¿Qué clase de personas se sientan en un restaurante y no tienen nada que decirse? Si eres uno de los muchos fans de 'Dos en la carretera', ya conocerás la respuesta: "Los matrimonios". Esa mordacidad, que se exhibe en diálogos formados por cuchillos en llamas lanzados con sarcasmo y miradas que matan, se expande por toda la película de Stanley Donen, protagonizada por dos magníficos Albert Finney y Audrey Hepburn. El cineasta deja muy atrás 'Cantando bajo la lluvia' para meterse de lleno en una 'road movie' basada en 'flashbacks' y en cuya esencia se encuentra una mezcla perfecta entre la dulzura del enamoramiento y la amargura del amor matrimonial.

Las circunstancias que rodearon a la producción forman parte de ella: Hepburn acababa de sufrir su segundo aborto, y las cosas con su marido Mel Ferrer rozaban el desastre. La situación personal de la actriz no era la ideal para embarcarse en un proyecto tan exigente como el que le proponía Donen, con el que ya había trabajado en 'Una cara con ángel' y 'Charada'. Por suerte para todos, el cineasta insistió y la actriz cedió, desatando toda su rabia, dolor y tragedia en el personaje de Joanna. Lo que consiguió con su actuación no sólo enamoró al público -además de conseguirle una nominación al Globo de Oro-, sino también a su compañero de reparto, con el que tuvo un más que famoso 'affaire'.

Por si la película no era lo suficientemente intensa, todo lo que la rodeó fue igualmente sorprendente. Quizás por eso saltan las chispas entre sus protagonistas, ya sea discutiendo a gritos o haciéndose el amor. El colofón de su historia llega en una de sus últimas escenas, uno de los últimos viajes en coche que veremos en pantalla. Y es, sin lugar a dudas, una de las más complejas, audaces y emotivas de toda la producción. 'Dos en la carretera'

ANATOMÍA DE LA ESCENA

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(Si quieres ver la escena en castellano y con mucha mejor calidad, póntela en Filmin).

No es baladí que una de las mejores escenas de 'Dos en la carretera' suceda, valga la redundancia, en la carretera. Como sabemos, la película cuenta la historia de Mark (Finney) y Joanna (Hepburn) desde que se enamoran por azares del destino hasta que sufren la erosión de su amor ya como marido y mujer. No es un relato lineal, sino que va saltando entre el pasado y el presente a lo largo de más de diez años, a través de una relación agridulce donde las conversaciones más importantes tienen lugar dentro de un coche.

La acción de esta escena se desencadena tras una de esas fiestas que el matrimonio atiende para rasgar un poco más las fisuras de su matrimonio. Él habla de sus asuntos mientras ella flirtea con un tal David, pero parece que nunca van de la mano. De pronto, comparten un momento de intimidad entre tantos invitados y el ruido de la música, casi un momento de iluminación hecho de miradas y silencios, y deciden escapar de la fiesta y lanzarse -de nuevo- a la carretera. En ese coche se da una conversación que combina dardos envenenados y declaraciones de un amor que se resista a morir del todo.

Y empieza así:

- Detesto esas fiestas.
- Yo detesto esas fiestas, a ti te entusiasman.
- Te quiero.
- Y yo te quiero a ti.
- ¿Cuánto tiempo va a durar esto?
- ¿Cuánto tiempo va a durar qué?
- Este fingir que somos felices.
- ¿Quién finge que seamos felices?
- Tú, que somos un matrimonio feliz y que quieres seguir a mi lado.
- Esas son cosas completamente distintas.
- No necesitas decírmelo.

El diálogo es absolutamente intenso, pero que el escenario sea algo estático no quiere decir que la puesta en escena sea menos intensa. Para empezar, todo el mecanismo de grabarlos a través de los cristales en lugar de buscar una forma de eliminar esa barrera parece decir mucho de los propios personajes, que constantemente viven a la defensiva entre ellos. Aunque a este respecto pueden haber infinitas lecturas: ¿no es esa insistencia por mostrarlos dentro del coche una alusión a cierto complejo de pecera, de cárcel, de trampa mortal? ¿O quizás pueda interpretarse como un lugar donde su intimidad es tan poderosa que meter la cámara en su interior sería algo inmoral? ¿O, como decíamos, representan las barreras que han levantado entre ellos mismos, entre ellos y el mundo, entre ellos y la postal de cuento de hadas que sugiere el paisaje?

Dos en la carretera
20th Century Studios

La conversación continúa:

- ¿Por qué sigues aquí?
- Porque yo no soy tú.
- ¿Cuánto tiempo piensas seguir recordando el pasado?
- ¿Quién habla? ¿Quién es el que habla?
- Yo hablo. ¿Qué harías si nos divorciáramos?
- Llorar.
- ¿Sí? ¿Cuánto tiempo?
- No lo sé. ¿Por qué íbamos a divorciarnos?
- ¿Y si me muriera? ¿Y si no existiera?
- Si no hubiera tenido la varicela habría cogido la varicela. Yo que sé.
- Yo te quiero.
- Pues entonces, pues entonces...

Durante toda la escena, Mark va parando el coche, impactado o ultrajado por algunas de las respuestas de su mujer. En este trozo de diálogo, se alude al pasado: él no ha jugado limpio en la relación, y ella le lanza una pulla cuando intenta cuestionar su compromiso con este matrimonio. "Yo no soy tú", le dice. Poco después, él vuelve a repetir un "Te quiero", como si tuviese miedo de que se le volviese a olvidar, sacando a relucir más que nunca sus inseguridades como hombre herido y confuso. Insiste en que su mujer reconozca que es una farsante, que en realidad no le quiere, pero lo único que está transmitiendo es el profundo miedo que tiene a que ella le deje.

En un momento de la conversación, la que sigue a continuación, la traducción al español nos priva de uno de los mejores dardos. Cuando Mark le pide a Joanna que le prometa que jamás habrá nadie como él en su vida, escuchamos: "¡Claro!". Sin embargo, en inglés, Hepburn dice: "I hope". Es decir, que espera que nunca haya nadie nunca como Mark otra vez en su vida, que nunca vuelva a tener una relación tan tormentosa como la que ambos han compartido. Y, sin embargo, la llama entre ellos sigue encendida.

- ¿Pero qué harías si yo no existiese?
- Me casaría con David [Para el coche] Pero existes. Sabías la respuesta, ¿por qué hiciste la pregunta?
- Porque sabía la respuesta.
- No habrá nunca nadie como tú en mi vida.
- ¿Lo prometes?
- Claro. Tú eres el que no lo aceptas.
- ¿El qué no acepto?
- Muchas cosas que pareces olvidar con frecuencia.
- ¿El qué no acepto?
- Que somos uno, que estamos casados. Siempre estás diciendo que me voy a ir, y siempre estoy aquí. ¿Estás seguro de que no quieres que me vaya?
- Completamente.
Dos en la carretera
20th Century Studios

Mark sigue parando el coche, Joanna sigue lanzándole dardos a sus inseguridades. Parece que los reflejos de los árboles sobre el cristal del coche se vuelven más intensos, más evidentes, y por momentos cuesta verles a través de ellos. Stanley Donen juega con ese mecanismo quizás para ir midiendo el ritmo de intensidad que está adquiriendo la escena. Los personajes, por su parte, van evolucionando en tan sólo unos minutos: él va navegando entre el miedo y el orgullo (el que exhibe cuando levanta la voz y demanda saber qué es lo que no acepta, preparado para rebatirlo), mientras ella demuestra cansancio por estar manteniendo una conversación que probablemente se ha repetido en distintas ocasiones, y siempre les ha llevado al mismo punto. Sin embargo, en ese cansancio también hay esperanza, la que tiene de que su marido despierte de una vez y vuelva a ser el hombre del que se enamoró.

Alentada por esos dos "te quieros" y una chispa de expectativa, Joanna se lanza a sus brazos. La reconciliación está en camino. "Deja de pensar", le pide ella, y asegura que le encantan los finales felices. No pensábamos que 'Dos en la carretera' fuese a tener uno, vista la crudeza y realismo con la que el director retrata a la pareja. No hay concesiones al amor romántico, al ideal de un romance inmortal e inmutable, sino un mazazo a todos aquellos que creyeron que el amor nunca cambia.

- Deja de pensar. Te quiero.
- ¿Ahora? ¿Aquí?
- Me encantan los finales felices.
- Eres francamente inmoral.
- ¿Cómo voy a ser inmoral si estamos casados?
- Vamos a tener que divorciarnos.

Y con un beso, acaba la conversación y la escena. 'Dos en la carretera' finalizará unos minutos más tarde, con una pareja que ha recuperado -al menos, de momento- las ganas de quererse. En esta escena se marca la última reconciliación que veremos, y es brillante por muchos motivos, desde el juego de los cristales hasta la deslumbrante actuación de Finney y Hepburn, pasando por la delicada música que les acompaña y el inmejorable escenario, que es el que les ha acompañado durante todo este viaje: el coche. Parece que ese es su verdadero hogar, o quizás el mejor representante de su turbulento matrimonio, esto es, una jaula de la que no quieren escapar. Aunque tengan cuatro puertas para hacerlo.

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Mireia Mullor

Mireia es experta en cine y series en la revista FOTOGRAMAS, donde escribe sobre todo tipo de estrenos de películas y series de Netflix, HBO Max y más. Su ídolo es Agnès Varda y le apasiona el cine de autor, pero también está al día de todas las noticias de Marvel, Disney, Star Wars y otras franquicias, y tiene debilidad por el anime japonés; un perfil polifacético que también ha demostrado en cabeceras como ESQUIRE y ELLE.

En sus siete años en FOTOGRAMAS ha conseguido hacerse un hueco como redactora y especialista SEO en la web, y también colabora y forma parte del cuadro crítico de la edición impresa. Ha tenido la oportunidad de entrevistar a estrellas de la talla de Ryan Gosling, Jake Gyllenhaal, Zendaya y Kristen Stewart (aunque la que más ilusión le hizo sigue siendo Jane Campion), cubrir grandes eventos como los Oscars y asistir a festivales como los de San Sebastián, Londres, Sevilla y Venecia (en el que ha ejercido de jurado FIPRESCI). Además, ha participado en campañas de contenidos patrocinados con el equipo de Hearst Magazines España, y tiene cierta experiencia en departamentos de comunicación y como programadora a través del Kingston International Film Festival de Londres.

Mireia es graduada en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y empezó su carrera como periodista cinematográfica en medios online como la revista Insertos y Cine Divergente, entre otros. En 2023 se publica su primer libro, 'Biblioteca Studio Ghibli: Nicky, la aprendiz de bruja' (Editorial Héroes de Papel), un ensayo en profundidad sobre la película de Hayao Miyazaki de 1989.