Reseña del cómic: Castigador, Zona de Guerra
Editorial española: Panini
Editorial americana: Marvel Comics
Guion: Chuck Dixon
Dibujo: John Romita Jr.
El Castigador es un personaje que si bien nunca ha tenido un papel central en el universo de los cómics (salvo excepciones puntuales) su estética, sus motivaciones y la mentalidad tan diferente al resto de superhéroes que pueblan el universo Marvel, más realista (si podemos hablar de realismo en un mundo en el que se admiten la magia y los poderes) ha hecho de él un icono muy reconocible y popular incluso entre aquellos que nunca han leído un tebeo, esto se ha acentuado a raíz de sus adaptaciones cinematográficas y de la serie de televisión y han convertido al justiciero de la calavera en uno de los más reconocidos a nivel popular.
Dentro de los cómics si bien empezó como un simple secundario de series como Daredevil y Spider-Man lo potente de su origen, con el que era fácil empatizar o al menos entender (existen pocas posibilidades de que alguien se convierta en un monstruo verde por una sobredosis de radiación, pero todo el mundo puede imaginarse lo que sentiría si a su familia le ocurriese una tragedia) ha hecho que haya tenido grandes historias y etapas, empezando por la ya clásica «Círculo de sangre» y llegando a la cumbre con el Punisher Max de Ennis.
Pero además de estas obras hay muchas otras que si bien no gozan de los parabienes de la crítica son muy entretenidas y algunas como esta de la que hoy hablamos, encarnan como pocas el espíritu de una época.
«Punisher: Zona de guerra» es una obra de Chuck Dixon, un especialista en guiones de acción y John Romita, un dibujante que está en el Olimpo del medio y que en aquellos años estaba en la cumbre de su carrera, ambos nos dieron una historia que remite inevitablemente a las «buddy movies» de la época; historias en la que dos personajes muy diferentes y que por momentos llegan a estar enfrentados acaban haciendo equipo contra un enemigo común.
En este caso tenemos a Frank, más obsesionado que nunca en su cruzada contra el crimen, lo que le lleva a romper con su socio habitual, Micro, y a infiltrarse por su cuenta y como soldado raso en una organización mafiosa estableciendo además una relación amorosa con la hija del Don y haciendo equipo con un asesino que inicialmente es enviado a matarle.
Toda la miniserie tiene una patina extra de chulería y macarrismo que en el guión se ve en las conversaciones y las situaciones del personaje, que parecen sacadas de películas como Tango&Cash o Arma letal, y artísticamente en el propio diseño de Castle que adopta aquí una estética de coleta y pelo engominado, cadenas al cuello y camisetas ajustadas marcando cada músculo posible.
A pesar de que con estos antecedentes se podía esperar lo peor la historia está bien contada, con un gran ritmo, diálogos punzantes y situaciones interesantes en la que vemos como Frank se desenvuelve como pez en el agua dentro de su nueva familia a la vez que la desmonta miembro a miembro y como establece lazos y relaciones entre los mismos mafiosos, relaciones que a su vez dan lugar a subtramas que se continuaron en la serie regular, todo ello bañado en acción, violencia y armas y acciones imposibles (como no podía ser de otra manera dada la época) dibujadas increíblemente bien por un John Romita al que ni sus desproporciones ni lo grotesco de sus rostros restan una pizca de dinamismo y capacidad de narrativa y composición en la página.
Además de la historia inicial (que ya había sido publicado en un tomo de tapa blanda por Comics Forum) el tomo incluye varios números más, hasta el 11 de la edición americana, en el que se continúan las subtramas planteadas en esa historia pero ya sin Romita (que solo dibujó un número más) y con un baile de dibujantes que en nada ayudan a una historia que por otro lado, es bastante más floja que la primera.
En conjunto una historia por encima de la media del personaje, con un guionista solvente y un John Romita en la cúspide de su arte y que hará las delicias de los aficionados al personaje pero que puede disfrutar cualquiera que no busque más que un cómic de acción bien pensado y mejor realizado.
