Ágora, ¿una película contra la intolerancia? - Protestante Digital Ágora, ¿qué cambió en el 391? (VI)

Decía mi profesor de cine, en el instituto, que toda película tiene un mensaje que “vender”, y que debemos tener eso siempre presente al entrar en el cine, y ser así nosotros mismos quienes decidamos si queremos o no “comprar” ese producto “ideológico”. Desde entonces, esa ha sido siempre mi actitud y, con esa disposición, fui a ver Ágora, la última película de Amenábar."/>

Ágora, ¿una película contra la intolerancia?

Ágora, ¿qué cambió en el 391? (VI)

Decía mi profesor de cine, en el instituto, que toda película tiene un mensaje que “vender”, y que debemos tener eso siempre presente al entrar en el cine, y ser así nosotros mismos quienes decidamos si queremos o no “comprar” ese producto “ideológico”. Desde entonces, esa ha sido siempre mi actitud y, con esa disposición, fui a ver Ágora, la última película de Amenábar.

02 DE ENERO DE 2010 · 23:00

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¡ADVERTENCIA! A los que no la hayan visto, les conviene saber que en esta serie de artículos se discute la trama y el desenlace de la película. SINESIO Y EL ASESINATO DE HIPATIA La comparación entre los testimonios históricos sobre Hipatia, que hemos visto anteriormente, y la versión cinematográfica en Ágora, muestra similitudes y diferencias notables. Pero lo más hiriente, lo que realmente no tiene nombre, es el papel que Amenábar atribuye a Sinesio en los acontecimientos previos a la muerte de Hipatia. Este antiguo alumno de Hipatia (desde los años 390-393 hasta 395-396), nombrado obispo de Ptolemaida hacia el 410, reaparece súbitamente hacia el final de la película con vestiduras blancas y a caballo, como si de un caballero medieval se tratase para salvar a su dama. Sin embargo, Amenábar va poco a poco poniéndolo bajo el influjo de Cirilo, tras el imaginario sermón misógino de éste último y, finalmente, enfrenta a Sinesio con Hipatia y Orestes, a los que abandona
 
a su suerte, en una traición que presagia el desenlace final. Una visión de la historia sobre la que tal vez se podría discutir si no fuese porque, en el momento del asesinato de Hipatia, Sinesio hacía ya más de un año que estaba… ¡muerto! Sí, Sinesio fue un aventajado alumno de Hipatia. Sus cartas a otros alumnos (entre los que se encontraban también el hermano pequeño y un tío paterno de Sinesio)(1), y a la propia Hipatia, son la fuente de información más antigua y directa que tenemos sobre ella y su escuela. Sinesio sentía una profunda devoción por su maestra, a la que consultaba temas científicos y fiosóficos, enviaba sus libros antes de publicarlos, y hasta le contaba sus problemas personales. Que su devoción por su maestra se mantuvo hasta final, lo prueba la última carta conservada de Sinesio, dirigida precisamente a Hipatia, sin duda desde su lecho de muerte en 413, consumido por la pena, a causa de la reciente pérdida de sus tres hijos, que empieza así:
“Te dicto esta carta desde la cama, pero espero que la recibas teniendo buena salud, madre, hermana, maestra, y además benefactora, como a una suma de todo lo que se puede honrar con la palabra y la acción.”(2)
Ante el disparate histórico (e incluso difamación, podríamos decir) que supone la visión de Sinesio, que da la película, parece que Amenábar intenta “arreglar” las cosas en la página web oficial de Ágora diciendo:
“Gran parte de lo que sabemos de Hipatia es a través de las Cartas de Sinesio. Rupert Evans [el actor que hace ese papel], además de ser una persona muy inteligente, tiene mucha humanidad, lo que evita que el personaje se convierta en un malo. Sinesio se apena por no haber sido capaz de atraer a Hipatia hacia su grupo.”(3)
Es ésta una versión delirante, en las antípodas de la realidad. Sinesio no fue ningún “malo” en relación con Hipatia, ni mucho menos pretendió presionarla para que se convirtiera al cristianismo, como aparece en la película. Todo lo contrario, Sinesio, aunque cristiano, fue un filósofo neoplatónico, tan imbuido de la filosofía griega, que aceptó ser nombrado obispo(4) sólo tras mucha insistencia, y a condición que no se le obligase a abandonar a su esposa (pues ya entonces el celibato del clero, desconocido en el Nuevo Testamento, empezaba a imponerse), y se le permitiera mantener ciertos puntos de vista neoplatónicos que contradecían la doctrina cristiana.(5) Aunque pueda sorprender, el obispo de Alejandría, Teófilo, precisamente el “destructor” del templo de Serapis, no tuvo inconveniente en aceptar y consagrar a Sinesio como obispo.(6) Queda claro que la historia de Sinesio no “encaja” en la de los cristianos fanáticos, pirómanos y asesinos que es el foco de Ágora, y, por ello, se distorsiona a este personaje hasta quedar irreconocible. ¿DESENTERRANDO LA HISTORIA? Todos los errores históricos que hemos ido viendo aquí no serían tan importantes si no fuese por las pretensiones de historicidad de la película. Quien tenga dudas sobre esto, solamente debe darse un paseo por la página web oficial de la película, en la que hay incluso una sección titulada “Desenterrando la historia”. En esa y otras secciones se pueden leer afirmaciones tajantes como:
“Alejandro Amenábar y Mateo Gil investigaron a fondo la biografía y el periodo histórico de Hipatia.” “Perdidos entre libros de historia y astronomía durante estos tres años, Fernando Bovaira, Mateo Gil y yo hemos acabado atrapados en el Egipto de hace 1.700 años.” “Tras la lectura, llegaron las verificaciones y la necesidad de contrastar con expertos los hechos recogidos por los dos guionistas. Para ello contaron con diferentes asesores externos, reconocidos especialistas en sus respectivos campos […].”(7)
A continuación de lo cual, aparecen ciertos nombres... de los que tal vez sea mejor no acordarse.(8) Aunque ante sus credenciales académicas, uno se pregunta si se trata realmente de ignorancia o de otra cosa, dado que lo que podría ser desconocimiento en Amenábar, no puede ser tal en ellos. De uno de ellos, astrofísico, podemos leer estas reveladoras declaraciones:
“La ciencia ha ido avanzando y se ha hiperespecializado, pero la humanidad no ha cambiado tanto. Ágora nos cuenta el conflicto que sacudió Alejandría en tiempos de Hipatia, pero mucho después, en el año 1.600, quemaron en la hoguera a Giordano Bruno, y a Galileo lo recluyeron de por vida por defender el mismo modelo de Universo que, en la película, defiende Hipatia, el sistema heliocéntrico. A los astrónomos ya nos han matado lo que nos tenían que matar; ahora nadie nos va a llevar a la hoguera por decir que la galaxia de Andrómeda gira a la derecha o a la izquierda, tanto más o tanto menos. Hoy son las ciencias de la vida, y no la astronomía, las que más impactan sobre nuestras creencias y nuestros miedos. El conflicto está ahora, por ejemplo, en la investigación sobre las células madre, pero la historia es, en el fondo, la misma que en el siglo IV. Y todo eso lo vemos en ÁGORA.”(9)
En semejantes declaraciones se aprecia una increíble mezcolanza de ideas que suelen aparecer frecuentemente en la retórica del “conflicto” ciencia/fe. Dos personajes de la época del nacimiento de la ciencia moderna: Bruno y Galileo, aparecen aquí flanqueados por Hipatia y un tema actual, las células madre. Pero la pega es que, como él mismo deja caer, Hipatia sólo defiende el heliocentrismo “en la película”, no en la realidad histórica, y su asesinato no tiene nada que ver con eso, como ya vimos. Tampoco la quema de Bruno tiene nada que ver con el heliocentrismo que él defendía (aunque desde un punto de vista filosófico, dado que no era un científico, y menos astrónomo), sino con sus ideas teológicas, que la iglesia católica consideraba heréticas(10) (lo mismo ocurre con Miguel Servet, nunca se repetirá lo suficiente que su quema en una hoguera de Ginebra… ¡nada tuvo que ver con el descubrimiento de la circulación pulmonar de la sangre!). Galileo no fue a la hoguera, sino que fue recluido, primero en el palacio de un obispo amigo suyo, y después en su propia casa de campo. Siendo esta reclusión cierta, y lamentable, sería bueno recordar (para la historia de las relaciones ciencia y fe), que Galileo fue cristiano antes, durante y después de su proceso, como refleja claramente su correspondencia personal, al igual que el “padre” del heliocentrismo moderno, Copérnico (así como Rético, su único discípulo, y más tarde Kepler, verdadero descubridor de las órbitas elípticas, y finalmente Newton, que consiguió explicar las observaciones de todos estos antecesores y asentar definitivamente el heliocentrismo).
Por otro lado, conviene también recordar que los oponentes de Galileo no eran tanto los clérigos, sino los filósofos de la época que defendían la física aristotélica y la astronomía ptolemaica, precisamente la herencia intelectual de Alejandría, que buscaron el apoyo de la inquisición para tapar la boca al incómodo Galileo. No se trataba, pues, de conflicto ciencia/fe, ni de martirio “científico”, sino de polémicas entre diferentes posturas, en cada una de las cuales había científicos, filósofos y teólogos (y no fueron dos, sino tres posturas, pues durante más de medio siglo, entre el XVI y XVII, el modelo geoheliocéntrico de Tycho Brahe(11) tuvo mayor aceptación que el heliocéntrico de Copérnico). Los historiadores de la ciencia se han sacudido hace ya muchos años la obsesión con la historia “heroica” de la ciencia y sus “mártires” (por temas religiosos o de otro tipo).(12) Es más, en el caso concreto de Hipatia, como ya vimos en el capítulo II, la escuela filosófico/científica neoplatónica continuó en Alejandría, tras su asesinato, hasta la conquista árabe, más de 200 años después. Esto indica, claramente, que la causa de ese crimen no fue una incompatibilidad entre el cristianismo y la filosofía/ciencia:
“[…] tras el violento asesinato de la filósofa en un convulso periodo de violencia religiosa, los profesores alejandrinos siguieron impartiendo instrucción filosófica, incluso a discípulos cristianos. La muerte de Hipatia no puede, por lo tanto, encontrar una explicación satisfactoria exclusivamente basada en la decisión consciente tomada por las autoridades eclesiásticas para suprimir la nociva influencia ejercida por sus enseñanzas.”(13) “Pero incluso en un periodo posterior [la autora se refiere al siglo VI] el centro alejandrino mantiene como uno de sus rasgos esenciales la neutralidad religiosa, pues sus sucesores cristianos Eutocio de Ascalón y Olimpiodoro el Joven, intelectuales formados en la tradición de la escuela alejandrina, exponen la doctrina de Aristóteles y evitan temas de naturaleza cristiana.”(14)
Por todo eso, va siendo ya hora de dar una respuesta a la pregunta que nos ha acompañado en estos seis capítulos: ¿qué cambió en el 391? Pues a la vista de los datos, hay que decir que, en general,… ¡poco! El cambio principal fue a nivel de la historia religiosa, en el que supuso una vuelta de tuerca más en la desaparición de los antiguos cultos grecoegipcios, y del paganismo en general, en el mundo mediterráneo. Pero, a nivel de la historia de la filosofía y de la ciencia, habría que decir que ¡nada! Como concluye la que es posiblemente la más destacada biógrafa contemporánea de Hipatia:
“No podemos, por tanto, unirnos a quienes lloran a Hipatia como «la última de los helenos» o mantienen que su muerte supone la desaparición de la ciencia y la filosofía alejandrinas. La religiosidad pagana no expira con Hipatia, como tampoco lo hacen ni las matemáticas ni la filosofía griegas. Después de su muerte el filósofo Hierocles inicia una rama bastante notable de neoplatonismo ecléctico en Alejandría. Hasta la invasión de los árabes los filósofos siguen elaborando las enseñanzas de Platón, de Aristóteles (cuya popularidad aumenta en Alejandría durante aquel tiempo) y de los neoplatónicos desde Plotino hasta sus mismos contemporáneos. De acuerdo con la tradición alejandrina, prosiguen los avances en matemáticas y astronomía. La escuela alejandrina logra sus mayores éxitos a finales del siglo V y comienzos del VI en las personas de Amonio, Damascio (vinculado a Alejandría y Atenas), Simplicio, Asclepio, Olimpiodoro y Juan Filopono. También el paganismo perdura, y hasta cierto punto florece incluso, gracias a los «santos» del neoplatonismo que combinaban la filosofía platónica tardía con el servicio ritual y sacerdotal a los dioses. Sin abandonar los antiguos cultos, la teúrgia y la adivinación, estos filósofos cultivan la «sabiduría egipcia», estudian jeroglíficos, reviven antiguos ritos griegos y egipcios y atraen discípulos.”(15)
ÁGORA Y LA AGENDA IDEOLÓGICA CONTEMPORÁNEA Pero, más allá de todos los errores en historia de la ciencia que hemos desgranado aquí, el mezclar todo esto con las células madre, como hemos visto en la cita de la nota 9, que es un tema ético, y nada tiene que ver con hechos y teorías científicas, refleja un uso (y abuso) interesado de la historia para una polémica actual. Lo interesante es que esto último permite “explicar” muchos de los “errores” históricos de Ágora, al permitir sospechar que lo que hay ahí no es más que una “utilización” de la historia para la promoción de ciertos puntos de vista contemporáneos. Algo que, no es nada nuevo… En efecto, Hipatia lleva siglos siendo utilizada para todo tipo de intereses ajenos a lo que ella fue. La reciente mirada histórica del catedrático de filosofía John Thorp resulta impresionante:
“Ya en la antigüedad tardía fue una heroína pagana por haber sido asesinada por los cristianos, o también una heroína de los arrianos por haberla matado los ortodoxos, o también una heroína de los cristianos de Constantinopla por haber sido asesinada por los intolerantes cristianos de Alejandría. Más recientemente, se la ha visto como una heroína anticlerical, víctima de la jerarquía; como heroína protestante, víctima de la Iglesia Católica; heroína del romanticismo helenizante, víctima del abandono de la cultura griega por Occidente; heroína del positivismo, víctima del triunfo del la religión sobre la ciencia; y últimamente, heroína del feminismo, víctima de la misoginia cristiana. ¡Una mujer polivalente!”(16)
 
Ante este panorama, no es difícil darse cuenta que Ágora simplemente reproduce las dos últimas versiones de Hipatia, precisamente las más modernas (siglos XIX y XX), con elementos también de la “heroína anticlerical” del siglo XVIII. Con todo ello, Amenábar intenta construir un modelo de heroína contemporánea. Una mujer de acción y de reflexión, guapa e inteligente a la vez. Lástima que no sea más que una proyección hacia el pasado de una fantasía del presente. El dramático rescate de la biblioteca, el espectacular experimento en el barco, o el momento “eureka” de inspiración al predescubrir la 1ª ley de Kepler, son fantasías contemporáneas que poco tienen que ver con la vida de la Hipatia real. Su inteligencia, cierta y admirada por sus alumnos, se volcó en otras cosas, como la enseñanza (por eso la Hipatia inicial de la película es más real que la final) y las re-ediciones y comentarios de antiguos astrónomos y matemáticos (algunos hechos con su padre). Con ello, ambos se convirtieron en eslabones importantes en la larga cadena de transmisión de la ciencia antigua hasta nuestros días. Y por ello, debemos estarles siempre agradecidos. Pero claro, esto tiene menos “glamour”. Y eso explica también la escena de su muerte. El cuerpo que despedazaron los asesinos de Hipatia no debía parecerse al de Rachel Weisz. En el momento de su muerte, Hipatia era una mujer, probablemente, de unos 60 años. Pero, claro, es más sexy desnudar a una mujer joven (como ya descubrieron los literatos y pintores del Romanticismo):
“Con frecuencia, la inclinación de los investigadores por una u otra fecha [respecto a su nacimiento, pues su muerte está claramente fechada en el 415] guarda relación con el significado que pretenden adjudicar a su trágico final, pues la muerte no tiene la misma carga dramática si la filósofa tiene veinticinco años cuando es despojada de sus vestidos y descuartizada, o en cambio es una anciana de sesenta.”(17)
En cualquier caso, si lo que Amenábar quisiera fuera denunciar la intolerancia y convencer a un mayor número de cristianos para abandonar posturas “intolerantes”, sería mucho más útil promocionar ejemplos positivos (y hay muchos recientes), más que desenterrar crímenes del pasado con distorsiones históricas. Por ello, no faltan quienes interpretan la película de manera totalmente opuesta, como el crítico de cine José María Aresté:
“El director, dentro de su opción de cine comercial con contenido, sigue su línea de cuestionamiento del cristianismo, iniciada en Los otros con suavidad, y continuada de modo más agresivo en Mar adentro. Aquí recupera las formas suaves, su forma de tratar la compleja situación del cristianismo del siglo IV en Alejandría podría describirse como ´mano de hierro en guante de terciopelo´. De modo que se alude a lo que puede resultar de atractivo en la fe -Cristo y sus bienaventuranzas, la caridad con los necesitados, el perdón...-, pero poniendo el foco sobre todo en lo que puede degenerar en fanatismo violento y lucha por el poder. En tal sentido queda especialmente mal parado el santo Cirilo de Alejandría. Pero también son cuestionables Orestes, con su cristianismo pragmático algo cínico, y el obispo Sinesio, que invita a Hipatia a bautizarse porque ella ya en el fondo es cristiana, aunque no crea. Por contraste, la inmaculada ciencia parece la solución a todos los problemas, la única capaz de dar acceso a la verdad. En tal sentido, se obvian las manipulaciones que pueden hacerse en nombre de ella.”(18)
Lo más triste es que la propia película Ágora se puede convertir en un instrumento de intolerancia. Una de las reacciones más comunes es la que comentó hace unas semanas Pablo Motos a Amenábar en su programa de televisión El hormiguero:
“Cuando se acabó el pase… se encendieron las luces y estaban allí la mayoría de los críticos de España, todo el mundo dijo la siguiente frase: ´hay que ver qué hijos de puta que eran los cristianos´. Te lo digo por si tienes algún temor interno de que haya polémica con esto.”(19)
A continuación Amenábar responde algo sorprendente, afirmando que la película: “no va contra los cristianos… La película va dirigida a los que a día de hoy ponen bombas. Los cristianos de hoy no van matando a la gente por la calle.”(20) Pero conclusiones semejantes a la que menciona Motos han llenado las páginas web en estos días, desde blogs personales a comentarios que los lectores dejan por doquier en un sinfín de sitios de Internet. Obviamente, hay algo que “falla” aquí, pues, si realmente Amenábar no quería hacer una película contra los cristianos, parece que la película ha transmitido otro mensaje a una gran cantidad de espectadores y críticos. Una pena, porque si la película pretende denunciar la intolerancia, como se ha dicho muchas veces, no puedo estar más de acuerdo, la denuncia de la intolerancia es algo que me parece interesante y necesario. Pero para eso no hay que mirar hacia otro lado, 1600 años atrás, basta con mirar al mundo actual (en especial a los que ponen bombas hoy) y, sobre todo, no es necesario falsificar la historia... Al final de la película salen unos letreros donde se cuenta “qué pasó después” con algunos de los personajes. Podría fácilmente haber incluido ahí la persecución actual de los cristianos en Egipto. Incluso, un poco más al sur, en Sudán, los han vendido recientemente como esclavos. También, y por seguir en la propia Alejandría, se podría mencionar que, en la renacida biblioteca de Alejandría (en el 2002), los libros en hebreo están hoy proscritos (resulta irónico, porque la famosa traducción de la Biblia hebrea al griego hace más de 2000 años, se produjo asociada a esa institución). Estos son sólo unos poquitos ejemplos actuales de intolerancia de muy diverso tipo (ejercida sobre personas y sobre libros). Amenábar tiene razón en que la intolerancia continúa hoy; pero se ha olvidado de contarlo en la película. Si la película “no quiere ser un ataque a los cristianos”, sino denunciar “a los fundamentalistas, es decir, a los terroristas de ETA, a los fundamentalistas islámicos… esa gente dispuesta a matar por una idea”,(21) ¿por qué no ha hecho Amenábar una película sobre “esa gente”? BIBLIOGRAFÍA SOBRE HIPATIA Y SU TIEMPO Existen múltiples páginas web sobre Hipatia, la mayoría con datos erróneos/ficticios, por lo que hay que proceder con cautela: Una página web con muchos datos y recursos sobre Hipatia es: http://www.polyamory.org/~howard/Hypatia. En ella hay un enlace a un estudio cuidadoso de las fuentes primarias disponibles: http://www.polyamory.org/~howard/Hypatia/primary-sources.html. Otro estudio detallado sobre las fuentes primarias que tenemos sobre Hipatia: http://www.physics.utah.edu/~jui/3375/Class%20Materials%20Files/y2007m08d22/hypatia-primary-sources.html. Otra página web con las fuentes primarias sobre Hipatia, esta vez en español está en: http://www.historiaclasica.com/2009/10/que-sabemos-realmente-de-hipatia-de.html. Un esquema de los datos que existen sobre Hipatia se puede encontrar en: http://www.primeroscristianos.com/doc_interes/hipatia_alejandria.html. Hay varios libros disponibles escritos por competentes especialistas que han estudiado el personaje de Hipatia con detalle: Dzielska, Maria (2004; 5ª ed. 2009; original inglés de 1995). Hipatia de Alejandría. Siruela, Madrid. Parcialmente disponible en: http://books.google.es/books?id=2MjpNlFRCU0C&printsec=frontcover&source=gbs_v2_summary_r&cad=0#v=onepage&q=&f=false. Deakin, Michael A. B. (2007). Hypatia of Alexandria. Mathematician and Martyr. Prometheus Books, New York. Martínez Maza, Clelia (2009). Hipatia. La esfera de los libros, Madrid. Artículos interesantes disponibles en internet: Deakin, Michael A. B. (1994). Hypatia and her mathematics. The American Mathematical Monthly 101 (3):234-243. Disponible en: http://www.maa.org/pubs/Calc_articles/ma055.pdf. Whitfield, Bryan J. (1995). The beauty of reasoning. A reexamination of Hypatia of Alexandria. The Mathematics Educator 6(1):14-21. Disponible en: http://math.coe.uga.edu/TME/v06n1/4whitfield.pdf. Blázquez Martínez, José María (2004). Sinesio de Cirene, intelectual. La escuela de Hypatia en Alejandría. Gerión 22 (1):403-419. Disponible en: http://revistas.ucm.es/ghi/02130181/articulos/GERI0404120403A.PDF. Thorp, John (2004). In search of Hypatia. Conferencia en la Asociación Canadiense de Filosofía. Disponible en: www.acpcpa.ca/documents/Thorp.html. Autor: Pablo de Felipe es doctor en Bioquímica, investigador, escritor y profesor de Ciencia y Fe en el Seminario SEUT
1) Curiosamente, el hermano pequeño de Sinesio, Evoptio, le sucedió como obispo. 2) Sinesio a Hipatia, año 413. Carta nº 16. En la carta nº 10, escrita al parecer poco antes, y en la que ya habla de la muerte de sus hijos, Sinesio se queja con tristeza a Hipatia de no tener noticias suyas desde hace tiempo. No se conservan cartas de Sinesio después de estas dos, ni ninguna otra noticia sobre él, y se considera que debió morir en el 413 o 414 como muy tarde. 3) Página web oficial de Ágora: www.agoralapelicula.com. 4) Como su contemporáneo norteafricano Agustín de Hipona, también neoplatónico, y que acabó siendo obispo. Es interesante contrastar las diferencias, pues Agustín pertenece al mundo romano occidental latino, estudiando retórica en Cartago. Como hemos comentado anteriormente (capítulo II), en occidente no había una tradición científica, y dado que Agustín no se formó en oriente, no conocia el griego (su vida se desarrolló en el mundo latino, entre lo que actualmente es Argelia y Túnez, visitando también Italia). No extraña, por tanto, que sus conocimientos científicos fueran sumamente rudimentarios en comparación con Sinesio. 5) Se trataba de tres puntos que a Sinesio le costaba aceptar de la doctrina cristiana por considerar que contradecían a la filosofía: la preexistencia del alma, la eternidad del mundo y la consideración de la resurrección como algo simbólico. En su carta nº 105 (año 409), dirigida a su hermano (pero que era una carta abierta, pública, con la intención expresa de que llegase al obispo de Alejandría, Teófilo), expone cuales eran sus dificultades teológicas: “Seguro que yo nunca sostendré la creencia de que el origen del alma es posterior al del cuerpo. No admitiré que al cosmos y a sus partes les espera una destrucción conjunta. La tan traída y llevada resurrección la considero algo sagrado e inefable y bien lejos estoy de coincidir con las opiniones de las masas. (...) Si esto me lo consienten las leyes del ministerio sagrado que voy a desempeñar, podría ejercerlo de la siguiente manera: en privado me dedicaré a la filosofía, pero en público contaré fábulas en mis enseñanzas.” (Cartas, tr. Francisco Antonio García Romero. Gredos, Madrid, 1995, pp. 208-9 (es.wikipedia.org/wiki/Sinesio_de_Cirene#cite_note-6; texto completo de la carta en inglés en www.livius.org/su-sz/synesius/synesius_letter_105.html). La “solución” de Sinesio, más bien cínica que otra cosa, de enseñar al pueblo lo que él mismo no cree, y seguir con sus ideas neoplatónicas, nada tiene que ver con la que le atribuye Amenábar. Este tema también ha sido estudiado por John Thorp (véase nota 3 del capítulo I). Ante tales circunstancias, algunos han llegado a pensar que Sinesio no se bautizó hasta el momento de ser obispo, y que cuando era alumno de Hipatia no era cristiano, de forma que su acercamiento al cristianismo habría empezado con su matrimonio con una cristiana en el 403 (Antonio Piñero, Sobre la película “Ágora” de Amenábar (I). blogs.periodistadigital.com/antoniopinero.php/2009/11/19/-sobre-la-pelicula-agora-de-amenabar-i-9). Se puede objetar a esto que el matrimonio fue oficiado nada menos que por el propio Teófilo, al que difícilmente se puede imaginar bendiciendo un matrimonio “mixto” años después de la destrucción del templo de Serapis (véase discusión en Clelia Martínez, op. cit., pp. 96, 97). Por otro lado, llamaría la atención que se propusiera el obispado a alguien que ni tan siquiera fuera cristiano. Todo esto muestra la difusa frontera que para muchos intelectuales existía en aquella época entre cristianismo y neoplatonismo, a pesar de lo que nos presenta Ágora. 6) Volviendo al tema que ya vimos sobre la destrucción de la biblioteca de Alejandría, hay que decir que, aunque Sinesio estudió con Hipatia durante o inmediatamente después de la destrucción del templo de Serapis, en sus escritos y cartas, en los que rememora sus experiencias en Alejandría, nunca aparece nada que sugiera la quema de ninguna biblioteca… En sus cartas, Sinesio se muestra como un entusiasta de la filosofía, en especial la neoplatónica de su maestra Hipatia, así como de las ciencias, la literatura, etc., y parece bastante difícil imaginar su amistad con Teófilo si éste fuese un perseguidor del neoplatonismo y pirómano de libros de filosofía y ciencia. Sinesio tenía en alta estima a ambos, y mantuvo sus relaciones amistosas con los dos hasta el final, como se puede ver por las dos cartas en las que pide mediación ante las autoridades en un pleito sobre una herencia para un compatriota, Niceo. Una carta está dirigida a Teófilo (nº 80, año 412, disponible en: www.livius.org/su-sz/synesius/synesius_letter_080.html), mientras que la otra es enviada a Hipatia (nº 81, año 413, disponible en: www.livius.org/su-sz/synesius/synesius_letter_081.html). 7) Página web oficial de Ágora: www.agoralapelicula.com. 8) Por si alguien quiere saber quienes son, puede consultar tanto la página web oficial de Ágora (www.agoralapelicula.com), como el artículo sobre la película en Wikipedia: es.wikipedia.org/wiki/%C3%81gora_(pel%C3%ADcula)#Los_asesores. Sorprendentemente, aparecen allí… ¡catedráticos y profesores de universidad de ciencias, historia e incluso historia de la ciencia! Otro profesor universitario y crítico de cine, José María Caparrós, observa al respecto que: Pienso que el máximo error de Amenábar es no haber ido a las fuentes originales, pese a los asesores históricos con que contó (entre ellos, el especialista Carlos García Gual). La crítica afirmó que ´el argumento estaba basado en uno de los peores materiales sobre Hipatia, el del divulgador de la ciencia Carl Sagan´.” Disponible en: www.culturahistorica.es/Templates/Agora.html. 9) Cómo se hizo “Ágora”. La Butaca. Disponible en: www.labutaca.net/films/66/agora7.php. 10) Bruno era un seguidor del hermetismo, mezcla de filosofía, religión y esoterismo, popular en los siglos XV-XVI. Se basaba en unos supuestos escritos del dios grecoegipcio Hermes Trismegisto, considerados de antigüedad milenaria; pero, en realidad, compuestos en los primeros siglos de nuestra era, como se descubrió a principios del siglo XVII. Sobre este tema, véase el interesante artículo de Humphrey Clarke en el blog Quodlibeta: bedejournal.blogspot.com/2009/02/giordano-bruno-martyr-for-science-and.html. 11) En este modelo los planetas giran en torno al Sol que, a su vez, gira en torno a la Tierra, combinando así ingeniosamente lo mejor de los sistemas ptolemaico y copernicano, y creando una alternativa más difícil de refutar que el geocentrismo de Ptolomeo. No olvidemos que el fuerte apego de teólogos, filósofos y científicos (físicos y astrónomos) al geocentrismo se debía tanto a motivos teológicos, como a motivos filosóficos y científicos. 12) Un ejemplo de “mártir científico” más reciente, y sin connotaciones religiosas, fue Lavoisier, uno de los más famosos químicos de la historia, y uno de los padres de la Química, que fue guillotinado, en pleno siglo de la Ilustración, por la no menos ilustrada Revolución Francesa, y cuyo juez habría dicho: “La República no necesita ni científicos ni químicos; el curso de la justicia no puede retrasarse.” Pero no nos vamos a engañar, mártires de la ciencia, verdaderamente “de la ciencia”, no debe haber habido muchos. La famosa frasecita parece ser uno más de esos mitos que circulan libremente, sin referencia a pie de página, por los libros e internet (en.wikipedia.org/wiki/Antoine_Lavoisier). En cualquier caso, Lavosier no fue guillotinado por sus descubrimientos científicos, sino porque se le consideraba asociado a la clase aristocrática del “Antiguo Régimen”. Nuevamente, un crimen político, ¿quién dijo que los científicos no pueden tener intereses fuera del laboratorio? ¿Por qué será que los científicos reales son más interesantes que ciertas reconstrucciones? 13) Clelia Martínez, op. cit., p. 188. 14) Idem, pp. 216, 217. 15) Maria Dzielska. Hipatia de Alejandría. Siruela, Madrid, 2004. p. 117. Disponible parcialmente en: books.google.es/books?id=2MjpNlFRCU0C&printsec=frontcover&dq=hipatia&as_brr=3&cd=3#v=onepage&q=&f=false. 16) John Thorp, véase nota 3 del capítulo I. 17) Clelia Martínez, op. cit., p. 18. Las menciones en las fuentes antiguas a su belleza han dado lugar a todo tipo de exageraciones sobre su edad en el momento de su muerte, suponiendo extravagantemente que no podía tener en el 415 más de la treintena. Pero al menos sabemos que dio clases a Sinesio poco después del 390, que éste habría nacido hacia el 373, y es razonable suponer que la maestra fuera mayor que el alumno, especialmente por los términos respetuosos con los que él la trató siempre. Éstos y otros detalles circunstanciales llevan a retrasar su nacimiento hacia mediados de siglo y, tras siglos de especulaciones, los especialistas parecen concordar actualmente en que debía tener alrededor de los 60 en el momento de su muerte. 18) Véase su crítica en: www.decine21.com/peliculas/Agora-15845. 19) Entrevista de Pablo Motos en “El hormiguero” a Amenábar. Fragmento de la entrevista en video en: www.youtube.com/watch?v=gy7OaTQrpm0&feature=related. 20) Idem. 21) Véase nota 1 del capítulo I.
Artículos anteriores de esta serie:
 1Ágora, ¿en qué contribuyó Hipatia a la ciencia? 
 2Ágora, ¿paró el cristianismo el curso de la ciencia antigua? 
 3Ágora, ¿destruyó el cristianismo la biblioteca de Alejandría? 
 4Ágora ¿tiene el Nuevo Testamento un mensaje misógino? 
 5Ágora, ¿fue Hipatia una mártir de la ciencia? 

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Tubo de ensayo - Ágora, ¿una película contra la intolerancia?