Daniel Craig juró y perjuró que no volvería a interpretar al mítico 007, que prefería “cortarse las venas” antes que hacerlo. Sin embargo, 19 millones de euros después, cambió de opinión. Sin tiempo para morir -la que, asegura, es la última y quinta entrega del agente secreto con Craig bajo su piel- se estrena el próximo 30 de septiembre, en un momento en que el actor inglés se ha convertido –gracias a Bond– en uno de los mejor pagados del mundo.
Su contrato con Netflix por las dos secuelas de Puñales por la espalda (Knives Out) ha sido otro de sus más recientes goles, y ambas le reportarán 80 millones de euros, que han ido directos a sus abultadas arcas.
Algunos se preguntan quién será el próximo James Bond después de Craig. Toda una incógnita después de que el británico haya querido dejar el listón muy alto. Y eso que nadie daba un euro por él al principio: lo veían muy bajito (1,76 cm) para interpretar a Bond.
Al agente secreto 007 le debe mucho, no solo el hecho de que sea conocido en cualquier rincón del planeta, sino también el haberle convertido en millonario en pocos años, ya que, como ha contado el actor en algunas ocasiones, su situación financiera en los comienzos eran de auténtica guerrilla, durmiendo en ocasiones, por falta de recursos, en los parques de Londres.
Nacido en Cheshire, Inglaterra, fue su madre, profesora de arte y enamorada del teatro, la que le inyectó el veneno de la interpretación. Y su padre, un exmarino, dueño de varios pubs –que terminaría divorciándose de ella– le dejó, entre otros legados, el recuerdo de sus abuelos, veteranos de la Segunda Guerra Mundial.
Hoy Craig, a sus 53 años, sigue cuidando su formación física como si de un diamante se tratara. De hecho, siempre ha sido deportista antes que actor: formó parte del equipo de rugby local de Liverpool y sigue a sus equipos favoritos de rugby con pasión. Junto a su mujer, la también actriz Rachel Weisz, amasan una fortuna que, se estima, ronda los 135 millones de euros. Vemos en qué gasta su dinero.
En qué se gasta Daniel Craig su fortuna como agente secreto
En lo que al mantenimiento físico y mental se refiere, Craig tira la casa por la ventana y más con la preparación de esta última película. Ya sean rodajes o promociones de películas, Craig viaja con todo su equipo de preparadores. Desde un chef personal, que cuida de su alimentación hasta un fisioterapeuta –ya amigo de la familia– y dos entrenadores personales que trabajan con él desde siempre –Simon Waterson es su mano derecha–.
¿Su rutina? Lunes todo el cuerpo. Martes, pecho y espalda. Miércoles solo las piernas. Jueves, hombros y brazos. Viernes, de nuevo cuerpo completo. Y fines de semana, estiramientos, carreras y natación. Y no. No se salta ni un solo día.
“El verdadero desafío es simplemente acostumbrarse a la rutina. El día empieza en el gimnasio. Un día tras otro. Al principio es un poco doloroso, pero se vuelve más fácil paulatinamente. A medida que envejezco, necesito más tiempo para estar en forma, para ser James Bond. Pero, para ser honesto, se trata de centrarse en el entrenamiento y trabajar”, explica.
Además, señala que “mantenerse lo más ágil y flexible posible es la clave, por lo que al final no se trata tanto de levantar pesas en el gimnasio”. Y concluye: “No hace falta decir que el ejercicio regular es bueno, aunque diría que la salud mental es incluso más importante que la salud física”.
Ni él ni su mujer tienen redes sociales (ni las necesitan). Tampoco cientos de propiedades, pero sí algunas, en lugares estratégicos: Londres y Nueva York, donde el matrimonio hace la mayor parte de su vida.
La residencia oficial es la mansión de 4,7 millones de euros en el barrio de Primrose Hill, cerca de Regent Park. Una colina desde donde se divisa el skyline de parte de la City al norte de Londres, y a un tiro de piedra de Candem Town. Hace unos años sus adinerados vecinos se quejaban amargamente del platanero gigante del jardín de los Craig, porque al parecer sus ramas representaban un peligro para los vecinos del barrio.
Por otra de sus casas, la de Brooklyn, pagaron 5,7 millones de euros. Entrando a este edificio centenario, de ladrillo rojizo, se ha visto a numerosas estrellas de Hollywood, amigos de la pareja que vienen a pasar largas veladas con los Craig. En su interior encontramos techos artesonados, chimeneas, suelos de madera y vistas espectaculares de la ciudad.
Algunos años atrás, Daniel Craig y su pareja habían compartido un ático de 9,36 millones de euros en el Soho, hasta que lo vendieron a una inmobiliaria de Tribeca.
Está claro que Daniel Craig no ha tenido nunca una buena relación con la fama y la fortuna. Es reservado hasta límites insospechables –de hecho, hasta el nombre de su última hija sigue siendo un secreto–, una actitud que él entiende como escudo de protección.
“Hubo un tiempo que me confundió mucho la fama y fortuna. Por decirlo educadamente, son aterradoras. Mi pasado no es de mucho dinero. Y no hay muchas personas a quienes pueda pedirle consejos sobre cómo lidiar con esto”, explicaba.
Hasta tal punto le confunde este hecho que, en una de sus pocas “confesiones” a la prensa, explicó que “cuando crezcan sus hijas”, la primera con la actriz escocesa Fiona Loudon y la segunda con Raquel Weisz, “ninguna de ellas podrá contar con la fortuna para sus planes de futuro”.
Gracias a las películas en las que ha participado Craig, ha conseguido convertirse en uno de los actores mejor vestidos de la actualidad –otro de los regalos que le ha hecho el Agente 007– Es famoso por acudir impecable a cualquier evento: traje, chaqueta, chalecos...
En su día a día, aunque más deportivo, tampoco le falta un detalle. Para la nueva entrega de 007, la directora de vestuario, Suttirat Anne Larlarb, ya ha confirmado que volverá a ser Tom Ford quien firme los trajes del protagonista.
Si se le puede buscar un rastro en redes de Craig, ese es a través de las varias organizaciones benéficas con las que colabora. La última más sonada fue cuando en abril de 2018 puso a subasta su Aston Martin para conseguir fondos para Opportunity Network, una organización que se encarga de aportar educación a los estudiantes sin recursos en Nueva York. Pero también desde la Fundación Broadway Cares/Equity Fights AIDS o desde S.A.F.E Kenya utiliza el potencial del teatro de calle para poner sobre la mesa cuestiones sociales.
Hace unos años también asumió el papel de visibilizar el trabajo de la Organización de Naciones Unidas en la eliminación de las minas y los explosivos. De hecho, se hicieron virales aquellas palabras del entonces Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon: “Se le ha dado una licencia para matar, y ahora estoy dándole una licencia para salvar vidas”.
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