritura de guiones y que llegó a la realización casi por casualidad. Después de que ningún director, incluido su propio esposo, Elia Kazan, quisieran rodar Wanda, Loden se lio la manta a la cabeza y, con apenas 100.000 dólares que le prestó un conocido, consiguió sacar adelante la película que, poco después, obtuvo el León de Oro en el Festival de Venecia de 1970.

“Wanda, el personaje creado, dirigido e interpretado por Barbara Loden, es una mujer derrotada, sin ningún asidero en el mundo, que carece de objetivo en la vida y que, un día, decide dejarlo todo y marcharse”, explica Nathalie Léger, que rememora cómo se sintió abrumada por la soledad y terquedad del personaje. “No pude evitar ver en ella la de mi madre: una mujer derrotada, humillada por un hombre sin haber podido ni sabido defenderse. En ese sentido, Barbara Loden me permitió escribir para mi madre y contar algo de su angustia, de su impotencia. Una angustia e impotencia que han sido, y que son, las de tantas otras mujeres”.

Recién publicado en España por la editorial Sexto Piso, Vida de Barbara Loden reivindica el talento de una mujer que, a pesar de la relevancia de su obra para la historia del cine de la segunda mitad del siglo XX, es conocida por la mayor parte del público como “la esposa de Elia Kazan”.

“No es necesario ser feminista para saber que la historia cultural y social siempre ha borrado a las mujeres. Wanda es una obra maestra, pero no hay nada sobre Barbara Loden en los diccionarios ni en las historias del cine. Mientras que cualquiera puede mencionar cincuenta nombres de directores estadounidenses sin pensarlo mucho, ¿quién puede decir inmediatamente al menos cinco nombres de mujeres directoras en los años 60 y 70? Aunque ahora todo eso está cambiando, ser directora de cine siendo mujer en la década de los 60 era como no existir. Por eso, para poder crear su espacio y defender ese proyecto personal que es Wanda, Loden necesitó una determinación inquebrantable”.

Una existencia rodeada de incógnitas

Existen pocas certezas sobre la vida de Barbara Loden. Además, la invisibilidad que sufrían las mujeres en el Hollywood de los años 50 y 60, la artista ocultó o tergiversó conscientemente muchos pasajes de su biografía. Entre ellos, la fecha de su nacimiento, acontecido un 8 de julio, aunque no está claro si de 1932 o de 1934.

“Tuvo una infancia muy infeliz. Por eso, cuando todavía era muy joven, decidió marcharse a Nueva York para dejar atrás la pobreza, a su familia e intentar hacer realidad su sueño —explica Léger—. Al llegar a la ciudad, se encontró sola, sin ayuda y, como les sucedió a infinidad de chicas que quisieron salir de una situación semejante, Barbara desempeñó diferentes trabajos”. Entre ellos, el de bailarina exótica en el club Copacabana o el de modelo pin-up en para calendarios eróticos, actividad que también había realizado Marilyn Monroe, actriz que inspiró a Arthur Miller el personaje de Maggie de la obra Después de la caída que fue interpretado con gran éxito por Loden en el montaje que Elia Kazan dirigió en Broadway en 1964.

Loden y Kazan se conocían desde finales de los años 50. La actriz había formado parte del reparto de varias películas del realizador y, a pesar de que ambos tenían ya pareja, iniciaron una relación extramatrimonial. Con el tiempo y tras tramitar los respectivos divorcios, el realizador y la actriz se casaron en 1966.

A pesar de esos prometedores comienzos, la relación entre Kazan y Loden se fue deteriorando y aunque decidieron separarse, nunca lo hicieron. La razón fue el cáncer de pecho que le fue diagnosticado a la actriz en 1978 que acabaría provocándole la muerte en 1980. Aunque Kazan permaneció junto a ella durante la enfermedad, cuando publicó sus memorias, las palabras que le dedicaba a la que fuera su esposa resultaron desabridas y poco cariñosas.

“Es difícil saber lo que ocurre en una historia de amor, y esta fue sin lugar a dudas una de ellas —comenta Nathalie Léger—. Su relación fue muy apasionada y muy satisfactoria para ambos. Kazan reconoció tenerla en muy alta estima y, por su parte, ella declaró que deseaba ser su esposa. En cuanto al resto de cosas, como los desamores, los malentendidos, los desengaños e incluso los golpes bajos o las traiciones, también forman parte de esta aventura tan loca que suele denominarse ‘una historia de amor’. De lo que no hay duda es de que, si Barbara Loden triunfó fue gracias a la ayuda de Kazan porque, en los años 60, una mujer sólo podía triunfar con el apoyo de un hombre. Eso sí, una vez que lo consiguió, se emancipó de él y emprendió su propio camino”.

A pesar del éxito de Wanda, que en 2010 fue restaurada por el UCLA Film & Television Archive con ayuda financiera de la compañía Gucci, Loden no volvió a rodar ningún otro filme. “Entre sus planes estaba adaptar una de las obras maestras de la literatura estadounidense, la bellísima novela El Despertar, de Kate Chopin. Aunque estoy convencida de que su versión hubiera sido tan potente como Wanda, no consiguió producirla”, explica Leger, que achaca esas dificultades al prejuicio de ser mujer en un entorno profesional eminentemente masculino, algo que en algunos casos, perdura hasta la actualidad.

“Muchos de sus allegados piensan todavía que el éxito de Wanda no fue más que un golpe de suerte, una feliz coincidencia. Nunca han entendido que ni siquiera un buen director de fotografía o el apoyo de un marido famoso que, por cierto, nunca entendió lo que pretendía su pareja, son razones suficientes para explicar la importancia de Wanda en la historia del cine. En contra de lo que sostiene esa idea, Barbara Loden fue una gran profesional, que tuvo la necesidad de expresar y dar forma a sus obsesiones y ansiedades a través del arte”, concluye Léger.

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