Críticas de El gran Ziegfeld (1936) - FilmAffinity
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El gran Ziegfeld

Musical Desde sus comienzos como anunciante de feria, Florenz Ziegfeld consiguió ganar y perder en la vida antes de enamorar locamente a su esposa, Anna Held. (FILMAFFINITY)
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Críticas 8
Críticas ordenadas por utilidad
30 de octubre de 2015
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estoica narrativa, pero una innegable puesta en escena, para un film excesivamente largo.


El Gran Ziegfield, antes de comenzar incluso asusta, son tres horas de duración y por eso lo mejor es verla en dos actos, o por lo menos así lo aconsejo. Tiene un duro comienzo, no por el dramatismo, si no por lo sobrio de un guion que no arranca ni temor, ni sonrisas y ni siquiera misterio, sólo algún que otro bostezo, hasta que llega el fin de la presentación y se mete de lleno en lo importante, la representación teatral, los actos musicales, ahí es cuando el tiempo vuela, donde los consecutivos actos entrelazados con pequeños momentos escenificados del, afortunado o dichoso protagonista, hacen las delicias de los oídos, pero mucho más de la vista, y eso que era en blanco y negro, no quiero pensar la grandiosidad de la puesta en escena verla hoy en día en color, donde los bailes, los ritmos, las lentejuelas, vestidos, escenarios y los lujos no tienen parangón, son exagerados, sin escatimar en gastos al igual que su protagonista (no quiero pensar cuando costó la película, pero mereció la pena, por lo menos a mis ojos).

Los actos corren, la vida corre, pero llega un punto, donde el sobrio guion recupera el protagonismo para dejar unos treinta minutos más de la instructiva pero cargante vida de un derrochador, pero a fin de cuentas, un visionario, que cambio los moldes musicales del mundo, que aún desconocía el esplendor del cine.

En resumen, como película es algo tediosa y se puede hacer larga, pero merece la pena verse sólo por el número musical de las escaleras, pequeña sinopsis del film, donde se muestra la grandiosidad de la puesta escena general, el despilfarro del presupuesto, la majestuosidad del vestuario, el panorámica visión de un director que fue capaz de plasmar lo importante y por supuesto sólo voces que evocan a la bóveda celeste del recuerdo, es decir, el atrevimiento del propio film. Disfrutenla.
Ranxomare
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13 de septiembre de 2007
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
El gran Ziegfeld podría haber sido una gran película, pero desgraciadamente por culpa de un guión insuficiente hoy sólo es conocida por haber ganado varios Oscars, lo que es una lastima ya que su primera parte (el film está divido en dos con un interludio que separa ambas partes) se podría definir casi como magistral y es donde se relata el incipiente arribismo de Ziegfeld y su pasión por la belleza y las mujeres y todos los acontemientos que le llevaron hasta crear los Ziegfeld Follies. Es en esta primera mitad donde también aparece el personaje de Luise Rainer recreando a Anna Held (primera amante de Ziegfeld) que dota de gran brío a la historia gracias a su comicidad y a la excelente interpretación de Rainer (premiada con un Oscar a la mejor actriz por mucho que su papel sea de reparto). Es cuando llega la segunda mitad, cuando todo pierde interés, algo debido en cierto modo a la aparición de los interminables números musicales de las Follies que si bien son deslumbrantes, tampoco aportan nada ni hacen que la historia avance, aunque también es cierto que la historia se hunde en el momento en el que desaparece Luise Rainer para dar paso a una simplemente correcta Myrna Loy interpretando a Billie Burke, la primera esposa de Ziegfeld. Quizás lo único interesante de esta segunda mitad sería la aparición de la archifamosa Fanny Brice haciendo de si misma (en 1968 Barbra Streisand saltaría a la fama al protagonizar la biografía de Brice en Funny girl), pero poco más. Por último destacar la excelente interpretación de Frank Morgan como Jack Billings, el eterno rival de Ziegfeld y su único amigo.
Almasy
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5 de julio de 2014
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mientras que su padre había sido fundador de un conservatorio de música y ahora, avanzada la edad, seguía dictando clases particulares a los niños, Florenz Ziegfeld Jr. (1867-1932) parece haber heredado la vena ambiciosa de su madre o quien sabe de quién, pues desde que tuvo edad para luchar por su vida, picado por el afán de dinero, se hizo promotor de un fortachón llamado Eugen Sandow, al que exhibía como El hombre más fuerte del mundo. Pero esto no tenía mucho futuro y tras explotar la fuerza y los “apetecibles” músculos del puro-peso-pesado, “gracias” a su eterno competidor y eterno amigo Jack Billing, Ziegfeld pudo conocer a la encantadora cantante polaca-francesa, Anna Held, y convertido en su representante y luego en su compañero sentimental, estableció conductas de tipo publicitario que aún siguen siendo aplicadas por los comerciantes y empresarios de todo el mundo, logrando alcanzar el éxito en Broadway donde la cantante fue acogida con fuerte entusiasmo.

Así llegaría el año 1907, y con sus ambiciones en pleno vuelo, Ziegfeld se animaría a montar una revista musical cuyo principal objetivo, según él, era “glorificar a la mujer americana”… lo que deja marcadas dudas, puesto que, él mismo se aprovechó cuanto pudo de sus bailarinas y las puso en bandeja de plata para aquellos ricachones que llegaban al espectáculo en busca de cualquier par de piernas que se dejaran tentar con un anillo o una pulsera de brillantes.

Lo que no cabe duda, es que las follies (locuras) -como el mismo Ziegfeld decidió llamarlas-, sirvieron para demostrar que se podía conceder a la burguesía (presente en las grandes salas) y a la gente del común (a través de las pantallas de cine) un espectáculo sin igual en el mundo entero, donde nadie conseguía cuestionar la majestuosidad y el arte excelso que, a costos exorbitantes, se ofrecía en cada espectáculo.

La rutilante película que, sobre la vida de este controvertido y archifamoso personaje hiciera Robert Z. Leonard, resulta especialmente grata desde la muy cálida recreación del romance Ziegfeld-Held, en el que William Powell, pero sobre todo Luise Rainer, nos dan una clase de actuación de nunca olvidar. La escena en que, hablando al teléfono con el hombre amado del que se ha separado, Anna aparenta felicidad cuando por dentro la consume el dolor, no cabe duda de que es uno de los más hermosos, refulgentes y emotivos momentos que nos haya podido brindar el arte cinematográfico. El Oscar que Luise recibió por su descollante actuación, fue apenas un justo merecimiento.

Resulta también encantadora la aparición de la inolvidable Fanny Brice, y en la escena del abrigo de visón en su camerino, nos da un momento divertido de nunca olvidar. Entre los números musicales, otro merecido Oscar habría de llevarse Seymour Felix, por su montaje del número “A pretty girl is like a melody” con esa torre de una majestuosidad incomparable.

El filme ofrece muy grata comedia, romance de gran altura, una fuerte recreación de la amistad, dos o tres agradables canciones, un paquete de grandes y lindas estrellas (Myrna Loy, Virginia Bruce, Jean Chatburn…) y un vestuario imponente como solo Ziegfeld solía ostentar. Y de ñapa, tiene dentro a un trío de figuras que luego se harían inmortales en “El mago de Oz”: Frank Morgan y Ray Bolger actores en ambos filmes y Billie Burke (representada en “EL GRAN ZIEGFELD” por Myrna Loy) quien, en la película de Victor Fleming, fue la buena hada Glinca.

Si no me falla la memoria, fue este el primer filme que logró majestuosidad incluyendo una obertura y un entreacto que luego imitarían muchos otros directores en el cine de gran espectáculo: “Niños del paraíso”, “Ben-Hur”, “Lawrence de Arabia”… Y creo que, con media hora menos de música y de baile, “EL GRAN ZIEGFELD” hubiera podido ser un semi-musical de enorme acogida.
Luis Guillermo Cardona
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12 de julio de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El gran Ziedfeld de Robert Z. Leonard, es un musical biográfico basado en el productor teatral que da nombre a la película. Dirigida con un ritmo dinámico y con un estilo particular, es una obra agradable y sencilla que gusta ver aunque no es imprescindible. Pero marca de manera correcta la subida y caída del protagonista en el éxito, mostrando además muchas actuaciones de teatro en su interior. Realizada de forma impecable, tiene un resultado competente pero sin brillo.
La fotografía en blanco y negro, es clásica y está repleta de imágenes confortantes, al estar cuidadas en detalles en un trabajo decorativo que tiene un producto maravilloso. La música, acompaña todas las actuaciones de teatro y es bella y melódica, siendo la total y absoluta protagonista en los espectáculos. Y los planos y movimientos de cámara, emplea con acierto el reconocimiento, seguimiento, avanti, retroceso y generales, en un notable trabajo técnico que saca lo mejor de las representaciones.
Las actuaciones son espléndidas. Con William Powell carismático y seductor y Myrna Loy sensible e ingenua. Siendo también estupendos los acompañamientos de Luise Rainer, Frank Morgan, Fannie Brice, Virginia Bruce y Reginald Owen entre otros. Y empleando para estos, unos vestuarios elegantes y distinguidos en ropas y unas caracterizaciones que marcan el paso de los años en el protagonista. Siendo además fascinantes y muy trabajados en el teatro, al igual que los trabajadísimos decorados que complementan una soberbia dirección artística.
El guion, escrito por William Anthony McGuire, es agradable de ver por la biografía del protagonista, aunque a mitad del film se hace algo interminable y le sobra una hora de metraje. Además, su argumento en ocasiones es bastante lineal y automático, haciendo al espectador que se despiste y pierda algo de interés. Y es llevado a cabo, con una narrativa clásica e impoluta, que gusta por ser educada y sugerente, mostrando la personalidad de todos, y en especial del atractivo protagonista.
Para finalizar, la considero una obra pasable con 3 oscars entre ellos el de mejor película, pero que se hace excesivamente larga y lineal. Algo recomendable por su dirección, actuaciones, vestuarios, caracterizaciones y narrativa que hace de El gran Ziegfeld, un film decente técnicamente hablando, pero con una trama que a veces agrada y otras aburre por su excesiva duración, y que solo sugiero ver a aquellos que quieran descubrir todas las cintas ganadoras del oscar a la mejor película.
Elcinederamon
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25 de julio de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El gran Ziegfeld está marcada por su duración, las 3 horas se me han hecho muy largas, son demasiado para mi gusto.

Dicho esto, la primera hora me gustó mucho, fue muy interesante conocer al pícaro Flo, como iba triunfando y arruinándose a partes iguales y conquistando mujeres bellas siempre que tiene la mínima ocasión. Se me pasó muy rápida esta primera parte, me pareció muy bien tratada y tenía un punto cómico que estaba muy bien.

Pero la segunda hora casi me mata, se me hizo muy pesada y el entusiasmo de la primera hora se esfumó. En esta parte hay muchísima parte musical, la gran mayoría, son musicales muy buenos y espectaculares pero a mí se me hicieron demasiado largos y eternos. Entiendo que al que le gusten disfrutará mucho, pero yo casi me duermo.

Además creo que la historia se estanca y se repite un poco, en resumen, que no se avanza en exceso.

Por suerte la tercera hora mejora, me resultó una mezcla de las dos anteriores, por un lado la historia avanzó y se volvió a poner interesante, por otro la parte musical continuó pero a menor escala que en la segunda hora.

El final estuvo muy bien, me pareció un gran cierre para la historia de Ziegfeld.

En resumen, que la historia está bastante bien, hay buenos musicales, aunque para mi gusto demasiados, pero tres horas es un exceso que me impide dar a esta película una nota más alta.

Un saludo.
chato
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