Biografia de Dolores del Río

Dolores del Río

(Nombre art�stico de Dolores As�nsolo L�pez Negrete; Durango, 1906 - Los �ngeles, 1983) Actriz cinematogr�fica mexicana. Dolores del R�o fue la figura estelar por antonomasia de toda la producci�n cinematogr�fica mexicana, en la que no s�lo renov� los laureles que hab�a previamente conquistado en Hollywood, sino que los aument�, alcanzando cimas de dramatismo y profundidades de expresi�n insospechadas.


Dolores del Río

Su desahogada situaci�n familiar (su padre, director del Banco de Durango, se vio obligado a abandonar M�xico e instalarse en Estados Unidos durante la Revoluci�n) le permiti� recibir una esmerada educaci�n en diversos pa�ses europeos, y eso contribuy� no poco a la obtenci�n y florecimiento de aquella proverbial prestancia, aquella delicadeza y elegancia de las que har�a gala a lo largo de su dilatada carrera.

Hab�a nacido en Durango, en el estado hom�nimo, veros�milmente en 1906, aunque algunos autores, tal vez menos caballerosos, le atribuyen un a�o m�s de vida y fijan su nacimiento en 1905. En 1921, a la edad de quince a�os, se cas� con el escritor Jaime Mart�nez del R�o, un rico hacendado licenciado en leyes y dieciocho a�os mayor que ella, cuyo apellido adoptar�a m�s tarde como nombre art�stico.

Acostumbrada desde muy joven a frecuentar ambientes intelectuales, figura habitual en los acontecimientos y tertulias culturales, su belleza llam� la atenci�n del director estadounidense Edwin Carewe, que hab�a realizado una visita de cortes�a a la familia Del R�o acompa�ado por Adolfo Best Maugard, pintor de cierto renombre e �ntimo amigo de Dolores. Carewe, impresionado por la personalidad de la joven, la invit� a interpretar un peque�o papel en la pel�cula que estaba dirigiendo por aquellas fechas en Hollywood. Pese a que la iniciativa carec�a por completo de un planteamiento serio, pues la muchacha se lanz� a la aventura por simple curiosidad, casi como un capricho sin futuro alguno, a partir de aquella primera pel�cula comenz� a recibir ofertas de trabajo e incluso apremiantes solicitudes de intervenci�n en numerosos proyectos.

Aquel �xito inicial tuvo, sin embargo, unas consecuencias no siempre beneficiosas para su futura carrera. En efecto, sus peculiares rasgos f�sicos condicionaron desde aquella primera pel�cula los papeles que se le ofrecieron en Hollywood, interpretando siempre personajes muy concretos, excesivamente marcados por sus or�genes �tnicos y el exotismo de su belleza; fue, en Estados Unidos, la "mujer latina" por excelencia, un arquetipo de pasi�n y fuego alimentado por la fantas�a anglosajona.

Su fulgurante �xito la alent� a instalarse en Estados Unidos, y permaneci� all� durante el per�odo comprendido entre 1925 y 1942; durante aquellos a�os de trabajo casi ininterrumpido interpret� veintiocho pel�culas y se convirti� en una de las figuras se�eras de la �poca dorada de Hollywood y, por ende, en una personalidad halagada internacionalmente y perseguida por las revistas especializadas. Aquel �xito, como se ha insinuado, no tuvo siempre efectos ben�ficos para la carrera profesional de Dolores del R�o, que se vio a veces obligada a interpretar papeles de muy diversa entidad y de discutible enjundia dram�tica; en algunas ocasiones fue sólo la figura decorativa que se necesitaba para dar un toque de "color local" en ciertas producciones de finales de los a�os veinte.

Con la llegada del sonoro, Dolores del R�o se acomod� perfectamente a los cambios producidos en la industria del cine, algo que no pudieron conseguir todos los astros que hab�an destacado en el cine mudo; de hecho, la d�cada de los a�os treinta constituy� tal vez la �poca m�s brillante en la carrera de la actriz. De las pel�culas que interpret� en la era del cine mudo destacan sus sugerentes intervenciones en Joana (1925), What Price Glory? (El precio de la gloria, 1926) del m�tico Raoul Walsh, Resurrection (Resurrecci�n, 1927) y Ramona (1928). De su etapa correspondiente a los primeros a�os del cine sonoro, en la que alcanz� gran popularidad, cabe mencionar The Bad One (El malo, 1930).


Dolores del Río en Ave del paraíso (1932)

King Vidor la dirigi� en Ave del para�so (Bird of Paradise, 1932), una producci�n del siempre pol�mico David O. Selznick para la RKO. La pel�cula provoc� un alud de clamorosas (y gazmo�as) quejas por los atrevidos planos de la pareja protagonista, en los que, aparentemente al parecer, pod�an adivinarse las figuras desnudas de Dolores del R�o y del gal�n que compart�a con ella la pantalla, el famoso Joel McCrea. Tras esta cinta intervino en Flying Down to Rio (1933, estrenada en espa�ol como Volando hacia R�o de Janeiro), pel�cula en la que destacaron como pareja unos actores de tercera fila por aquel entonces, pero que estaban destinados a alcanzar el estrellato: se llamaban Ginger Rogers y Fred Astaire, y no tardaron en desbancar a quienes figuraban en los primeros lugares del reparto. Por otra parte, debe reservarse un lugar destacado en su producci�n cinematogr�fica a Madame Dubarry (1934), basada en la tormentosa vida de la amante de un Luis XV ya sexagenario en la Francia del siglo XVIII.

Ante la escasa repercusi�n de las pel�culas de la RKO, pas� a la �rbita de los estudios Warner, para los cuales trabaj� en numerosos musicales supervisados por Busby Berkeley, sin obtener el �xito que en un principio parec�a presagiar la magistral direcci�n del gran core�grafo del estudio. Tras realizar una incursi�n en el cine europeo con Acusada (Accused, 1936) y participar en Estambul (Journey into Fear, 1941), la frustrada tentativa de Orson Welles, decidi� regresar a M�xico y abandonar la Meca dorada del cine.

En 1942, ya en su tierra, Dolores del R�o trabaj� en diversos filmes dirigidos por Roberto Gavald�n, en los que continu� interpretando los personajes que la caracterizaron en la cinematograf�a internacional. Son de singular importancia sus actuaciones en pel�culas sobre la vida cotidiana del pueblo mexicano: la mujer primitiva bella pero temperamental, apasionada, triste y sincera, instintiva, pat�tica y, sobre todo, afligida.

Su arte y su oficio de int�rprete la hicieron capaz de identificarse con los m�s diversos personajes; ese oficio, adquirido sin duda en la mejor y m�s dura escuela, le permitieron expresarlos. Sus tablas y su experiencia la hicieron triunfar tambi�n en el doble papel de La otra (1946), asesina de s� misma, muy bien realizada por Roberto Gavald�n, admirable de fotograf�a y presentaci�n, donde s�lo la gran sugesti�n de la estrella y su magistral labor interpretativa hacen olvidar el tema falso y truculento, muy al gusto de las tragedias hollywoodienses de aquella �poca.


Con Pedro Armendáriz en María Candelaria (1943)

Fecha clave en la carrera de Dolores del R�o fue 1943, a�o en que protagoniz� dos filmes de Emilio Fern�ndez el Indio que habr�an de convertirse en cl�sicos del cine nacional: Flor silvestre y Mar�a Candelaria. En ellos logr� despojarse de la imagen de belleza ex�tica e imperturbable que le hab�a conferido la industria hollywoodiense para mostrar un estilo emotivo, temperamental e incluso tr�gico que la convirti� en uno de los grandes mitos cinematogr�ficos. Con los a�os, sus rasgos se afinan y estilizan; las caracter�sticas raciales se acent�an y el gesto se vuelve m�s intenso, sin perder en sobriedad, y la pasi�n se torna m�s desgarradora, aun cuando parezca m�s contenida.

Despu�s de su regreso a M�xico, Dolores del R�o colabor� en varias producciones estadounidenses, de las que resaltan las dos obras dirigidas por John Ford: The Fugitive (El fugitivo, 1947, rodada como coproducci�n sobre la novela de Graham Greene El poder y la gloria, y protagonizada por Henry Fonda) y Cheyenne Autumn (El gran combate, 1964). Recibi� el premio Ariel a la mejor actuaci�n femenina en tres ocasiones: en 1946, por Las abandonadas; en 1952, por Do�a Perfecta, y, en 1954, por El ni�o y la niebla. En 1967, la Organizaci�n de Estados Americanos (OEA) le rindió un homenaje.


En El fugitivo (1947)

Durante las d�cadas de los a�os cincuenta y sesenta hizo tambi�n teatro y televisi�n, tanto en M�xico como en Argentina y Estados Unidos. Entre otras, Dolores del R�o apareci� en Bugambilia (1944), La selva de fuego (1945), La malquerida (1949), versi�n f�lmica de la famosa obra teatral de Jacinto Benavente, Ad�nde van nuestros hijos (1956), La Cucaracha (1958), El pecado de una madre (1960), Los amores de Carmen, Ninguna otra mujer, La senda del 98, Venganza o La Virgen del Amazonas, sugerente t�tulo que llen� incontables sue�os adolescentes con el brillo prometedor pero ambiguo de los ojos de Dolores, que, en Por unos ojos negros, se convirtieron en una canci�n que lleg� a los m�s alejados rincones del mundo.

Lamer spy, International Settlement, La sirena del puerto, The Man from Dakota, uno de los mejores westerns de su �poca norteamericana, Historia de una mala mujer, en la que la actriz da libre curso a su talento interpretativo encarnando uno de los arquetipos femeninos que contribuyeron a forjar su leyenda, y La dama del alba, adaptaci�n de la obra hom�nima de Alejandro Casona, constituyen un selecto ramillete de �xitos de su abundante filmograf�a. En sus �ltimos a�os, Dolores del R�o particip� en la obra de Don Siegel Estrella de fuego (Flamming Star, 1960), una pel�cula de la Fox para el lucimiento de Elvis Presley, y en Siempre hay una mujer (C'era una volta, 1966), de Francesco Rossi.

Junto a ello debe destacarse su continuada participaci�n en diversos montajes teatrales -como Father Hidalgo, El abanico de Lady Windermere, Querido embustero, La reina y los rebeldes y La dama de las camelias, entre otras- y en varios programas y series de televisi�n. Dolores del R�o hab�a abandonado la ex�tica imagen de sus primeros trabajos hollywoodienses, pasando por turbulentos y apasionados romances, seguidos de tr�gicas maternidades, y recreando un continuo melodrama que dej� de ser tal cuando, el 12 de abril de 1983, mor�a en La Jolla (Los �ngeles), tras sufrir una penosa y larga hepatitis cr�nica.

C�mo citar este art�culo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en [fecha de acceso: ].