Un llamado de Dios: ¿qué significaban los eclipses en el mundo prehispánico?

Un llamado de Dios: ¿qué significaban los eclipses en el mundo prehispánico?

Los eclipses generaban terror en el mundo prehispánico: el rostro del dios solar desaparecía de la bóveda, como un augurio funesto. Esto es lo que sabemos al respecto.

Un llamado de Dios: ¿qué significaban los eclipses en el mundo prehispánico? (Andrea Fischer)

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Temor. Angustia. Un motivo de desesperación a través del imperio: los eclipses no eran una buena noticia en la época prehispánica, según los registros del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en México. Por el contrario, a pesar de que se sabía que eran fenómenos astronómicos predecibles y calculables, para las civilizaciones mesoamericanas eran señales de episodios funestos, enviados por las deidades más poderosas en sus panteones divinos.

No sólo eso. “A los eclipses se les atribuían acontecimientos históricos relevantes”, explica el arqueólogo y arquitecto Víctor Santos, en el marco del Gran Eclipse Mexicano del 8 de abril de 2024. Además de ser fenómenos astronómicos impresionantes, implicaban la muerte y renacer del Sol, como el término y el inicio de nuevos ciclos. Esto es lo que sabemos al respecto.

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Los días en que “el Sol es mordido”

Montaje digital de un eclipse total de Sol, visto desde el espacio exterior.

Montaje digital de un eclipse total de Sol, visto desde el espacio exterior.karayuschij/iStock

Víctor Joel Santos Ramírez es arqueólogo egresado de Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH). Además, realizó la maestría en arquitectura por la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS). Por lo cual, sabe que en el mundo prehispánico, los eclipses iban más allá de la simple observación astronómica. Según escribe para la sección de Trabajos Especiales del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México, “eran interpretados conforme a principios y leyes de orden cosmológico”.

En el mundo premoderno, como lo describe el especialista, “los eclipses representaban la manifestación de una teofanía”. Con esto se refiere a que, generalmente, se concebían como una señal divina. El hecho de que el cielo se oscureciera de manera repentina, en medio del día, “se interpretaba como lo terminación de un ciclo e inicio de uno nuevo”, detalla el arqueólogo.

Representación de un eclipse en el códice Borbónico, lámina 9.

Representación de un eclipse en el códice Borbónico, lámina 9.Un dibujo de Perla G. Castañeda/INAH

Así como en la actualidad este tipo de fenómenos nos generan admiración, en la época prehispánica eran motivo de terror colectivo. Como se le atribuían a acciones de los dioses, explica el Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), “el eclipse resultaba ser una manifestación nefasta de la cercanía del fin del mundo”. Finalmente, la deidad solar estaba siendo devorada por la oscuridad total.

Esta interpretación coincidió con las que hicieron distintas civilizaciones mesoamericanas, desde el centro del actual México hasta la Península de Yucatán. En náhuatl, maya, purépecha y otras lenguas antiguas se traduce ‘eclipse’ como ‘el Sol es mordido’, o ‘el Sol es comido’. Así lo expresaron los antiguos mayas en el Chilim-Balam de Chayumel, uno de los libros donde se registra este fenómeno en verso: “…Y fue mordido por el rostro del Sol. Y se oscureció y se apagó su rostro. Y entonces se espantaron arriba, ¡se ha quemado!, ¡se ha muerto nuestro dios!

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¿Dios ha muerto? O cómo vivían los eclipses, las culturas mesoamericanas

Vista de un eclipse parcial de Sol en un día nublado.

Vista de un eclipse parcial de Sol en un día nublado.AmericanWildlife/iStock

Otras culturas, como los zapotecas o los mixtecas, entendían los eclipses como “la muerte del Sol”, escribió Jesús Galindo Trejo, investigador titular en el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM. Para los mexicas, cuyo dios solar y patrono era Huitzilopochtli, un evento así no podría significar nada menos que la destrucción total de todo lo que existe.

En la mitología mexica, “el nacimiento de Huitzilopochtli ocurrió durante el solsticio de invierno”, documenta el INAH. Por ello, además de ser el indiscutible dios de la Guerra, estaba íntimamente relacionado con el disco solar, “así como con la victoria de este astro”. Cuando el Sol se veía oscurecido del cielo, esto fácilmente se pudo interpretar como la derrota de su dios patrono y, posiblemente, el fin del Universo como lo conocían. Era como si su dios hubiera muerto.

Imagen del eclipse solar total que se vivió el 8 de abril de 2024 en todo Norteamérica.

Imagen del eclipse solar total que se vivió el 8 de abril de 2024 en todo Norteamérica.oversnap/iStock

Por lo cual, en grandes urbes como Tenochtitlan, la capital imperial de los mexicas, mientras sucedía un eclipse “en los templos se realizaban sacrificios humanos, cantaban y tañían los tambores”. Dice Santos que la reacción de la gente era “temerosa, alarmante y de enorme desesperación”. Más aún por la posible aparición de las tzitzimime, demonios en forma de mujer descarnada —“muy parecidos a Mictlantecuhtli”, explica el Instituto Nacional de Pueblos Indígenas— cuyo único objetivo era destruir todo a su paso. Pocas veces se puede atestiguar el fin del mundo.

En la actualidad, sabemos que el Sol es una estrella espectral de tipo G2, que no obedece los caprichos de Huitzilopochtli. Esta enana amarilla es el astro central del Sistema Solar, en torno a la cual orbita la Tierra y los demás planetas. Por su parte, un eclipse solar sucede cuando, según la NASA, “un planeta o una luna se interpone en el camino de la luz del Sol”. Hasta ahora, no hemos visto tzitzimimes reptar las paredes, ni escuchado la voz estruendosa de Huitzilopochtli surcando los cielos durante un eclipse. Quizás, no ha sido nuestro tiempo todavía.

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