‘Drive My Car’, el roadtrip que te cambia la vida

Ryûsuke Hamaguchi adapta un relato corto de Murakami en un roadtrip trascendental y, probablemente, de Oscar.
‘Drive My Car el roadtrip que te cambia la vida

Con una carrera ya asentada y respetada, el japonés Ryûsuke Hamaguchi fue la revelación cinematográfica del año pasado. Primero, en febrero, ganó el Festival de Berlín con su tríptico sobre la coincidencia, la imaginación y la esperanza, La ruleta de la fortuna y la fantasía. 

Y, después, en verano se alzó en Cannes con el premio al mejor guión y el Fipresci de la crítica con Drive My Car (estreno en cines el 4 de febrero), para seguir un recorrido de premios internacionales que, muy probablemente, acabará en Oscar el próximo mes de marzo. 

Drive My Car es la adaptación de un relato corto de Haruki Murakami, Hombres sin mujeres. De las solo 40 páginas literarias, Hamaguchi desarrolla una película de 179 minutos. Una obra maestra que se desenvuelve a un ritmo propio, pausado, lírico, observador, que escucha los silencios y se detiene en lo que no se ve. 

Misaki y Kafuku.

Drive My Car (Conduce mi coche) es un roadtrip, pero uno diferente. Es un roadtrip continuo, rutinario. Es el recorrido diario de Yusuke Kafuku entre su hotel y el teatro en el que dirige una versión multilingüe del Tío Vania, de Chéjov. Su coche, un Saab 9000 rojo, muy brillante, muy presente, lo conduce Misaki, una joven contratada como chófer. 

Él sabemos que sufre en silencio el dolor de la pérdida de su mujer y por eso aceptó este trabajo lejos de casa, en Hiroshima. De ella, sabemos menos, pero algo esconde tras ese silencio casi inquebrantable.  

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El lugar tan pequeño, casi claustrofóbico, en el que se desarrolla gran parte de la historia fue el primer atractivo para Hamaguchi: “las interacciones de estos dos personajes tan intrigantes. Todas ellas tienen lugar dentro del coche”, dice. 

“Esas charlas me recordaron conversaciones profundas que he tenido que solo surgen en ese espacio tan íntimo y en movimiento. Al estar desplazándose de manera constante, no estás realmente en ningún lugar, y a veces ese espacio nos ayuda a descubrir aspectos de nosotros mismos que nunca hemos mostrado a nadie o pensamientos que no sabíamos cómo verbalizar”. 

Una parada en el camino.

Por algo le damos tanto valor a los roadtrips, a los viajes en coche, haya o no un destino final claro. Sean viajes largos, de carreteras infinitas, o por caminos conocidos. Encerrados ahí, el silencio nos asfixia y nos obliga a ir soltando aire en forma de las revelaciones más íntimas. 

En viajes así, las relaciones comienzan o acaban por todo lo que puede desvelarse. En el caso de Kafuku y Misaki, se inicia. Los dos acaban soltando su dolor, sus miedos, su culpa. Hasta que su viaje da un giro y toman otra carretera, una que va hacia el pasado para tratar de curar su presente. 

El de Drive My Car es el roadtrip definitivo, trascendental, uno de esos que te cambia la vida. Y para eso hace falta tiempo. Por eso Murakami no corre, no pisa el acelerador, deja que sus personajes disfruten del camino, profundizando cada vez más en sus conversaciones en marcha y también abriendo más los ojos y el oído en sus paradas.  

El Saab 9000 siempre presente.

En esas paradas, Kafuku dirige a sus actores, como Hamaguchi dirige a los suyos, leyendo el texto sin ninguna entonación, dejando que las palabras encuentren solas su ritmo, su pausa y su melodía. Kafuku se enfrenta a los fantasmas de su pasado con un actor, Takatsuki, con el que cree que su mujer tuvo una aventura. 

Esa extraña relación de enemistad y celos es fundamental también en el viaje, sobre todo, cuando el actor le dice: “Si uno desea ver en serio a los demás, no le queda más remedio que observarse en profundidad, de frente, a sí mismo”. 

“El motivo por el que este comentario, bastante estereotípico, afecta a Kafuku, es que siente que es una ‘verdad’ que nunca podría haber alcanzado por sí mismo. ‘Sus palabras resonaron como algo puro, salido del alma. Era evidente que no estaba actuando”, reflexiona el cineasta. 

La actuación, las máscaras, la revelación de identidades es otro de los temas centrales de este viaje en el que la verdad solo emerge dentro de ese coche, ese coche ya historia del cine. 

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