Continuamos el ciclo Scorsese de cara al lanzamiento de El Irlandés en Netflix (ya está disponible en cines) con El Rey de la Comedia, una de sus películas al mismo tiempo más relevantes dentro de su filmografía y quizás menos reconocidas entre la mayoría del público de hoy en día.
El Rey de la Comedia es una de esas películas que, por un motivo u otro, no ha llegado a tener la fama de otros títulos del director neoyorquino, como Taxi Driver o Toro Salvaje, pero que supone una de las colaboraciones más interesantes entre Scorsese y Robert De Niro.
La película sigue los pasos de Rupert Pupkin, un don nadie que aspira a convertirse en comediante profesional y que, como podemos ver casi desde el principio y cada vez más a lo largo de la película, tiene cierta tendencia y facilidad para perder el contacto con la realidad y creerse sus propias fantasías.
Apodándose a sí mismo El Rey de la Comedia, el personaje de Robert De Niro se obsesiona con Jerry Langford (interpretado magistralmente por Jerry Lewis), presentador del “talk-show” más popular del momento y al que ve como su llave a la fama y a convertirse en quien, en su mente, está destinado a ser.
Los límites a los que Pupkin y su compañera Masha (Sandra Bernhard) están dispuestos a llegar para conseguir la atención de Jerry y el espacio que Pupkin quiere en su programa son cada vez mayores y poco a poco vemos como los personajes se alejan de la realidad y construyen sus propias reglas.
Lo magistral de la trama es cómo estas reglas enfermizas y los métodos extremos empleados por Pupkin surten el efecto que él esperaba en una sociedad que está tan o más enferma que él y que, lejos de condenar sus actos, termina reverenciándolos.
El Rey de la Comedia es una crítica salvaje a la sociedad americana de la época (y quizás la actual), tan propicia a idolatrar a cualquiera que se presente adecuadamente por televisión que es capaz de ignorar cualquier cosa que no sea lo que ellos querían ver. Y al mismo tiempo es también una crítica al mundo del espectáculo, que teniendo un conocimiento profundo de la realidad que rodea al personaje de Pupkin, la ignora para buscar provecho. Y no faltan los golpes a un sistema que dificulta las oportunidades a la gente, empujándala a tomar medidas desesperadas para conseguir sus sueños.
Todos estos temas se tocan en una película muy compleja en la que Martin Scorsese es capaz de dirigir a sus personajes hacia un lugar en el que nos muestra humor, violencia y locura dándose la mano, de una forma tan normalizada que resulta pasmosamente real. Por inverosímil que parezca contarlo, los actos de la película no dejan de ser naturales e incluso realistas hasta cierto punto.
Y esta percepción transmitida es un reflejo absolutamente fiel del cine de Scorsese que, aborde el género que aborde, siempre consigue presentarnos sus películas y las cualidades más oscuras de sus personajes como una faceta más, sin frivolizarlas o marketizarlas de forma salvaje.
La película va atrapándonos en una atmósfera de angustia y ansiedad que es paralela a lo que viven los personajes, un nuevo acierto del director, que utiliza la música, el sonido y las imágenes escogidas de forma absolutamente magistral para conseguir ponernos en el mismo estado y lugar emocional de sus personajes, haciendo que la historia resulte mucho más absorbente y vívida.
El Rey de la Comedia es, a fin de cuentas, una película cien por cien Scorsesiana que refleja de forma muy fiel y evidente qué es el cine de Scorsese visual y narrativamente.
