River, a 10 años del descenso: Daniel Passarella, el ídolo que no pudo volver a pisar el club
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      River, a 10 años del descenso: Daniel Passarella, el ídolo que no pudo volver a pisar el club

      El Kaiser era el presidente de la institución de Núñez al momento del descenso. Las malas decisiones económicas y deportivas, más un enfrentamiento con Julio Grondona, condenaron al equipo. River, a 10 años del descenso: la invasión de "Sub-Zero" y todos los secretos del partido en Córdoba

      Daniel Passarella vive un difícil momento de salud

      River, a 10 años del descenso: Daniel Passarella, el ídolo que no pudo volver a pisar el clubLa mirada perdida de Daniel Passarella. (Juan Manuel Foglia)

      Si fuera posible viajar a través del tiempo como propone Dark, la serie alemana que abre la puerta del pasado, cualquier ser terrenal optaría por enmendar sus mayores errores. Daniel Alberto Passarella, en cambio, no mostró arrepentimientos dos días después del descenso, cuando Clarín lo entrevistó en la oficina de su abogado, curiosamente sobre la calle Aguilar, otro apellido que es poco grato para los hinchas.

      Entonces, dejó una frase que sorprendió a quienes estábamos enfrascados en el mano a mano. Hubo un cruce de miradas con el compañero, incrédulos, ante semejante afirmación: River va a tener más rating en la B que el resto de los grandes en la A; en el fútbol nos fue mal, pero el campeonato económico lo ganamos por goleada”.

      El Kaiser tomaba café. Lucía una camisa blanca matizada con cuadros azules y un cárdigan a tono. Gesticulaba, mientras Alejandro Sabella, ex ayudante de campo y compadre, pasaba a saludar. En otra dependencia del estudio ubicado en el barrio de Belgrano, esperaba Matías Almeyda, el líder de aquel equipo recién retirado que se haría cargo del Titanic de banda roja.

      CLAIMA20161101_0070   Passarella cree que Argentina se clasificará al Mundial sin mayores sobresaltos. Foto: archivo.CLAIMA20161101_0070 Passarella cree que Argentina se clasificará al Mundial sin mayores sobresaltos. Foto: archivo.

      Passarella disparaba contra Julio Grondona, el histórico jefe de Viamonte, quien hizo caso omiso al llamado de Cristina Fernández de Kirchner, previo al partido de ida con Belgrano, quien le había pedido por River para evitar “el descontento popular”. “La AFA quiso que nos vayamos al descenso”, bramaba. Y la sensación que dejaba, mientras deslindaba responsabilidades y empezaba a imaginar el derrotero en el Nacional, era la de un hombre que no se había dado cuenta de la catástrofe deportiva que había comandado.

      “Puede ser que me haya confiado y me equivoqué. La verdad, no pensé que nos íbamos a ir a la B. Será porque siempre apuesto a ganador”, fue el único sesgo de autocrítica que se escuchó durante la hora de charla. Sin embargo, fue el propio Passarella el que contrató a Juan José López y apenas reforzó el equipo con Fabián Bordagaray. “Prefiero que me digan que soy un soberbio. Lo que no van a poder decir es que soy un presidente chorro”, sostenía enfático. Estaba ante el principio del fin de su estatus de ídolo.

      Porque aquel Passarella que se defendía de las críticas que arreciaban por el descenso ya no era para los ojos de los hinchas el Gran Capitán. Tampoco, el pibe de Chacabuco que nació el mismo día que el 52° aniversario de River. El que formó parte del inolvidable equipo de 1975, el torneo que cortó la racha negra de 18 temporadas sin éxitos, el primero de sus siete títulos con el club millonario. El que alzó la copa dorada con la camiseta de la Selección y le dio brillo a la Argentina de los años más oscuros. El que volvió de Europa (jugó en Fiorentina e Inter) y se retiró al borde de los 100 goles en el Monumental.

      Aguilar y Passarella en una foto de 2006. (Archivo Clarín)Aguilar y Passarella en una foto de 2006. (Archivo Clarín)

      Juan Bava le impidió llegar a su centenaria conquista. El árbitro no sólo le anuló el tiro libre que le hubiera dado un número redondo a su carrera; además, lo expulsó. Fue en el último Superclásico del Kaiser. Años más tarde, Bava confesaría ser simpatizante de Boca.

      Casi sin respiro, Daniel Alberto colgó los botines que lo habían impulsado a corporizarse uno de los mejores marcadores centrales del país y se calzó el traje de técnico y continuó con impronta ganadora: 1989/90, 1991 y 1993. Se enfrentó con la barra durante una pretemporada en Mar Chiquita, cuando lo agredieron con un cuchillo. Fue entrenador de la Selección Argentina que disputó el Mundial de Francia ’98. Polémico, cuestionó el corte de cabello de los jugadores. Volvió en 2006 a Udaondo y Figueroa Alcorta, ya sin poder abrazarse a un campeonato. Y se jugó una ficha en las elecciones tres años después.

      Por media docena de votos ganó Passarella. Se impuso ante Rodolfo D’Onofrio, a quien le ofrecieron quemar las urnas aquel 6 de diciembre. El dirigente no aceptó. No imaginaba nada de lo que sucedería después. Ni la fatídica Promoción ni el baño de gloria que llegaría desde su asunción en 2013, primero con Ramón Díaz, después con Marcelo Gallardo. Entonces, el Kaiser ya había decidido alejarse de la escena política.

      Passarella era hincha de Boca. Nunca lo ocultó. Pero fue un emblema de River. Y siempre mostró una gran personalidad. César Luis Menotti solía decir que aquel notable zaguero no necesitaba “gritar ni pelearse con los rivales para imponer ciertas condiciones”. Y aseguraba: “No sobre-actuaba su liderazgo. Jugaba como si cada partido fuera la final del mundo”.

      El mes pasado, reapareció en los medios a través de una entrevista que le brindó al diario La Tercera de Chile. Aseguró que volvería a dirigir si le ofrecen un proyecto serio. Difícilmente pueda regresar a River, donde cuatro años en el despacho presidencial pesaron mucho más que aquellos tiempos dorados como futbolista. El descenso lo marcó a fuego. Como la muerte de su hijo Sebastián en 1995. “Fue el segundo dolor más grande de mi vida”, dijo de aquel duelo con Belgrano en la Promoción.

      Hoy, River está en Primera y volvió a su lugar preponderante del fútbol argentino. Por más que esa mancha lo acompañe de por vida. Passarella, en cambio, no podrá despegarse de aquel junio fatídico de 2011. Muy a pesar, claro, de los laureles que supo conseguir en pantalones cortos.


      Sobre la firma

      Daniel Avellaneda
      Daniel Avellaneda

      davellaneda@clarin.com