Didier Deschamps: “No hay nada que esté por encima de un Mundial”
A pocas semanas de Catar 2022, la FIFA ha hablado con el seleccionador de Francia, Didier Deschamps. El técnico campeón del mundo de 2018 está decidido a revalidar el título.
Didier Deschamps revela su orgullo por compartir un récord con leyendas del fútbol
Resta importancia a los recientes problemas de Francia y habla de sus esperanzas en Qatar 2022
Deschamps habla de Karim Benzema y Kylian Mbappe
¿Presión? Didier Deschamps sabe lo que es estar empapado de ella.
Fue reprendido por los fracasos de Francia en la clasificación para Italia 90 y Estados Unidos 94, ridiculizado como "aguador" por Eric Cantona. Para calentar el agua, Deschamps fue puesto al frente de una brigada Bleu condenada al fracaso, y fue nombrado capitán para la Copa Mundial de la FIFA™ de 1998. Francia se encontraba en el puesto 18 de la Clasificación Mundial FIFA/Coca-Cola, y los sondeos de opinión la situaban en camino de superar el peor momento de su historia: la derrota por 2-1 ante Bulgaria en País en 1993. Sin embargo, en esa misma ciudad, gracias a la pericia de su número 7, los chicos de Aimé Jacquet alcanzaron su cénit.
Deschamps pronto cambió las botas por los trajes. Rápidamente descubrió que ser un jugador campeón del mundo no le eximía de las restricciones en los controles de los entrenadores. El equipo de Francia estuvo cuatro partidos sin marcar un gol, y un empate a cero con Georgia acabó con las esperanzas de clasificación automática para Brasil 2014. El clamor por su cabeza pasó de ser una tormenta a un tsunami cuando los franceses perdieron por 2-0 ante Ucrania en el partido de ida de la repesca por un puesto en el torneo.
Pero el chico de Bayona se autoproclamó "superviviente". Deschamps fue el artífice de la remontada francesa que los llevó a Sudamérica, y luego los guió hasta los cuartos de final de esa competición, la final de la Eurocopa 2016 y una segunda corona mundial en Rusia 2018.
Así que si crees que una victoria en sus últimos seis partidos, incluyendo las derrotas en casa ante Dinamarca y Croacia, le molesta, piénsalo de nuevo. Aunque Deschamps admite ante la FIFA que conquistar Qatar será un "reto enorme", insiste en que Francia puede hacerlo. En esta amplia entrevista, también revela su orgullo por compartir distinción con Mario Zagallo y Franz Beckenbauer, y elogia a Karim Benzema y Kylian Mbappe.
Didier Deschamps: Es difícil describir el ambiente, la euforia y la locura de aquellos momentos. Que aquel Mundial se organizara en Francia acentuó todas las emociones, lógicamente. Fue nuestro primer título mundial, y tuvimos la sensación de que todos los franceses y francesas se convirtieron en campeones del mundo con nosotros. Fueron unos días maravillosos, en los que se compartieron emociones y un gran orgullo.
Claro, mi etapa inicial de jugador me ha resultado útil para ejercer de entrenador de clubes o de seleccionador en los últimos diez años. Siempre me he alimentado de todo lo que viví como jugador. Haber sentido, visto o experimentado situaciones que pueden ser similares a las que están viviendo ahora mis jugadores es importante para poder mantener con ellos un diálogo. Y cuando ganamos, todo se parece también, sigue habiendo esa misma unión. Compartí con ellos esa felicidad en 2018.
Somos los actuales campeones del mundo. Cuando uno está en la cima, mejorar es difícil. Las demás naciones también se esfuerzan y progresan. Hay periodos que no son tan buenos, pero la selección francesa sigue siendo muy competitiva. Y está entre las mejores de Europa y del mundo. Antes de un gran torneo siempre hay siete u ocho equipos que tienen opciones de aspirar al título de campeón del mundo.
Sin ánimo de menospreciar a nadie, siempre se perfilan los “clásicos”: están los dos países sudamericanos, Brasil y Argentina, y cinco o seis naciones europeas, como Inglaterra, España, Bélgica, Alemania o Croacia... Son equipos que ya tienen una trayectoria y experiencia, y en los últimos torneos demostraron ser muy competitivos.
En cuanto a Dinamarca, sabemos que nos lo va a poner difícil. Es un equipo sensacional, sin duda subestimado, del que no se habla mucho pero que tiene calidad individual y fuerza colectiva, no hay más que ver su última Eurocopa y su clasificación mundial. Sobre el papel, es sin duda el rival más peligroso, aunque no quiero subestimar tampoco a Australia, que consiguió eliminar a Perú en la repesca. A Túnez lo conocemos un poco mejor, porque tiene mucha gente que juega en Francia. Sabemos que todos los partidos van a ser difíciles. Es la competición más dura y tendremos que ser más fuertes que los demás.
Es uno de esos jugadores que rompen moldes, de los que surgen de vez en cuando. Por suerte para nosotros, da la casualidad de que es francés. Fue uno de los artífices del título en Rusia, y conociéndolo, con su espíritu competitivo, es evidente que quiere ser un jugador importante en este Mundial de Catar. Estadísticamente, ha sido capaz de hacer cosas extraordinarias desde muy joven. Y más allá de sus cualidades futbolísticas, que todo el mundo reconoce, en el plano humano es una persona muy equilibrada y bien estructurada. Todavía le quedan muchos grandes años por delante.
Karim forma parte de la flor y nata de los delanteros del mundo, tiene una eficacia formidable. También es muy importante en la construcción del juego, porque participa muchísimo en las fases ofensivas, mejor aún para nosotros. Para él, por la edad que ya tiene, este Mundial será una cita muy importante. Es probable que este sea el último suyo, aunque no hay nada imposible. Fuera del campo, es una persona muy afable, que comparte su inmensa experiencia y trayectoria con los más jóvenes, sin pretender ocupar mucho espacio ni ser un líder. Es sobre todo un líder técnico dentro de la cancha.
¿Mi filosofía? No me gusta mucho la palabra filosofía en el fútbol. En mi opinión, es un término más propio de otros ámbitos que del deporte. Yo siempre aspiro a lo mismo: a tener un equipo que plantee las mayores dificultades posibles al rival. Todos los sistemas son buenos, yo no tengo uno bien definido. Todo depende de los jugadores que haya y de cómo se organicen. La organización es lo más importante. No es de mi estilo cambiar el sistema en cada partido en función del rival. Mi objetivo, más allá del sistema, es poner al conjunto de mis hombres en sus mejores posiciones. No siempre ocurre en el 100 % de los casos, pero intento hacerlo para la gran mayoría, para tener el mejor equilibrio posible.
La de ser un privilegiado. Me gustaría añadir a Mário Zagallo, que también ganó el Mundial como jugador y entrenador, aunque no fuera el capitán de Brasil. Ser solo tres en todo el mundo para mí es un motivo de orgullo, por poco que sea. Cuando uno es jugador, es protagonista y lo vive plenamente. Después, en esta segunda etapa, de seleccionador, viví la victoria sobre todo a través de mis jugadores. Con Franz y Zagallo, estoy bastante bien acompañado, no está mal, hay diferencias de edad pero me vale tener eso en común con ellos (sonríe).
Sería fabuloso. Pero no voy a ponerme a soñar con eso ahora mismo. Voy a hacer todo lo posible, junto con todo mi cuerpo técnico, para afrontar este inmenso reto que nos espera. Aquí estamos hablando de una época en la que yo no había nacido. Las estadísticas, en los últimos años, nos dicen que para los campeones del mundo el siguiente torneo es bastante complicado. Pero también es cierto que las estadísticas están para contradecirlas. No hay nada que esté por encima de un Mundial. Ganarlo es bastante difícil. Y revalidarlo más aún, pero nuestra ambición es seguir estando ahí arriba.
Hay dos momentos indisociables: 1998 y 2018. Aunque en 2014 hicimos cosas positivas, en 1998 y en 2018 ganamos el título. Conseguimos dos veces poner al fútbol francés y a Francia en lo más alto durante cuatro años. Insisto, no hay nada que esté por encima de un Mundial. Se puede ganar cualquier competición con un club, pero el Mundial sigue estando por encima. Es un acontecimiento planetario.
Lo llevo muy bien, me siento realizado. Es poco habitual pasar diez años al frente de la selección francesa. Cada día es un honor y un orgullo para mí ser entrenador de los bleus. Tengo un vínculo muy fuerte con esta camiseta. En el plano profesional, es lo mejor que me ha pasado: en mi primera etapa, como jugador, la vestí durante algo más de diez años, y ahora llevo otros diez de seleccionador. Es un gran orgullo y un deber, por lo que representa para el pueblo francés, y también para las jóvenes generaciones. Nos observan mucho, nos escuchan mucho, tenemos un apoyo popular muy importante. Este vínculo es fundamental para mí. Esta camiseta es de todo el mundo, de todos los franceses y francesas.