¿Te atreverías a decir las palabras que dijo de Moisés?

No me lleves a ningún lado si tú no vas conmigo, le decía Moisés a Dios cuando saldrían de Egipto, y ciertamente es importante que sea Dios quien vaya con nosotros, pero ¿qué tan necesario es?

¿Te atreverías a decir las palabras que dijo de Moisés?
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«Y Moisés respondió: Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí» – Éxodo 33:15

Siempre pedimos que Dios sea quien nos acompañe y nos dirija en lo que se nos encomiende hacer, ya sea llevar su evangelio o cumplir uno de los propósitos que se han diseñado sólo para nosotros, pero nada puede funcionar sino Dios no está allí.

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El trabajo que hacemos, sea cual sea nuestra área de servicio para Dios, debe estar acompañado de su presencia para que lo que hagamos sea una acción totalmente genuina y transparente donde Él pueda reflejarse en toda su majestad.

¿Pero qué tan importante es que la presencia de Dios te acompañe?

La presencia de Dios nos ayuda a ver y realizar las cosas desde una perspectiva que el mundo no ve, esta nos hace cada día ser mejores y llenarnos de fuerza sabiendo que Él está con nosotros.

Es tanta la certeza y seguridad que nuestro espíritu puede sentir cuando la presencia de Dios es quien nos lleva a lugares y niveles nuevos donde se nos prueba no según nuestras capacidades sino según nuestra debilidad y capacidad de confiar en Dios en todo.

¿De que nos sirve ir a realizar distintas tareas pero sin que Dios participe de ellas?

Cuando la presencia de Dios está contigo no hay manera de que tu hagas para Él no sea expresado con todo tu corazón y alma; por ejemplo, la predicación al perdido, el rescate de las almas, es la presencia quien te da el impulso de ir en busca de esos que Dios está buscando aún cuando no lo buscan a Él.

Si nos olvidamos de Dios y de lo que es capaz de hacer en nuestras vidas, simplemente todo será vacío, no se hallará consistencia ni gracia que pueda conmover a quienes vaya dirigido lo que haces, porque no es en Él en quien basamos nuestro trabajo.

Por eso, Moisés le decía a Dios que no quería ir a ningún lado sin Él, pues este profeta sabiendo sus capacidades era tan dependiente de su presencia y de lo que podía hacer con él, que era mejor no moverse de su lugar antes de que pudiera dar un paso en falso y perderse por completo.

Sin su presencia no podemos dar un paso y Moisés fue testigo de eso, andando en medio de ciudades impías y otros peligros, no importaba el conocimiento y la inteligencia que tuviera, si Dios no estaba con él no iría a ningún lado.

Y es que si nos ponemos a analizar, nada podemos hacer sin Dios, nada de lo que nos propongamos hacer por nuestras propias fuerzas resultará sino es el Padre quien va delante.

«Porque separados de mí nada podéis hacer» – Juan 15:5

Nuestra necesidad es la presencia de Dios

Es importante y necesario que estemos aferrados a la presencia de Dios para no ser arrastrados a las corrientes de este mundo en el transitar que tenemos por este mundo; la presencia de Dios es nuestro escudo ante lo que quiera apartarnos de él.

En cada área, nuestro trabajo, en los estudios, en la familia, EN TODO, Dios tiene que ir primero, porque sin Él no somos nada, entrar a lo profundo de su presencia y sumergirnos en el gozo que nos garantiza su hermosa presencia.

La presencia que nos limpia de pecados, que nos lleva a otros niveles, que nos hace madurar, que nos consuela, que nos hace vivir confiados en Cristo debe ser la necesidad  primordial de un cristiano.

«¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra» – Salmos 73:25

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