• La leyenda de 'El padrino': Fotogramas celebra un especial por su 50 aniversario

Con motivo del especial que FOTOGRAMAS está celebrando por el 50º aniversario del estreno en cines de 'El padrino', retrocedemos cinco décadas y 886 portadas en el tiempo para rescatar la crítica que nuestra revista publicó el 3 de noviembre de 1972. Hace 50 años, en mitad de aquellos números de reivindicativo destape, cuando esta casa se llamaba NUEVO FOTOGRAMAS y gozaba de una tirada semanal, las críticas que publicaba FOTOGRAMAS distaban mucho del método de calificación que podemos observar hoy en nuestras páginas. Las reseñas se basaban en dos parámetros: la "calificación artística", cuya puntuación podía ir desde la "Obra maestra" (cinco estrellas), pasando por "Muy importante" (cuatro estrellas), "Interés" (tres estrellas), "Mediocre" (dos estrellas), hasta "Mala" (una estrella); y por otro lado, encontrábamos la "calificación comercial", donde la película era juzgada en función de su "Gran interés" (tres estrellas), "Interés" (dos estrellas) y "Escaso interés" (una estrella). La primera analizaba elementos puramente cinematográficos y la segunda consideraba el impacto social del largometraje en la taquilla y salas de cine de aquella época.

Calificación artística

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Calificación comercial

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Mario Puzo ha escrito un texto, ‘El padrino’, que nos introduce con plausible verosimilitud en la psicología del mafioso. De la mafia se sabe que es una antigua sociedad secreta siciliana que trasplantó sus actividades a los Estados Unidos y que se nutre del delito. Lo curioso de la mafia es que representa una supervivencia prácticamente incólume del feudalismo. Su organización no se estructura según una rígida verticalidad, sino que se asemeja a la de los estados medievales en los que hombres de acreditada fuerza y audacia señoreaban territorios conquistados generalmente por medio del bandidaje. Tales señores sometían libremente sus diferencias al arbitraje de la imprecisa potestad de un monarca, cuyas decisiones dejaban a menudo de acatar, pero respetaban a rajatabla un código de honor que constituía la salvaguarda de sus privilegios y del que no osaban infringir las normas, so pena de exponerse a ser repudiados por la comunidad de los nobles depredadores y, por lo tanto, eliminados del seno de la aristocracia, al tiempo que el patrimonio y el botín acumulados eran presa de sus antiguos pares.

el padrino vito corleone bonasera
Paramount Pictures//Getty Images

Las “familias” que integran la mafia, acaudilladas por hombres duros y desaprensivos, se reparten territorios y negocios. Sus luchas son, las más de las veces, sin piedad y sin cuartel. Pero algo intangible queda siempre en pie: ese código secreto y terrible que aherroja a unos hombres y que prolongan en ellos la sumisión a las prácticas supersticiosas a las que llaman religión.

'El padrino' constituye un relato apasionante. Por su difícil pero lograda condición de espectáculo. La encarnación de unos personajes a cargo de excelentes actores le da una fuerza notable


Por todas esas razones, el mafioso dista mucho de ser un bandido moderno y científico, diríamos. Es, en cambio, el servidor ciego de una tradición, el amante de unas costumbres, el esclavo de una conducta. No solo el clan al que llama “familia” sino lo que como tal conoce el mundo occidental, desde antes de que se ocuparan de ella las leyes de Roma, representan para el hombre de la mafia algo entrañable. El mafioso es marido celoso, padre amantísimo, hermano guardián. Los vínculos de la sangre le son sagrados. Y aunque no dude en verter la de los demás, la sangre -la propia y la ajena- tiene para él el valor de un símbolo supremo. Lo más importante se sella con ella. Y sólo la sangre lava la sangre.

el padrino reparto actores marlon brando al pacino
Paramount Pictures//Getty Images

De ‘El padrino’ de Puzo ha derivado Francis Ford Coppola una película importante. Lo es porque traslada de forma trascendente el contenido del libro. Lo es porque constituye un relato apasionante. Lo es por su difícil pero lograda condición de espectáculo. Y lo es porque la encarnación de unos personajes a cargo de excelentes actores da una fuerza notable al asunto. Francis Ford Coppola tiene de bueno que sabe suscitar en sus personajes cinematográficos una palpitación que les hace tremendamente reales. Así ocurre con los que maneja en ‘El padrino’. Ello sin contar con que la elección de un Marlon Brando no es nunca una mala elección para un director. Y el mismo o parecido acierto ha presidido la del resto de los intérpretes entre los que destaca Al Pacino.

Pero hay algo que también queda muy claro en la película. Algo que a Francis Ford Coppola no se le ha escapado. Y ello es que el mafioso no es nunca un hombre a compadecer. Que sus afectos, su dedicación a la familia, su fidelidad a un código, no le redimen de su monstruosidad. De lo que llamaríamos en términos comunes su maldad. El mafioso roba y mata. Y escarnece y miente. ¿Qué hay en él de admirable? Absolutamente nada.

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Paramount