Las horas del verano, de Olivier Assayas
El estado de las cosas
Estrenada el 22-01-2009
El talentoso director de Clean e Irma Vep propone una exquisita y profunda reflexión sobre el pasado que muere y los tiempos modernos dominados por la globalización, sobre el sentido del arte, sobre la familia y la decadencia de la burguesía francesa, sobre las fuertes contradicciones generacionales y sobre la culpa. La forma en que tres hijos (Charles Berling, Juliette Binoche y Jérémie Renier) se dividen el valioso patrimonio de su madre (Edith Scob) es el eje de un film bello (con una gran fotografía de Eric Gautier), inteligente e inquietante que permitirá múltiples lecturas y abordajes que exceden el campo del cine.
Calificación: **** y ½ (Máximo: *****)
Las horas del verano (L'heure d'été, Francia/ 2008). Guión y dirección: Olivier Assayas. Con Charles Berling, Juliette Binoche, Jérémie Renier, Edith Scob, Dominique Reymond, Valérie Bonneton, Isabelle Sadoyan, Kyle Eastwood, Alice de Lencquesaing y Emile Berling. Fotografía: Eric Gautier. Edición: Luc Barnier. Distribuidora: Alfa Films. Duración: 103 minutos. Salas: 10. Apta para todo público.
Las horas del verano (L'heure d'été, Francia/ 2008). Guión y dirección: Olivier Assayas. Con Charles Berling, Juliette Binoche, Jérémie Renier, Edith Scob, Dominique Reymond, Valérie Bonneton, Isabelle Sadoyan, Kyle Eastwood, Alice de Lencquesaing y Emile Berling. Fotografía: Eric Gautier. Edición: Luc Barnier. Distribuidora: Alfa Films. Duración: 103 minutos. Salas: 10. Apta para todo público.
Injustamente menospreciada en el circuito de festivales del año último, Las horas del verano es una película de una riqueza estética (mérito compartido con el exquisito fotógrafo Eric Gautier) y sobre todo temática que daría para una larga y profunda crítica que no sé si estoy en condiciones de conseguir en este sábado con algo más de 36º de temperatura, pero estoy seguro de que permitirá que los espectadores realicen múltiples abordajes y lecturas que excederán por mucho el mero campo cinematográfico.
Las horas del verano es un film sobre la Historia, sobre cómo el arte perdura de manera viva y funcional en manos de la gente y luego se vuelve una pieza de museo, sobre el pasado que muere y el presente dominado por una globalización que arrasa con todo, sobre la familia, sobre la decadencia de la burguesía francesa, sobre las fuertes diferencias y las contradicciones generacionales, sobre la culpa... y sobre muchas cosas más.
Siempre consideré a Assayas -incluso en sus películas menos logradas- como un animal de cine, un cinéfilo/crítico/director muy lúcido, unos de los narradores más talentosos (nadie construye los planos-secuencia con más elegancia que él), un intelectual capaz de unir la tradición del cine francés con la modernidad del asiático, un hombre interesado en la literatura clásica y también en la cultura del rock, en el clasicismo y en los géneros clase B. En definitiva, un realizador casi completo. Creo que con Las horas del verano directamente se consagra, porque esta película que parece pequeña es digna de un sabio, de alguien que ha alcanzado la definitiva madurez como hombre y como artista.
El director de Finales de agosto, principios de septiembre, Clean e Irma Vep divide a su nuevo film en tres grandes partes: la primera, describe el reencuentro de una madre ya enferma y bastante deprimida (la gran Edith Scob) con sus tres hijos (Charles Berling, Juliette Binoche y Jérémie Renier) y sus varios nietos en una hermosa casona de campo para festejar el cumpleaños número 75 de esta matriarca severa y algo despótica; la segunda, se centra en cómo los tres hijos (un economista que vive en París, una diseñadora afincada en Nueva York y un empresario ligado a la fabricación de zapatillas en China) reaccionan tras la muerte de la madre y cómo deciden dividir la cuantiosa y muy requerida herencia integrada por pinturas, muebles y otros objetos art-nouveau pertenecientes a la colección de un reconocido pintor. La coda, en cambio, se concentra en cómo la nueva generación de adolescentes de esa familia vive a su manera la desintegración de ese patrimonio. Y, como yapa, un personaje secundario admirable (la reserva moral del film) como el de la vieja ama de llaves que se queda sin patrona, sin casa y sin futuro.
Las horas del verano -denostada por muchos críticos por ser "muy francesa" (como si eso fuese un demérito) o "muy dialogada" (¡¿y?!)- tiene para mí un alcance universal. Assayas logra mixturar las influencias literarias (Chéjov, Proust) con las cinematográficas (Téchiné, Rohmer) para construir una reflexión inteligente, profunda, cuestionadora sobre los cambios radicales, arrolladores de estos tiempos modernos. No se trata, apenas, de un ejercicio nostálgico, de una simple queja, de una añoranza de épocas mejores. Estamos ante una gran película, de esas que permiten parar la pelota (o, mejor, detener el tiempo) para pensar qué estamos haciendo con el pasado, cómo se nos escurre el presente y qué futuro les dejamos a nuestros hijos.
Para más información visitar: http://www.teatrosanmartin.com.ar/cine/rohmer0.html
Saludos
Este ciclo de Rohmer, gran director, ya lo pasaron bastantes veces. por lo que he visto la Cinemateca del San Martin ha caido bastante, ni hablar del cine club. Recomiendo la nueva pelicula de Sam Mendes, y si pueden lean el libro.
Assayas demuestra que se puede contar una historia de herencias y discrepancias familiares sin ser cursi. Que se puede hablar del deseo humano de trascendencia más allá de la muerte sin hacer un culebrón impostado. Que se puede hablar de los cambios generacionales y culturales de los tiempos que uno ve correr sin convertirse en un reaccionario nostálgico. Que se puede contar una historia melancólica sin ser lacrimógeno. O narrar el amor que los objetos pueden despertar, sin fetichismo. O que se puede contar un cuento de relaciones humanas con una maestría digna de Rohmer.
Bienvenido sea este verano.
Con Las horas… si uno no va hacia ella, difícilmente pueda apreciarla.
La escena final con toda la banda de chicos celebrando una fiesta ( de que??, hay que tener un motivo para hacer una fiesta???) en lo que hasta hacía poco era un santuario resume el espíritu de la película.
Lo mejor de Assayas es que no subraya nada, solo muestra, describe, pero no pudo evitar la tentación de marcar un golpe de moralina a través del personaje del ama de llaves, fidelísima y encantadora criatura Eloisa interpretada por Isabelle Sadoyan