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¿Qué es la diplomacia?

La diplomacia consiste en fomentar las relaciones entre los Estados y otros actores internacionales mediante la negociación y el diálogo. En el último siglo se ha ampliado y especializado gracias a la globalización y las nuevas tecnologías
¿Qué es la diplomacia?
Fuente: Mohamed Hassan (Pxhere)

La diplomacia es una profesión que consiste en fomentar las relaciones entre los Estados y otros actores internacionales, como las organizaciones internacionales, las ONG o las multinacionales, a través de la negociación y el diálogo. Su propósito es influir en las decisiones de otros actores según los intereses propios, de forma que sustituye al uso de la fuerza para resolver las controversias de forma pacífica. No obstante, puede adoptar un carácter coercitivo con amenazas o medidas punitivas, como las sanciones económicas. Por tanto, es uno de los instrumentos principales de la política exterior.

De la Antigüedad a la Convención de Viena

La actividad diplomática existe desde la Edad Antigua, en Grecia, Roma o India, pero sus formas se han adaptado a los cambios de la historia. A partir del siglo XV perdió su carácter ambulante al instaurar misiones permanentes en otros países. Siguiendo el sistema renacentista italiano, cada Estado enviaba a sus embajadores, autorizados para negociar en su nombre. Con la consolidación del Estado moderno tras la Paz de Westfalia en 1648, la diplomacia se generalizó como un pilar de la política estatal, que recaía sobre un cuerpo de funcionarios especializados que representaban al monarca.

El fin del absolutismo a partir de finales del siglo XVIII le dio lugar a los Gobiernos y ministerios de Asuntos Exteriores, de forma que los diplomáticos pasaron a representar a los Estados. Tras la caída de Napoleón, en el Congreso de Viena de 1815 se establecieron las normas y principios que sentaron las bases del derecho diplomático de los siglos XIX y XX. La Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas de 1961 reguló las relaciones diplomáticas, la inmunidad y las funciones del personal diplomático: representar al Estado, proteger sus intereses y el de sus nacionales, informar sobre el Estado receptor, negociar con su Gobierno y fomentar las relaciones económicas, culturales y científicas.

Tecnología, Guerra Fría y cumbres: la diplomacia en el último siglo

Durante el siglo XX, las prácticas diplomáticas evolucionaron en un mundo caracterizado por las nuevas tecnologías. Para acabar con la desconfianza que llevó a las guerras mundiales, la diplomacia se concibió abierta y pública, aunque siguió marcada por la discreción. Además, el auge de la radio o la televisión involucraron a la opinión pública en la política exterior y la ciudadanía empezó a ejercer su control mediante referéndums.

Otros medios, como la telefonía o el télex, permitieron las comunicaciones a distancia. Por ejemplo, en la Guerra Fría destacó el “teléfono rojo”, una línea directa por escrito entre Estados Unidos y la URSS. Así, los Gobiernos podían ejecutar una diplomacia bilateral sin enviar representantes. Aunque primaron las misiones diplomáticas estables, como las embajadas, la mejora del transporte con el ferrocarril y el avión reavivó el carácter ambulante y temporal de la diplomacia ad hoc, como las misiones especiales.

Estas facilidades, el aumento del número de Estados y de organizaciones intergubernamentales, y la aparición de nuevos temas como el desarme nuclear, el cambio climático o las ayudas económicas, han extendido la diplomacia en cumbres. Estas han sido de todo tipo, desde la Conferencia de Teherán para el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta las conferencias anuales sobre el cambio climático. La dinámica multilateral de la ONU ha beneficiado este tipo de diplomacia, donde los intereses de los Estados son representados por altos cargos y especialistas en la materia. Asimismo, permite participar a otros actores internacionales que tienen cada vez más influencia, como las empresas multinacionales o las ONG.

Los nuevos cauces de la diplomacia

La globalización, la interdependencia entre actores y el desarrollo tecnológico también han traído nuevas vías de comunicación e influencia para la diplomacia. Una herramienta fundamental de política exterior en las últimas décadas ha sido la diplomacia cultural, que pretende promover la cultura de un país a través del turismo, los festivales, el cine o los institutos, como el Cervantes en el caso de España.

También son importantes la diplomacia científica y tecnológica, ya que la innovación influye en todos los ámbitos sociales y fortalece la imagen exterior de un país. Por su parte, la diplomacia económica promueve el crecimiento de la economía nacional, mientras que las sanciones y las restricciones comerciales funcionan como medidas de disuasión. La diplomacia digital, por último, gana cada vez más relevancia gracias al alcance de las redes sociales y de las plataformas digitales para los encuentros online.

Cristina Bermejo

Aranda de Duero, 1999. Graduada en Sociología, Relaciones Internacionales, y Experta en Desarrollo. Interesada en conflictos sociales, derechos humanos y migraciones, así como en temas de género y cultura.