Críticas de El poder del perro (2021) - FilmAffinity
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El poder del perro

Western. Drama Montana, 1925. Los acaudalados hermanos Phil (Cumberbatch) y George Burbank (Plemons) son las dos caras de la misma moneda. Phil es impetuoso y cruel, mientras George es impasible y amable. Juntos son copropietarios de un enorme rancho donde tienen ganado. Cuando George se casa con una viuda del pueblo, Rose (Dunst), Phil comienza a despreciar a su nueva cuñada, que se instala en el rancho junto a su hijo, el sensible Peter (Smit-McPhee). [+]
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Críticas 195
Críticas ordenadas por utilidad
23 de septiembre de 2021
510 de 568 usuarios han encontrado esta crítica útil
EL PODER DEL PERRO, vista en el Festival de San Sebastián, es una de esas películas que se disfrutan mucho más viéndolas en pantalla grande, que aporta grandeza a la ya inmensidad de los planos, acompañada por una luz y fotografía admirable.

Una maravilla de paisajes en el que los personajes, fuertes en sí mismos, llegan a minimizarse en relación con la vastedad y majestuosidad de los planos abiertos.

La historia tiene un ritmo pausado, pero cargado de tensión. Las miradas de los personajes e incluso sus gestos corporales transmiten una presión en la que no es necesario más diálogos que los ajustados con gran acierto.

La puesta en escena y la ambientación están muy cuidadas, a todos los niveles, como ver esos objetos seleccionados con detalle, tejidos y pieles que se perciben como muy reales en el momento e incluso la reconstrucción de la vida social de la época, con unos personajes como prisioneros de sí mismos, como obligados a representar el papel que “tienen encomendado” en su sociedad.

Toca muchos temas con sutileza pero con un resultado contundente, la relación entre hermanos muy diferentes, el sentimiento de traición de un hermano hacia el otro cuando éste “le abandona” por casarse con una mujer, la desatención de la pareja con el paso del tiempo en el matrimonio, la competición y rivalidad de un vaquero que, por la vía de la conquista del hijo, quiere atormentar y dominar a su madre como castigo por haberle robado a su hermano, el corsé de la dureza masculina, las pulsiones homosexuales, esto último con una visión que se aleja de los estereotipos que se han visto anteriormente.

Curioso que, al igual que en El Piano, de la misma directora, en esta película también haya un piano, que, con la intención de que sea una vía de escape para uno de los personajes, acaba siendo una opresión más.

Muy interesante en su historia y resolución, además de espectacular de ver.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
AngelsRup
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29 de noviembre de 2021
337 de 530 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para contar una historia de venganza en la que queda patente la fuerza de los débiles –pero taimados– y la debilidad de los fuertes –pero simples– no hacía falta marear tanto la perdiz, ni poner sobre el tapete tantos conflictos que al final se quedan por el camino. Da la impresión de que la película se pasa tres cuartas partes de su generoso metraje comenzando, de tal modo que personajes que parecían jugar un papel fundamental, como el hermano finolis, se diluyen a mitad de la cinta, más o menos cuando arranca la historia que se supone nos quieren contar. Pero para entonces algunos espectadores ya han abandonado la sala y los bostezos se adueñan de los que decidimos aguantar hasta el final.
Juan Pini
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10 de diciembre de 2021
145 de 229 usuarios han encontrado esta crítica útil
La escena que resume esta película que pocos han entendido es la siguiente: la castración del animal. Un primer plano aparentemente gratuito que al final te das cuenta de que era toda una declaración de intenciones.

No es un western. Que se ubique en la Montana de los años 20 no la convierte en western. Que una película se sitúe en los 40 en Sicilia no necesariamente tiene que ser del género mafia.

Hollywood está metido de lleno en esa ola woke que necesita desesperadamente decirnos a los hombres blancos heterosexuales que dejemos de ser hombres blancos heterosexuales como éramos, que ahora hay una nueva manera de serlo, la suya. De momento, para mostrarte lo opresor que eres recurren al Medievo con El Último Duelo. Y ahora para enseñarte lo tóxico que eres te llevan al salvaje oeste. Todavía les cuesta hacer su propaganda en el contexto social actual sin caer en el ridículo exagerado de Una Joven Prometedora, por algo será. En cualquier caso, te hacen creer que vas a ver un western con su imaginería de machotes, cuando lo que quieren es que deconstruyas tu masculinidad de una puñetera vez, maldito opresor en standby. No te confundas, la peli no va sobre homosexualidad, ni es pro LGTB, ni siquiera es sobre la represión sexual. Es un discurso que pretende soldar los términos "masculinidad" y "tóxica", de manera que siempre sean inherentes.

Esto es mi crítica como ciudadano, no voy a decir más aquí sobre las intenciones de la película. Solo en el spoiler justificaré mi interpretación para quien piense que me he flipado. Ahora habla el cinéfilo. Te habrás dado cuenta de que no le he puesto mala nota. Y es que, al igual que en Una Joven Prometedora, hay buen cine dentro de un mensaje que me sulfura. Y soy capaz de separar una cosa de otra.

La dirección es correcta, demasiado pausada quizás, lo cual no evitará que la directora Jane Campion tenga su nominación asegurada. Su guion es mucho mejor en mi opinión, desarrollando la historia con situaciones más que con palabras. Las pistas que se van dejando durante la trama para que el espectador complete la historia y entienda lo que está pasando están muy bien llevadas. Ambientación bien bacana, pero sobra metraje, eso sí. Y el montaje es regulero.

Las actuaciones son soberbias. Benedict se sale, Dunst se sale y Kodi Smit-McPhee se sale, aunque él lo tiene más fácil con ese físico que gasta que le viene al pelo al personaje. El punto negativo es Jesse Plemmons que vuelve a su papel de pusilánime y ya da pereza.

También quiero mencionar la BSO, típica pero efectiva y de calidad.

Y poco más, publicidad de un blog que ofende a ratos (www.cinenecio.com) y nos vemos en la próxima película que quiera mostrarme lo malo que soy sin yo saberlo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sodapop
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5 de diciembre de 2021
182 de 305 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me pregunto si la mayoría de los “autores” de este arte/industria venido a menos que es el cine piensan en algún momento en los espectadores.
Esta película es una más de tantas que se hacen para los festivales y los críticos. La ensalzan, sale en “Días de cine”, y por supuesto no va nadie a verla.
Es un poco incomprensible para mí. Luego nos quejamos de que sólo Marvel y Star Wars llenan los cines. Pero es que si las películas adultas son como esta, está todo explicado.
Esta en concreto además habrá costado un dineral, con todos esos espacios naturales, y la ambientación, pero bueno Netflix consigue su cuota de “respetabilidad”, que no se diga que sólo se forran con los juegos del calamar.

La fotografía y los paisajes son espectaculares. La directora se afana en buscar encuadres artísticos mientras nos machaca con una banda sonora excesiva, todo me resulta pretencioso, y se olvida de los personajes y la historia, la emoción de contar una historia, que es lo que siempre he buscado en el cine y en la literatura.
Inexplicables e inexplicados los personajes del hermano y su mujer, que parece que pasaban por allí. Benedict Cumberbatch me parece lo mejor de la película, a lo mejor un poco pasadito, pero creo que le va al personaje. Y el niño bastante inquietante.
Parece que el guión es de la propia directora, a lo mejor con un poquito menos de “autoría” y un poquito más de humildad para buscar la ayuda de un guionista hubiera hecho la historia menos morosa y más atractiva. Pero, oye, es que nos está tratando de forma inteligente. Por eso están las salas vacías, porque somos gilipollas.
Una decepción más.
Travis Bickle
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17 de noviembre de 2021
78 de 103 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fist Cow y El poder del perro son dos westerns dirigidos por mujeres que se proponen deconstruïr el género masculino. Ang Lee intentó algo parecido hace dieciséis años con la oscarizada Brokeback Mountain, pero su caso fue muy distinto. De hecho, los dos primeros ejemplos casi me parecen el reverso del tercero. En el trabajo de Lee, el director de La tormenta de hielo incidía explícitamente en la orientación sexual de sus personajes, pero respetaba su actitud agresiva, esta que tan facilmente identificamos con «lo viril». En cambio, Kelly Reichardt y Jane Campion se centran precisamente en los comportamientos: sus trabajos no exploran la orientación sexual (no, al menos, de forma explícita) sino que reflexionan sobre el modo en que se relacionan ciertos hombres en un contexto histórico que nuestro imaginario ha inundado de masculinidad. Sólo el segundo caso, sin embargo, pone el foco en la tendencia esclavizadora que esta acarrea. Es la particularidad más remarcable de El Poder del Perro.

Hasta aquí el aspecto conceptual. En el terreno de lo formal, la nueva película de Campion me recuerda (siendo, que nadie se escandalice, creadores de productos muy distintos) al estilo narrativo de Ari Aster, Nicolas Winding Renf e incluso al del más popular Denis Villenueve. Son directores que (presuntamente) exprimen el potencial de todos los departamentos, buscando la degustación de cada plano mediante la ralentización del tempo del film. Esta especie de tendencia tiene, por lo general, un cálido acogimiento en el público de hoy, que fácilmente lo identifica con personalidad y autoría (sospecho que condicionado por la nostalgia hacia clásicos incontestables como Stanley Kubrick o Andrei Tarkovski). Sea como fuere, de todos ellos Campion me parece la más sincera. Porque, así como en los ejemplos citados suelo encontrar (con afortunadas excepciones) vacuas exhibiciones plásticas, en El poder de perro tuve la sensación de que la directora australiana jamás perdía de vista la razón de ser de su trabajo. Y es algo que, si bien no la salva de cierta auto-complacencia, sí consiguió mantener intacto mi interés por el relato.

Sin embargo, son estos pequeños residuos de auto-complacencia los que impiden al trabajo alzarse como una pieza redonda. Sí, los personajes son interesantes, sus interacciones atractivas y casi todos evolucionan de una forma muy creíble (en realidad, esto es lo que rescata El poder del perro de las garras de la mediocridad). Pero, desafortunadamente, Campion también sucumbe, en demasiadas ocasiones, a la tentación de priorizar el manierismo a una descripción más precisa de los personajes. De hecho, es una actitud que sobrevuela todo el producto: la directora casi siempre prefiere la fórmula de lo pictórico a la exposición de lo cotidiano. Por ejemplo, las relaciones y conflictos convivenciales son sugeridos por elementos plásticos (como la banda sonora o acciones empleadas a modo de metáfora) antes que expuestos de forma tangible y orgánica.

Con todo, el camino que trazan los personajes sigue resultando interesante. Y también, volviendo a lo comentado en el primer párrafo, la mentada deconstrucción de género. Porque, recuperando igualmente las “odiosas comparaciones”, así como Kelly Reichardt nos presentaba una (excelente) historia en donde la masculinidad jugaba un (importante) papel pero sin dejar de ser un elemento (no tan) secundario, en El poder del perro esta supone el motor principal de la trama. Sin ir más lejos, toda la involución de Phil no es otra cosa que la consecuencia de un descubrimiento de su propia personalidad, el surgimiento de una identidad no aceptada. O en el caso de Rose, estamos ante una mujer que carga con toda la presión masculina de cumplir con su condición de esposa, en ocasiones en forma de obligaciones y en otras de maltrato. Y esta focalización en el género representa algo bastante novedoso en el terreno del western; de ahí que, a pesar de sus defectos, El poder del perro sea un título reivindicable.
Martí
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