Si hay un actor que disfrutó como nadie la década de los ochenta ese fue Don Johnson. El actor estadounidense personificó la viva imagen del glamur convirtiéndose en un sex symbol a raíz de la fama adquirida con su papel del policía Sonny Crockett en la exitosa serie de televisión Corrupción en Miami (1984-1990).
Nacido el 15 de diciembre de 1949 en un pueblo de Misuri como Donnie Wayne Johnson, de pequeño soñaba con ser jugador de bolos profesional. Sin embargo, pronto se decantó por otra afición más peligrosa y se pasaba el tiempo robando coches junto a sus amigos. Fue detenido por la policía con solo 12 años, la misma edad con la que confesó que perdió la virginidad con una niñera de 17.
Don fue precoz en casi todo y su vida sentimental ha sido de lo más agitada. Con 16 primaveras mantuvo una intensa relación con una de sus profesoras y antes de los veinte ya había pasado por dos matrimonios que fueron anulados. Para ganarse unos cuantos dólares no dudó en posar desnudo para una revista gay y siempre se ha rumoreado que antes de probar suerte en el mundo de la interpretación aprovechó la generosidad de acaudalados homosexuales de avanzada edad.
Su primera incursión como actor fue en Fortune and men’s eyes, una obra de teatro dirigida e interpretada por Sal Mineo, el amigo de James Dean en la inolvidable Rebelde sin causa (1955). Johnson era un joven convicto en este drama carcelario que desató un gran escándalo en su momento al recrear una violación homosexual sobre el escenario. Y tras esta obra su nombre volvió a estar ligado a la polémica al protagonizar The Harrad experiment, un filme de alto contenido sexual basado en la novela de Robert H. Rimmer que reflejaba la revolución sexual de finales de los 60 y primeros 70.
En este filme coincidió con Tippi Hedren, actriz de Los pájaros, que solía llevar a su hija Melanie Griffith al set de rodaje. La chica se enamoró perdidamente de Don cuando lo conoció. Ella tenía 14 años y él 22. Johnson, juerguista incansable, arrastró a la adolescente al consumo de drogas y alcohol. Ambos solían acudir a todas las fiestas y se rodeaban de estrellas de Hollywood. La afición desmesurada por vivir la vida de forma desenfrenada acabó mermando las posibilidades de Don se hacerse un nombre en la industria del cine y pasó a engrosar pequeños papeles en serie televisivas tales como Kung Fu , Los patrulleros o Las calles de San Francisco.
En 1975 encabezó junto a Jason Robards el reparto de 2024: Apocalipsis nuclear, un drama de ciencia ficción en el que daba vida a un joven que junto a su perro telépata intentaban sobrevivir en un mundo casi destruido tras una nueva Guerra Mundial. Por su trabajo consiguió un premio Saturn como mejor actor.
Don Johnson junto al perro protagonista de '2024: Apocalipsis nuclear'
Don se casó con Melanie cuando ésta fue mayor de edad, pero se divorciaron seis meses más tarde. Reanudó su vida sentimental con otra intérprete, Patty D’Arvanville, con la que tuvo un hijo, Jesse, que también es actor.
Johnson continuó su carrera en la televisión durante el resto de los setenta formando parte de series y telefilmes como Con ocho basta, The american girls o La venganza de las mujeres de Stepford hasta que fue elegido para encarnar al atractivo detective James ‘Sonny’ Crockett en Corrupción en Miami durante cinco temporadas.
Ese papel de policía donjuán que residía en un velero y tenía como mascota un cocodrilo llamado Elvis le reportó una fama sin parangón con el que forjó un estilo basado en trajes claros de Armani sobre camisetas de color pastel. Su manera de vestir en la serie creó tendencia y su barba de dos días enloquecía a las mujeres. La serie, además, contaba con una banda sonora cuyo tema principal fue Crockett’s theme, compuesto por Jan Hammer. Su personaje le reportó un Globo de Oro al mejor actor de serie de TV dramática en 1986 y otra nominación en 1987, amén de convertirse en toda una superestrella.
Tras acabar la serie inició una carrera como cantante pop. Sacó dos discos en solitario: Heartbeat (1986) y Let it roll (1989) que funcionaron bastante bien. También cantó a dúo con Barbra Streisand, con la que tuvo un breve romance, el tema Till I loved you.
A finales de los ochenta se reencontró con Melanie Griffith y volvió a saltar la chispa del amor. Pasaron por el altar por segunda vez y fruto de esa unión fue su hija Dakota, la Anastasia Steel de la saga erótica 50 sombras de Grey. El matrimonio rodó juntos dos películas: Un lugar llamado paraíso (1991) y Nacida ayer (1993). Tras siete años juntos, volvieron a divorciarse de nuevo cuando Melanie le dejó por Antonio Banderas.
Don encontró en la producción otra vía en la que enfocar su carrera y gracias a su trabajo en la teleserie ‘Nash Bridges’ (1996-2001) se erigió como productor de éxito.
Don Johnson y Melanie Griffith se casaron dos veces
A finales de los 90 conoció a Kelly Phleger, una maestra de preescolar con la que se casó en 1999 y son padres de tres hijos: Grace, Jasper y Deacon. Desde que conoció a su actual esposa, el intérprete ha intentado hacer borrón y cuenta nueva dejando de lado sus malos hábitos para llevar una existencia más tranquila y familiar.
Como actor de cine, su carrera ha sido más bien discreta con títulos sin gran trascendencia como Los enredos de la vida (1988), un drama romántico al lado de Susan Sarandon; la policíaca Tiro mortal (1989) o Labios ardientes (1990), el tórrido thriller en el que seducía a Virginia Madsen y Jennifer Connelly.
Robert Rodríguez le fichó para un pequeño papel en la sanguinaria Machete (2010) y Tarantino lo recuperó para hacer del rico esclavista Big Daddy en Django desencadenado (2012). Pese a que el cineasta relanzó la carrera de John Travolta con Pulp Fiction, Johnson no logró llegar a tanto y ahora se conforma con aparecer como secundario en alguna producción cinematográfica.
Últimamente le hemos visto acompañando a Vince Vaughn en el drama carcelario Brawl in Cell Block 99 y tiene pendiente de estreno la comedia Book Club, donde comparte cartel con las veteranas Jane Fonda (su amor platónico de juventud), Candice Bergen y Diane Keaton en un papel donde explora su vena más romántica.
Amante de los animales, especialmente de los perros, mantiene una buena amistad con compañeros de profesión como Bruce Willis, Kevin Costner, Nick Nolte y Sylvester Stallone. Entre sus aficiones destacan el golf y el baloncesto y suele veranear en la Toscana. Fumador empedernido, un buen día decidió dejar radicalmente el vicio y pasarse a los cigarrillos electrónicos. No prueba el azúcar y las grasas están fuera de su dieta. A sus 68 años muy bien conservados ya no necesita comprarse coches de lujo para ser feliz y prefiere pasar el rato en familia.
Poseedor de una estrella con su nombre en el paseo de la fama de Hollywood, dice que se lleva bien con todas sus ex y le gusta utilizar con moderación las redes sociales. En Twitter tiene 26.000 seguidores y en su cuenta de Instagram, repleta de imágenes con sus amigos, mujer e hijos, acumula más de 150.000 fans.