Hay veces que el cuerpo pide películas especiales y el cerebro se acuerda de títulos que, a pesar de no ser de los más famosos ni los más taquilleros, son buenísimos. En este caso, quiero hablar de El tren del infierno (Runaway Train), una película dirigida por Andrei Konchalovsky en 1985 que, para mí, es imprescindible en el género de acción de esa década.
Sé que hay muchas películas que podrían encajar con alguno de los méritos de El tren del infierno, como una dirección impecable y unas interpretaciones súper potentes de los protagonistas. Pero aquí, Konchalovsky exprime un poco más la historia y nos da algo ligeramente superior a la media.
¿Quieres saber por qué creo que El tren del infierno es una gran película? Sigue leyendo y, cuando termines, lo podemos discutir.
La trama de El tren del infierno
El tren del infierno nos cuenta la historia de dos prisioneros, Manny (John Voight) y Buck (Eric Roberts) que escapan de una prisión de máxima seguridad y se encuentran en un tren descontrolado, sin conductor y a toda velocidad. Este viaje se convierte en una lucha desesperada por sobrevivir, en el que tienen que jugar sus cartas del mejor modo y conseguir superar al rival para mantenerse con vida.
A medida que el tren se adentra en territorios desconocidos, Manny y Buck se enfrentan a una situación desesperada. Enfrentando sus propios demonios internos y con la amenaza constante de un accidente inminente, estos personajes se embarcan en una batalla por su supervivencia y, tal vez, por encontrar la redención en medio del caos.
La premisa de la película plantea interrogantes sobre la naturaleza humana, el sentido de la libertad y la búsqueda de la redención en situaciones límite. A lo largo de su travesía, Manny y Buck se ven obligados a confrontar sus miedos, enfrentarse a sus pasados y tomar decisiones que podrían cambiar el curso de sus vidas.
Sin embargo, este repaso a la trama solo raspa la superficie de lo que El Tren del Infierno tiene para ofrecer. La película nos sumerge en un viaje emocional y lleno de giros sorprendentes que mantendrán al espectador pegado a la pantalla, ansioso por descubrir qué les depara el destino a estos personajes atrapados en un tren sin control.
El reparto y el equipo de El tren del infierno
El tren del infierno tiene dos protagonistas principales de mucho peso. Eric Roberts y John Voight eran dos auténticos titanes de la pantalla en los 80, cada uno con su estilo, y esto era un argumento de mucho peso para todos aquellos que se plantaban ante su cartel.
Pero el caso es que, tanto para los que nos criamos en aquella década como para los espectadores de otras generaciones que disfrutan de este cine, ambos nombres siguen siendo igual de llamativos. Por sí solos, a mí me valen para ver una peli. Y lo mejor es que aquí no tenemos a dos famosos que dan bien a cámara. No, sus interpretaciones son perfectas para esta historia y esta película.
Algo similar pasa con Konchalovsky, un director muy consistente y versátil que había hecho películas muy prestigiosas en la Unión Soviética y que se apañó muy bien con este guión tan dinámico y el estilo de producción americana.
Hablando del guión, no puedo olvidarme de mencionar a Akira Kurosawa, ya que el guión original era suyo. Me habría gustado ver una película dirigida por él a partir de esta idea.
¿Por qué es El tren del infierno una buena película?
Casi sin querer, ya he ido explicando por qué El tren del infierno me parece una buena película. El trabajo de los dos actores principales, unido al equilibrio que aporta Rebecca De Mornay, es sin duda un motivo para defenderla. Y es que muchas veces se obvia el mérito que pueden tener las interpretaciones en las películas de acción, como también suele suceder con algunas comedias, ya que no se valoran tanto como los trabajos dramáticos.
Esto, en realidad, se apoya en un gran guión. No solo por la potente idea original de Kurosawa, que es realmente muy cinematográfica, sino porque la versión final de Milicevic, Zindel y Bunker consigue mantener la tensión y el impacto durante todo el metraje.
También hay una gran labor por parte de Konchalovsky, que se aprovecha de los espacios reducidos e interiores del tren para ahondar en esa sensación de presión y opresión, totalmente claustrofóbica, que acompaña a las prisas y urgencias que está teniendo la muerte al llegar, y le saca partido a la endiablada velocidad a la que se mueve el vehículo, para darle un efecto mucho más dinámico al conjunto de la acción o para mostrar las dificultades que esto produce en los mismos personajes.
Recepción comercial y crítica de El tren del infierno
El tren del infierno tuvo una recepción positiva tanto en el ámbito comercial como en el de la crítica. A nivel de taquilla, llamó moderadamente la atención del público gracias a una trama intensa y una ejecución impecable.
En cuanto a la crítica especializada, El tren del infierno fue ampliamente elogiada. La película recibió reconocimientos en prestigiosos premios cinematográficos, como la nominación al Premio de la Academia en tres categorías importantes: Mejor Actor Principal para Jon Voight, Mejor Actor de Reparto para Eric Roberts y Mejor Edición.
Además de estas nominaciones, los críticos destacaron la dirección magistral de Andrei Konchalovsky, el guión cautivador y las actuaciones impresionantes de Jon Voight y Eric Roberts. Pero, principalmente, los elogios llegaron por la excelente combinación entre acción y suspense, sin renunciar a la profunda reflexión sobre la condición humana. En otras palabras, el poder aunar la acción más trepidante con la introspección más profunda.
En conclusión, El tren del infierno es una película que merece la pena rescatar y recomendar. Seguramente haya muchos cinéfilos que, sin haber vivido en directo su estreno en sala y en estanterías, la tengan menos presente. A esto hay que sumarle que no es la película que más se ha prodigado en canales de televisión y solo hasta la llegada de las plataformas ha vuelto al alcance directo del gran público.
Espero que esta breve reseña de El tren del infierno te haya gustado y que me dejes tus comentarios aquí o en Twitter, tanto si es para elogiarla como para criticarla. En el debate está la gracia.
