Críticas de Cosas que nunca te dije (1996) - FilmAffinity
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Cosas que nunca te dije

Romance. Drama Don es un vendedor de casas que en su tiempo libre presta servicio voluntario en el Teléfono de la Esperanza. A Ann, que trabaja en una tienda de artículos de fotografía y vídeos, su novio le ha dicho que ya no la quiere y que desea cortar la relación. Para intentar recuperarlo, ella graba una cinta de vídeo donde le cuenta cosas que nunca le dijo. Las vidas de Don y de Ann, al cruzarse, experimentan cambios fundamentales. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 50
Críticas ordenadas por utilidad
11 de marzo de 2009
32 de 60 usuarios han encontrado esta crítica útil
Isabel Coixet dirige y escribe un guión recargado hasta las trancas de reflexiones profundas, que combina con otros instantes de largos silencios.... Uséase; un coñazo.

También nos encontraremos en varios momentos con lo que parece ser mensajes cifrados dirigido sólo para gente intelectual... que por otro lado, puede que no sea así. Una de dos; o no soy de los que lo captan, o seguramente sólo era idas de chaveta Isabelinas, y ni mensajes, ni jeroglíficos, ni nada de nada. Como ejemplo; la parte en la que la prota va al super y se para a charlar con una desconocida que llora desconsoladamente porque se agotó el sabor favorito de su helado preferido. ¿A qué venía eso? ¿Isabel trataba de manera oculta en esa escena la fidelidad?, ¿la desesperación por el abandono?, ¿ó simplemente era una tía que lloraba porque quería por cojones el helado de capuchino?... No me respondan; me podría reventar el cerebro.


La intención de la directora es la de que continuamente oigamos frases candidatas a ser de las más grandes de la historia (ya no sólo del cine, sino de la humanidad) por su bella factura. Tras escribir algunas de ellas, se dice que tuvo que echarse largas siestas para recargar y recuperar neuronas dañadas. Y sí, hay algunas muy monas, pero de nada sirve si la película resulta ser una larga pesadilla, situándonos a nosotros como los que la sufrimos. Las cosas claras y el chocolate espeso, Isabel; que me estoy haciendo viejo.


P.D. Se ve que es una película para mujeres. Me acabo de dar cuenta que de entre mis 20 "amigos", tan sólo la vieron aquellas de sexo femenino. Eso puede explicarlo todo.
JuanCádiz
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27 de agosto de 2007
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Cosas que nunca te dije" relata la histora de varias personas solitarias, del mundo actual occidental, que se situan en los USA, y que intentan relatar los entresijos de sus emociones y su búsqueda de la felicidad. Coixet intenta, y consigue, crear una atmósfera turbia y melancólica, pero no puede profundizar en unos personajes que se muestran demasiado caricaturescos. Esto no ocurre por la actuación de los dos protagonistas, ya que tanto Lili Taylor como Andrew McCarthy están soberbios en sus respectivos papeles, así como el resto del reparto.
Quizá el mayor problema reside en el tempo de la película que juega demasiado con el espectador (sobre todo con ese final tan de película barata) y en el guión, que en muchos casos se muestra poco creible. Está claro que el cine tiene libertad para contar historias, pero si la directora quiere hacer ese cine social que parece que le gusta, no puede caer en un relato tragicómico e irreal de la historia de sus personajes.
Aun así queda ese maravilloso uso de la música y las imágenes para crear sensaciones en el espectador, que no quedará defraudado con una obra que resulta muy bonita estéticamente aunque algo vacía de contenido.
Percebeiro
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21 de septiembre de 2013
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿A quién no le ha ocurrido nunca tras terminar una relación (sentimental, de amistad, laboral…) pensar en todo aquello que debía haber dicho pero sin embargo nunca dijo? Y eso no es lo más terrible, lo peor es seguir rumiando qué hacer para intentar mitigar parte del dolor que te está perforando por dentro. Para sentirse como un perdedor terrenal pero mantener la moral victoriosa es frecuente reflexionar sobre todos los puntos en cuestión: ¿por qué no funcionó? ¿en qué momento perdí la capacidad crítica y fui incapaz de darme cuenta que ese no era el camino? ¿se puede hablar de amor cuando uno de los dos renuncia a una parte de sí mismo en nombre de aquello que siente por la otra persona? ¿y si aquello acabó siquiera antes de haber comenzado? Ann y Don, protagonistas de la cinta dirigida por Isabel Coixet, se enfrentan a muchos interrogantes antes de decidir cuál es la siguiente parada en su devenir existencial. Y en ese camino se toparán con diversos personajes, en un marco muy particular dotado de una sensibilidad y naturalidad apabullantes. En el metraje se intercalan pequeñas historias de seres abrumados por la enfermedad, la soledad, las dudas y el deseo, todo ello tratado con honestidad.

La cineasta catalana se lanzó en los 90 a realizar una potente narración audiovisual con un argumento muy alejado del cine convencional español (no obstante, la ambientación y el reparto en su gran mayoría son internacionales) y la jugada le salió a las mil maravillas. Fueron numerosos los galardones que recibió y con el tiempo la película se ha convertido en una pequeña joya del cine de culto. Al estilo narrativo de la autora hay que añadir una fotografía natural y un espíritu cautivador. Personalmente, me alegro de no haberla visto hace unos años cuando era adolescente, pues creo que hay detalles que inevitablemente se me hubieran escapado. Pienso que a menudo tendemos a vivir con prisas, con la mente puesta en futuros proyectos, y eso nos impide saborear los pequeños detalles que configuran nuestra vida, los cuales pueden resultar invisibles, pero que sin embargo juegan un papel esencial en nuestro bienestar cotidiano. Casi todos nos pasamos gran parte del tiempo buscando la felicidad, pero cuándo la tenemos ¿somos realmente consciente de ello? Esta y otras cuestiones vitales son una constante en los diálogos, y reafirman lo efímero de la existencia humana, cómo experimentamos la dicha y al siguiente instante podemos caer presa del tedio más insoportable.

Siempre quedan palabras por decir, cartas que se escriben cuyos destinatarios no leerán, ojos y oídos que espían asuntos ajenos, anhelos difíciles de lograr, desgarros que convierten nuestro cuerpo en improvisados jirones esparcidos y piezas de puzles que no acaban de encajar. Pero aún así continuamos. Esta es una emotiva historia que nos muestra cómo a veces termina un ciclo de la vida y debemos aprender a vivir de un modo diferente, pero no tratando de discernir cuáles fueron los errores que provocaron el final de lo anterior, sino tomando aquello que nos viene por delante con la mayor vitalidad e ilusión posibles. Tal vez la clave, a fin de cuentas, sea dejarse llevar. Simplemente.
Sirah Wiedemann
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17 de agosto de 2009
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primer largometraje de la directora catalana que lo hizo florecer en Estados Unidos y poniendo en primera fila a un reparto de actores remarcables en el panorama del cine independiente "made in USA"; Lili Taylor, Andrew McCarthy, Debi Mazar o el pequeño de los Arquette, Alexis.

Con una historia muy intimista que emociona y cautiva somos partícipes en la presentación de unos seres que han deajdo de ser queridos y que se redimen en lo que pueden; la incrédula Ann (Lili Taylor) dependienta de una tienda de fotografía y que todavía se cuestiona porque su novio la ha dejado; y el ambicioso Don (Andrew McCarthy) que cuando no muestra pisos para vender pasa largas noches como voluntario del teléfono de la esperanza y que se ampara de necesitados al otro lado de la línea como Diane (Debi Mazar) que se arrepiente de haber cambiado de sexo o del desengañado Steve (Richard Edson) incapaz de superar los cuernos que le pone su mujer (Jennie Vaughn). En un intento de recuperar a su novio que tiene de viaje por Europa, Ann graba sus confesiones con una cámara de vídeo y le confía las grabaciones a su vecino Paul (Alexis Arquette) empleado en una empresa de Mensajería Rápida y que está enamorado en secreto de ella.

La directora de "La Vida Secreta de las Palabras" apostó fuerte por una película coral, sencilla, amén de ser una evocación de sentimientos no reflejados pero sí intuidos a través de la caracterización, especialmente, de la pareja protagonista.
Natxo Borràs
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9 de abril de 2016
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las imágenes de este original film desvelan a una cineasta con mirada propia, con olfato para capturar la emoción y con las antenas desplegadas para encontrar imágenes vivas, capaces de llevar a la pantalla ese aliento de autenticidad y aromas de verdad en el retrato de sus criaturas. Isabel Coixet escribe una historia sobre unos personajes inmersos en la soledad de sus pensamientos. Las cosas que nunca se dicen suelen ser las más importantes, las que solemos callar alojándolas en el desván de la memoria. Y que sólo recurriremos a ellas cuando vemos todo perdido, como si liberándolas nuestra alma se pudiera relajar después de tanto tiempo retenidas.

Retratista de personajes heridos y varados en dique seco, pero todavía con vitalidad suficiente para no dejar de buscarse a sí mismos, Isabel Coixet contempla con temor la dificultad de vivir emociones genuinas en un mundo habitado por el simulacro y aferrado a los sucedáneos. Coixet pertenece a una especie de cineastas poco habitual en nuestro país. Su mundo referencial parece estar lejos de las servidumbres costumbristas o sociológicas que son mayoritarias en la producción española. Para construir esta película tuvo que marcharse a rodar a la América profunda, invirtiendo sus ahorros conseguidos en el mundo de la publicidad y contratando a buenos actores, nada famosos (habituales del cine independiente), por un ajustado sueldo y un porcentaje de la recaudación.

El film responde a lo que se entiende por cine de autor, próxima al cine independiente americano más que al español. Su argumento se centra en conflictos amorosos, cuyos personajes se mueven al compás de la pequeña música de los sentimientos. Una crisis personal motivada por la ruptura de una relación amorosa, pero Ann, nuestra protagonista no está sola en su sufrimiento. En su camino se cruzan diversos personajes que se hallan en situaciones similares a la suya. De todos ellos el más destacado es Don su ex, quien intenta llenar el vacío de su existencia, respondiendo como voluntario a las llamadas del teléfono de la esperanza.

Coixet utiliza la situación para orquestar una comedia triste, o al menos decididamente melancólica, al tiempo que nos muestra a unos seres con una mezcla de complicidad, ternura y sentido del humor, entendido éste como una forma de superar los vacíos del alma. La mirada femenina de Coixet levanta el vuelo para buscar una escritura, un trazo propio capaz de crear un discurso con entidad y espesor visual. Su pálpito emocional es ajeno a todo exhibicionismo y su voz pertenece al mundo interior, casi secreto, de una mujer que habla con delicadeza y con suma discreción de la necesidad de comprometerse con la vida, del miedo a sufrir sus consecuencias y de los costes a pagar cuando se renuncia a ello. 
Antonio Morales
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