La doctora Foster y la soledad del sufrimiento

Gemma (Suranne Jones) es una doctora de cabecera, casada con Simon (Bertie Carvel) y madre de Tom (Tom Taylor) que dirige una consulta en un pueblo inglés y vive en una bonita casa en la que probablemente ella siente que todo va bien. Pero parece que el guión de vidas perfectas no interesa. Porque ni nuestros trabajos, estudios y relaciones están libres de conflictos. Las apariencias engañan y este drama psicológico no iba a ser menos.

A los pocos minutos de comenzar el primer capí­tulo Gemma encuentra un pelo rubio en la bufanda de su marido y se desata toda la trama cargada de sospechas de la infidelidad de su marido que llevará a Gemma a potenciar su fuerte carácter y a descubrir situaciones que cambiarán su vida para siempre.

La Doctora Foster descubre todo lo que sucede mientras experimenta una decepción tras otra. Como la vida misma... En esta triste descubrimiento comete errores como cualquiera de nosotros que en medio de situaciones insostenibles nos llegamos a dejar llevar por los impulsos. Gemma además tiene la oportunidad de devolver tanto dolor y sufrimiento, pero pagando un precio altí­simo.

Aunque las personas nos importen, nadie quiere problemas.

Conforme pasan los primeros capí­tulos te das cuenta de algo que, aunque habitual, deberí­a ser diferente: es posible vivir rodeado de personas y estar completamente sólo ante el sufrimiento.

Y es que, sin profundizar en el argumento por si tienes interés en ver La Doctora Foster, esta situación de soledad ante el sufrimiento nos muestra la realidad que vivimos hoy en dí­a. Podemos estar superconectados a personas alrededor del mundo hablando de cosas que apenas nos tocan de cerca. Pero al mismo tiempo nos da la impresión de que nos estamos metiendo demasiado en la vida de los demás cuando tenemos la oportunidad de ayudarles advirtiendoles de algo que podrí­a transformar completamente su situación personal y familiar.

Algo falla, porque en realidad es incómodo. Y nos preguntamos ¿quiénes somos nosotros para involucrarnos en los problemas de los demás? Aparentemente es mucho más sencillo seguir adelante, cada uno en lo suyo y cuando sucede algo que inconscientemente nos esperábamos pensamos ′yo sabí­a que esto le sucederí­a a tal persona′.

Esto podemos pensarlo de personas que apenas tenemos relación pero ¿en qué se basan nuestras relaciones sentimentales y amistades cuando vemos venir una desgracia y seguimos callados hasta que se descubre? Es cierto que hay que ser prudente pero ¿hacemos lo que podemos por los demás cuando se enfrentan a situaciones lí­mite? ¿Nos involucramos?

Alguien se involucra hasta las últimas consecuencias

Puede que hayas llegado hasta aquí­ con la idea de que bueno, hay que ver cada cosa con perspectiva y depende, porque no nos podemos involucrar en según qué cosa. Y es cierto, a veces nosotros no podemos involucrarnos tanto como deberí­amos o nos gustarí­a.

Pero quiero contarte que hay alguien que no soportó más una relación rota y se involucró hasta las últimas consecuencias. Se trata de Dios.

él creó el mundo, todo lo que ves a tu alrededor. Y sí­, también creó al ser humano. Dios le advirtió, le ordenó algo que no podí­a hacer. Sin embargo el ser humano desobedeció y se generó un conflicto que dura hasta hoy.

Pero en un momento de la historia Dios consideró que ya era suficiente. él no quiso soportarlo más tiempo y sabí­a que la única manera de resolverlo era mediante el sacrificio, que alguien completamente justo muriese en lugar de todos. Así­ que envió a su propio hijo, a Jesús para entregar su vida en lugar de fulminar a toda la humanidad y resucitar al tercer dí­a.

Este conflicto sólo podí­a resolverlo él y se involucró porque le importas.

Finalmente quiero decirte que pienses en lo que Jesús hizo por ti y consideres el amor que siente alguien que se involucra tanto por ti que entrega su vida para reconciliarse contigo.